Ya lo decía ese grande de la
lírica, que nunca será el más grande, porque la más grande siempre será Rocío Jurado. Al final, las obras quedan
las gentes se van, otros que vienen las continuarán. La vida sigue igual. Y yo
añadiría, sin mejorar la obra de don Julio
Iglesias, igual o peor.
Amanezco en la mañana
estadounidense, previa a mi jornada laboral, con una lectura de los periódicos
diarios y de la información que cruza el vasto océano Atlántico solo para
traerme malas noticias. No ha perdido en su casa el Atleti, ni ha amanecido
nevando en París, pero hoy igual que ayer, como siempre, el diario no hablaba
de ti, ni de mí. Realmente y desdiciendo al genial Sabina que creó sin saberlo esta gran canción para la voz rota de María Jiménez, hoy el diario habla de
muchos, de alguna manera de todos.
La otrora reina de la belleza Dolores de Cospedal, cual madrastra de la historia
de Blancanieves, ansía encontrar si hay otra más hermosa en este reino de
Castilla la Vieja y su espejo le responde que ha llegado la hora de que la
manzana envenenada toque a la Ciencia, que si no la más bella, si que aspira a
no ser la más fea, con lo cual, no me llames Dolores llámame Lola, ha
decidido que más vale que la arrugada Ciencia no sufra delirios de grandeza y
ha llegado el momento de pararle los pies.
Y claro, a la ciencia castellano
manchega le crecen los proverbiales enanos en el mismo momento en que la reina
del cuento decide, no cortar, sino suprimir los fondos para investigación en la
universidad de Castilla la Mancha, porque, para qué andarnos con miramientos y
medias tintas, por qué decir antes de las elecciones que no iban a recortar (no
hacía falta), cuando en realidad no se trata de recortes, sino de cortes. Esta
vez el indio no se queda con la cabellera, de cuello para arriba se queda con
todo.
¿Y dónde está la válvula de
escape? ¿Cuántos empleos se generan con estos recortes? El desastre financiero
ya viene de añejo y solo es justo culpar a los que están ahora de ser presos de
sus palabras y esclavos de sus mentiras. Porque han mentido. En aquel triste
debate electoral entre Rubalcaba y Rajoy, en lo que lo único claro es que
debíamos empezar a pensar “Virgencita de mi vida, que me quede como estoy”, el candidato
popular, fiel a su origen gallego no dijo ni sí, ni no, ni todo lo contrario.
Muy alejado de otros grandes de la política como Sarkozy, que proclama su alegría por ser considerado un fascista y
me parece muy bien, por lo menos el marido de Carla Bruni no esconde su verdad, pero aquí Rajoy (¿Dónde está Rajoy?)
y su compañera Dolores nos dijeron
que los recortes y sacrificios eran una milonga socialista, y hete aquí, que
muchos les creyeron.
Pues nada, recortes en ciencia,
que son los que sigo, pero también en muchos más campos, copago en sanidad o
aumentos de las tasas universitarias no sea que los pobres comiencen a no
enfermar y a formarse, dándoles tiempo a darse cuenta de la triste realidad. Un
mundo ideal para algunos, sobretodo mientras nadie se queje y uno de los
mayores problemas sea que hacer en el puente del dos de mayo o que Pep deje el banquillo del Barcelona.
Mientras, otros cantaremos “El emigrante” de Juanito Valderrama. Eran otros tiempos, pero ya están de vuelta. Y somos muchos emigrantes, aunque luego nuestro voto no valga para algunos demócratas como Francisco Álvarez Cascos.
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