Pongamos las cosas
en situación. En un momento determinado, largo tiempo atrás (parece que entre
2003 y 2018), el Fútbol Club Barcelona se pone en contacto con una
empresa llamada DASNIL 95 SL, la cual pertenecía a José María
Enríquez Negreira, exárbitro y número dos del Comité Técnico de Árbitros
entre 1994 y 2018. A cambio de una sustancial cantidad de dinero, el acuerdo hecho
público dice que DASNIL 95 entregaba al Barcelona un dossier con
información acerca de los trencillas que se encargaban de dirigir tanto sus encuentros
como los de su filial.
El problema es que Negreira, durante esa época, es el vicepresidente del CTA, y se le supone involucrado en el funcionamiento y organización del mundo arbitral español. Se da por supuesto que él es uno de los encargados de designar que árbitro dirige cada partido de fútbol y fútbol sala en categorías nacionales. Un rol importante y preponderante, qué duda cabe, y que no parece compatible con los negocios que DASNIL 95 tenía con el club blaugrana.