No voy a mentir. Este sábado, en
el momento en que Labaka introducía el balón en la portería “defendida” por
Juan Pablo, se acabó el partido para mí. Sentí que bastaba ya de que me tomaran
el pelo ¿Cuál fue la razón?
Simplemente la sensación de que
hay momentos en el que los jugadores saben y quieren y otros en los que las
piernas pesan, los pensamientos se detienen y todos se atenazan y acobardan de
manera ridícula e infame. Pasarán Clemente, Tejada o Preciado. Deberían pagar
Vega-Arango y Pepín y sin embargo hay señales de que hay jugadores que no están
haciendo lo que deben.
¿Y cuál es la razón de empezar la
crónica de una victoria así? Muy sencillo. La primera parte, o mejor dicho, los
veinte primeros minutos, fueron una demostración de que estos chicos cuando
quieren, pueden. Más centrados que de costumbre y con un sistema, ofensivamente
bien planteado (lo de defensivamente luego lo comento), el Sporting comenzó a
asolar los dominios de un Joel, que dejó claro porque no sigue en el Atlético
de Madrid. La defensa rayista, como en la ida, era un coladero y los gijoneses
con Lora, Sangoy, Colunga y Damián, los volvían locos, si bien la tan conocida
incapacidad rojiblanca para anotar, seguía apareciendo. Se combinó, y muy bien.
Destaco una jugada por derecha de Damián y Miguel, rápida y al primer toque,
precisa y hermosa. También un centro del uruguayo al segundo palo en el que el
unineuronal Diego Costa evitó la volea de Colunga.
El gol llegó en jugada afortunada
con mil rebotes, en la que Sangoy tras hacer un estupendo regate se empatonó,
se le salió la cadena, tropezó con les madreñes y al final logró meter la
pelota en el jaulón de la forma más inverosímil posible. Poco después Juan
Pablo y su tembleque de piernas ya dio aviso de por dónde podían venir las
ocasiones madrileñas. El portero es un flan. Si se queda se las come y si sale,
sale a por fabes. Otro partido para pensarse muy seriamente quién ha de ocupar
la portería sportinguista el año que viene.
Ahora vamos a la parte negativa
que es la defensiva en su mayoría. Damián y Ayoze salieron de carrileros, pero
aún así se jugaba con tres centrales. El problema es que Lora no era capaz de
abastecer el medio campo y ayer Trejo no ayudó en demasía. Quizá al sistema le
falte sentar a una pieza (Miguel) y sacar a otra (Nacho o André). Los defensas
se encontraban perdidos en ocasiones. Moisés lo solventaba con entusiasmo, Goyo
por ser una fuerza de la naturaleza y Botía, bueno, a Botía creo que se la suda
todo. Me da la sensación que este año, de buscar culpables en el campo,
haríamos bien en mirar a los genios Botía y de las Cuevas, llamados a comandar
el equipo pero destinados a hacer una campaña miserable que, de no ser por el
cartel previo de ambos, les condenaría a acompañar al resto de sus compadres a
segunda. No está el horno para muchas pruebas, pero sentar ahora mismo a estos
dos, igual que se ha hecho con el gaditano Barral, en mi opinión, solo puede
servir para mejorar. Sus sustitutos podrían ser Gálvez o los anteriormente
mencionados Nacho y André, porque ayer, Clemente plantó cinco defensas, es cierto,
pero al ser Clemente, nadie se fija en que salió con cuatro tipos que lo de
defender no es que lo lleven en las venas. Aún así, el vasco no parece dar con la tecla
definitiva y el próximo tono mal tocado puede ser el definitivo.
En la segunda parte, balón botado
al área y tres rayistas solos con la defensa acobardada y Juan Pablo sentadín
en la cal. Ahí apagué. La imagen del primer tiempo murió con la falta
magistralmente botada por Sangoy (ya era hora) y el Sporting pasó a ser el
manojo de nervios que nos ha condenado (prácticamente) a segunda.
No vi más. Luego Bilic marcó un
nuevo gol de falta y se logró un triunfo agónico. Por cierto, Sangoy lleva dos
goles en 446 minutos (0,4 goles por partido), Bilic tres en 387 (0,7 por
partido) y Barral nueve en 2243 minutos (0, 36 por partido). Lo digo porque
muchos opinan que David es indispensable, el ángel de la guarda y el eje del
triunfo basándose en su número de goles, una estadística tan válida y tan
mentirosa como la que yo muestro. El sábado Bilic y Sangoy funcionaron. Que
sigan la fiesta y los rebujitos.
Veremos que sucede en Cornellá.
Esperemos que victoria. Esperemos que Clemente repueble un poco el medio del
campo, que no se puede ni se debe confiar en la Santina todos los años, que la
pobre ya se cansó. Es virtualmente imposible, pero en Castalia estábamos en
segunda y mira tú que pasó en dos minutos a miles de kilómetros en un precioso
encuentro en Mendizorroza. Donde hay vida…
Esperemos a ver que sucede en Cornellá, a ver si es posible el milagro, aunque no siendo creyente...
ResponderEliminarA mi el que me desespera es Trejo. Tiene una pasibidad digna de un ni-ni. No entiendo lo mucho que le mima Clemente.
www.elestadiodelpulga.blogspot.com
Hombre, está claro que el próximo traspiés va a ser el último. A mí Trejo me desesperó todo el año. Tiene mucha clase y eso, pero es que tiene menos ganas de jugar que yo de fregar los platos. Gracias por pasarte.
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