martes, 21 de junio de 2016

BUSCANDO A DORY


Cuando voy al cine a ver una película de dibujos animados quiero que me traten como a un niño. Que saquen a ese infante que llevo dentro. Al idiota que llevo dentro no lo necesito fuera y por tanto no necesito que me traten como un idiota. Tampoco quiero ver fuera al hípster que escondo. Ese que disfrutaría con las películas iraníes, los dúos de balalaika y clavicordio y los cuadros pintados por chimpancés ciegos. A ese hípster no lo quiero ver salir. Ni yo ni nadie.
No pillo porqué hay patos en el fondo de esta foto 
Por eso al niño que llevo dentro no le gusta que Pixar le inunde de merchandising sin transcendencia con películas como Cars. Y a ese niño tampoco le divierte que le intenten vender la moto de un drama etéreo elevado a la máxima potencia capaz de explicar el funcionamiento de la psique adolescente, porque, lo siento mucho pero Inside Out era una tabarra llena de personajes abominables y aburrida hasta el hastío.
No la trago
Este año he podido disfrutar de Zootopia, una de las mejores "buddy movies" de los últimos años. Una comedia policial con una conejita y un zorro llenos de personalidad y situados en un entorno hipnótico, hermoso y lleno de imaginación. Una trama interesante, unos personajes magníficos, un mensaje positivo y una calidad artística superior. Me dejó tan buen gusto la película que hasta me encanta la canción de Shakira. Y eso son palabras mayores.

Zootopia es una buena película. Para mí mejor que Buscando a Dory, pero a Zootopia le falta una cosa que la última obra de Pixar tiene. El pulpo Hank.

En Buscando a Dory, la travesía de la desmemoriada protagonista cambia radicalmente al encontrarse con el octópodo mencionado. Hank, un pulpo malhumorado que no quiere volver a la libertad entrega los mejores momentos de una película muy divertida. Aunque brillantemente coral y repleta de personajes entrañables, ya sea la beluga o el tiburón ballena que ayudan a Dory a dar con su familia, Nemo o su padre Marlin, todos dan un paso atrás y dejan la pista central libre para las andanzas de éste molusco interpretado por Ed O´Neill, famoso por su participación en Matrimonio con hijos o Modern Family.
Para el público general, Ed O´Neill es el que sale siempre al lado de Sofía Vergara
Quizá me estoy equivocando al destacar a tal personaje. En el cine creo haber sido el único que se reía a mandíbula batiente en una escena de persecución en la cual el cefalópodo se pone a los mandos de un camión generando un caos que me trajo el recuerdo del mejor humor de Ibáñez. Vayan ustedes a saber la razón. Problemas de conexión en algún circuito neuronal que quizá deriven de algún trauma de infancia. Quizá debí prestar más atención mientras veía Inside Out pero es que no soportaba a las dos tipas que daban vueltas por la pantalla.
La beluga es muy entrañable

Buena película. Divertida, entrañable y simple. Sin dramas, sin estridencias. Una historia para toda la familia con momentos de pura comedia.
Excelente Idris Elba, como siempre
Porque cuando se es un niño no se necesita más. Independientemente de que el niño esté más cerca de los cuarenta de lo que cree.

domingo, 12 de junio de 2016

MISERABLES Y FANÁTICOS


Miserables, fanáticos, asesinos, monstruos, cobardes, delincuentes, criminales, terroristas. Cualquier objetivo descalificativo es apropiado para todo aquel que se vale de un arma, de una fuerza superior o de un ataque por la espalda para imponer sus ideas a base de pisotear las del prójimo, de asesinar al diferente o de eliminar al inocente.

Pasa. Está pasando. Cada día más y cada minuto más veces. Ocurre de manera continua en tierras sin nombre ni localización geográfica relevante. Terrenos que a nadie importan y donde no se cuentan los muertos ni sus familias narran historias.

Nos hacemos eco cuando golpea en París, en Florida. En lo que algunos llaman el primer mundo u occidente. Nos duele cuanto más cerca y es por esa razón por lo que nunca habrá una respuesta global a este terror. Porque siguen estando nuestras víctimas y las suyas. Los veinte que cayeron ayer en Damasco a manos del mismo monstruo con diferente cara no bajarán el asta de ninguna bandera y, mientras esto siga pasando, el mundo entero seguirá perdiendo.

Por ello lamento la pérdida de la gente de Orlando que, un buen día, decidió salir de fiesta. Decidieron celebrar la vida y encontraron su final a manos de un miserable liderado por miserables y que murió como una escoria humana llevándose por delante toda la felicidad que encontró a su paso.
Lo lamento. Me entristece. Pero no me aterroriza. No me acerca a temer por mi vida, libertad o me cohíbe a la hora de hacer lo que quiero. Algunos, en un bando y en el otro, se sienten cómodos mientras el pueblo viva con miedo. El ganado es más fácil de pastorear cuando agacha la cabeza. Para mí, esas actitudes no tienen sentido ni lo tendrán nunca.

Yo no sé cómo parar esto. No creo que lo sepa nunca. Lo que tengo claro es que no soy el único que no tiene ni idea como detener a estos criminales. El juego político me queda grande a mí pero no soy al único al que le sobran costuras en ese traje. La ventaja es que yo no tengo que decidir. La pena es que los que deciden no están mayormente capacitados.

Como muestra un botón. Hace unos meses, Donald Trump, candidato a presidir la única nación que ha utilizado armas atómicas en tiempos de guerra, defendió que la matanza de París se podría haber evitado de haber permitido que los que disfrutaban de la noche francesa hubiesen ido armados. Como si antes de salir de marcha repasases el bolso y descubrieses que te dejas en casa las lentillas y el Colt. Hoy, en Florida la ley es laxa. Tan laxa como para que el asesino múltiple de hoy, que es y será diferente del de mañana, se hiciese con un rifle digno del nivel más alto del videojuego más moderno y masacrase a múltiples inocentes. 

Y la libertad de armarte como te plazca, oh sorpresa, no ha traído ningún beneficio al tablero. Y precisamente, en este terrible suceso, la libertad de amar a quién plazca tampoco conlleva una ventaja excesiva por cuanto en algunos estados del país de la libertad los homosexuales no pueden donar sangre que transferir a un ser querido. Al final, se empeñe quién se empeñe, Orlando es igual que Damasco. Solo hay que ver que al otro lado de la bala siempre hay inocentes que solo tratan de ser lo más felices que se pueda pese a los impedimentos.

PD. Quiero retomar el blog más asiduamente aunque nadie lo pida. Al menos una entrada a la semana. Hoy iba a hablar de películas de miedo pero, como siempre, la realidad va dos pasos por delante de la ficción. Aun así volveré con temas más laxos. Es una amenaza.
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