sábado, 18 de febrero de 2023

LO DEL BARCELONA Y LOS ÁRBITROS

 


Pongamos las cosas en situación. En un momento determinado, largo tiempo atrás (parece que entre 2003 y 2018), el Fútbol Club Barcelona se pone en contacto con una empresa llamada DASNIL 95 SL, la cual pertenecía a José María Enríquez Negreira, exárbitro y número dos del Comité Técnico de Árbitros entre 1994 y 2018. A cambio de una sustancial cantidad de dinero, el acuerdo hecho público dice que DASNIL 95 entregaba al Barcelona un dossier con información acerca de los trencillas que se encargaban de dirigir tanto sus encuentros como los de su filial.

El problema es que Negreira, durante esa época, es el vicepresidente del CTA, y se le supone involucrado en el funcionamiento y organización del mundo arbitral español. Se da por supuesto que él es uno de los encargados de designar que árbitro dirige cada partido de fútbol y fútbol sala en categorías nacionales. Un rol importante y preponderante, qué duda cabe, y que no parece compatible con los negocios que DASNIL 95 tenía con el club blaugrana.

Así que, negro sobre blanco, la conclusión a la que llega todo el mundo parece evidente. El Barcelona paga un dinero a un tipo corrupto y este designa árbitros que actúen de modo afable con el club catalán. Vale, supongamos que esto es así. Tanto Negreira, que trabaja para un organismo afiliado a la RFEF, federación privada de utilidad pública, como el Barcelona deberían de pagar un alto precio por traicionar las reglas del juego. Ahora bien, ¿qué pasa con los árbitros?

Desde 2003 al 2018 hay quince temporadas con un Barcelona jugando más de seiscientos partidos de fútbol, todos ellos arbitrados por cientos de árbitros diferentes. Para que el dinero invertido por el Barcelona tenga el efecto buscado, no solo debe comprarse la voluntad de Negreira, el cual ya no tiene un poder directo sobre el verde, sino que hay que convencer a los que levantan el banderín y arbitran cada encuentro. No olvidemos que cada partido tiene cuatro árbitros diferentes y que, a día de hoy, ninguno ha tirado de la manta hablando del tema. Quizá deberían contactar a Carlos Clos, árbitro en aquel Barcelona-Sporting que acabó con tres penaltis a favor de los blaugranas, una roja tal que así y una mano de Piqué en línea de gol que viajó al limbo de los olvidados. A lo mejor él sabe de que va el tema. O simplemente debemos suponer que no estaba capacitado para hacer su trabajo dignamente. Las dos parecen opciones factibles.

Por tanto, suponiendo que el Barcelona haya pagado a Negreira para influir a los árbitros y que estos faciliten su camino hacia títulos de liga y copa, nos encontramos ante dos escenarios posibles. Al Barcelona se la han colado y ha pagado por nada, algo que defienden exárbitros de la “calidad profesional” de Iturralde o Sánchez Arminio, o existe una corrupción arbitral masiva y salvaje en el mundo del fútbol, ya que, si cientos de profesionales se han plegado a las exigencias de un club, ¿Qué garantía tenemos de que esto no sea un mal endémico? Mañana, en el Andorra-Sporting, podríamos suponer que Irarragorri o Piqué se pueden acercar al vestuario arbitral, sacar unos billetitos y comprar el futuro de su equipo ¿por qué no? Es más difícil traerte a un nueve con gol que soltar cuatro mangos a unos árbitros de segunda división, así que ¿dónde está el límite?

Evidentemente, dado el estado del periodismo deportivo español, nadie escarbará un poco más para dilucidar si Negreira era un vendeburras o el eje fundamental de una trama que, de existir, podría acabar con la honorabilidad, no ya de un club, sino de todo el fútbol español, salpicando a muchos. Vende más asegurar que el Barcelona levantó títulos gracias a factores externos y obviar que, durante esos quince años, el Barcelona levantó quince títulos (entre liga y copa), pero también perdió otros quince por los que supuestamente estaba pagando. Espero que el tema se aclare y evolucione hacia una respuesta clara y conclusiva. Espero en vano, ya sé, pero me gustaría pensar que los partidos que veo están menos amañados que los que juego al FIFA en mi PlayStation.

3 comentarios:

  1. Nah, olvídate de que se aclare nada. Asquito que da el júrgol a veces.

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  2. Por otra parte,¿de verdad que aquel equipo de Guardiola con sus jugadores en estado de gracia y que hacía que sus rivales ni olieran el balón durante todo el partido ganó todo lo que ganó gracias a la inestimable ayuda de los trencillas? ¡Venga hombre! ¿Quién se cree eso?

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    1. A mí me parece que aquel Barcelona era imparable independientemente de quién estuviese con el silbato. Estoy seguro qeu el Barcelona, y más clubes, pagan para tener a los árbitros contentos. No hace tanto, era normal que los clubes locales sacasen a los árbitros de compras y a "cenar". Lo que me parece increíble es pensar que el colectivo arbitral al completo se regale por cuatro perras. Relaño está otra vez con el villarato al borde del orgasmo.

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