Uno no sale de su asombro y
estupefacción ante la pena impuesta a seis sismólogos italianos acusados de no
haber obrado correctamente y actuado en consecuencia ante las inequívocas señales
que indicaban que en L´Aquila iba a haber un terremoto devastador en 2009. El
resultado del fenómeno natural fue de 309 muertos y una población completamente
destrozada. La responsabilidad cae sobre los hombros de seis personas.
Exclusivamente.
Desconozco que puede hacer la
sismología para predecir o evitar un acontecimiento de esta magnitud. Aun así,
interpreto que no debe ser fácil. Siguen existiendo terremotos, maremotos,
tornados y todo tipo de acontecimientos climatológicos y naturales que nadie
puede evitar y que en ocasiones llegan por total sorpresa. De hecho, es
sabiduría popular que el hombre del tiempo no acierta nunca con el clima de mañana.
¿Es de recibo culpar a estas
personas por este suceso? Muchos pensarán que sí, que es su error y que han
fracasado en su función. De momento mi opinión al respecto no está clara. Quizá
al final de las cábalas que hago mientras redacto, llegue a alguna conclusión.
Estamos hablando de Italia, una
sociedad convulsa con un ex presidente con oscuros vínculos que le llevan a
relatar con pelos y señales cual es su relación con menores de edad. Donde los
gobernantes de la región del Lazio participan con dinero público en orgías y
fiestas demostrando que Rafaela Carrá,
al contrario que los sismólogos, si es capaz de anticipar que para hacer bien
el amor hay que venir al sur.
Los sismólogos pagan, pero ¿Estaban
las casas construidas acorde a la reglamentación para evitar bajas en caso de seísmo?
¿Son
estos científicos el último escalón en la cúpula administrativa y en la toma de
decisiones? ¿Quién
paga si desalojas una ciudad y luego no pasa nada? ¿Los sismólogos otra vez?
Parece que en el mundo latino la depuración
de responsabilidades suele ser un tema tomado a la ligera. Hace poco, en
España, durante el lamentable caso de José
Bretón, una forense erró gravemente en sus estudios y como tal, fracasó en
su trabajo con lo que, ateniéndonos a la mínima profesionalidad, debería ser
despedida. Sin embargo sus pesquisas y análisis tan limitados incluso para el
ojo profano pasaron por la mesa de sus superiores sin que para estos supusiese
un problema que la profesional hubiese utilizado herramientas tan poco
indicadas como pueden ser páginas empleadas para almacenar o copiar trabajos
escolares. Sin embargo la responsabilidad se queda en la forense y no sube más.
Ninguno de los supervisores del trabajo mencionado cesa en su puesto.
Con los sismólogos pasa igual y viendo
el escabroso caso del asesino de Albacete, hoy mismo o el de las decenas de
mujeres muertas tras denunciar a sus futuros asesinos ¿Deberían ir a la cárcel los
policías que no supieron o no pudieron detener a estos criminales? La pregunta
suena tan estúpida que ya no me queda duda alguna.
Lo de los sismólogos de Italia es una
barbaridad.
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