viernes, 16 de octubre de 2015

PERO, ¿QUIÉN ES ADOLFO SHABBA-DOO QUIÑONES?



Era yo un guaje en los locos noventa cuando mis padres me llevaron de vacaciones a Salou. Tengo grandes recuerdos de aquel viaje. Me llamó poderosamente la atención el mar Mediterráneo, tan diferente del Cantábrico en su tranquilidad. Cristalino por su falta de movimiento. Apacible, en pocas palabras. Me encantó el ritmo de la ciudad de Salou, esa marcha veraniega, ese aspecto febril para un muchacho que apenas había salido de Asturias. Me gustaron sus tiendas de todo a cien que me permitieron hacerme con mi primera camiseta de fútbol con nombre y número. Selección de Alemania, Klinsmann, número dieciocho. Estuve a punto de conseguir mi primera figura de Soundwave pero el excesivo precio y el sentido de la responsabilidad (que dejé en algún punto entre los diez y los treinta años) me echaron para atrás y nunca me atreví a pedirle a mis padres, que nada me negaban, que se gastaran cinco mil pesetazas de la época en un robot azul de juguete. De eso se encargaría mi mujer muchos años después.
 
La primera de muchas
Juegos en la piscina, batidos de chocolate, helados de cucurucho, playa, sol y un hermoso verano. Y diréis, ¿pero qué mierda tiene esto que ver con Shabba-doo? Más aún ¿Qué mierda es eso de Shabba-Doo?

Muy sencillo.
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