Dura, violenta, grotesca y exagerada. No apta
para estómagos sensibles y no indicada para ver en familia. Mamá, no la veas.
Sin embargo, “Encontré al diablo” es una buena película. Quizá no sea lo que los
hermanos Lumière
tenían en la cabeza con la invención del cinematógrafo y está claro que no es
la película que arrastraría masas al cine. Es una obra clara y concisa
destinada a mostrar la violencia desde el lado de la violencia y no falla en su
intentona.
Esta película coreana se basa en el cien mil
veces repetido enfrentamiento entre el bien y el mal. El cine suele tomar dos
caminos para representarlo y lograr que lo que se nos muestre en pantalla nos
llegue de alguna manera. En ambas propuestas el eje es la representación del
mal. Algunos optan por representar este mal de un modo atractivo, hipnótico o
magnético. Profundizar en ese lado oscuro que todo el mundo tiene, anidar en
ese subconsciente que de pronto despierta esa simpatía hacia el villano que
salta sobre el orden establecido y juega a su antojo con esas reglas que nos
cohíben en nuestra vida diaria. La otra forma de maldad, el otro diablo de las
pantallas, es aquel cuyos actos son tan retorcidos y extremos que es inviable
sentir el más mínimo grado de empatía. De esta manera tus sentimientos caen del
lado del bien, pero de alguna manera, el deseo de que el mal sea derrotado no
se queda simplemente ahí. De un modo retorcido queremos que el villano, no solo
pierda, sino que pague, provocando que de alguna manera, esa línea en la arena
que separa bien y mal se difumine levemente.
Muchas películas se aprovechan de este sentido
de la venganza que anida en nuestro cerebro más primitivo, en nuestros
instintos más básicos y que de alguna manera es tan intrínseco a muchos de
nosotros como nuestra propia sangre. La trilogía de la venganza de Park
Chan-wook y su repercusión con el
éxito (en mi opinión excesivo) de “Old
Boy” es solo la punta del iceberg. Desde Corea del Sur nos llega esta
película, bien rodada y bien planteada. Con alguna laguna dado lo excesivo de
su propuesta, pero que da, ni más ni menos que lo que plantea.
La historia narra
el asesinato de una mujer a manos de un asesino en serie, violador, pederasta,
descuartizador, y en resumidas cuentas, caja de Pandora de todo aquello que el
ser humano no debería mostrar jamás. Como contrapartida está un agente del
servicio de inteligencia. Máquina de matar y pareja de la víctima. En su acto
de venganza, ambos, víctima y verdugo dependiendo del momento, descienden por
el tobogán de la bajeza humana y en su camino van encontrando todo aquello que
huele a podrido, y no solo en Dinamarca.
El juego del gato
y el ratón tiene su gracia, por cuanto antes de la mitad de la película, el
chico en quién confiamos para que nos haga el trabajo sucio de eliminar a ese
monstruo que aborrecemos, ya tiene la opción de hacerlo y no lo hace.
A partir de ahí la
película sigue su espiral de violencia y nos entrega algo de lo que andamos
escasos en las fechas actuales. Una moraleja simple y fácilmente entendible.
Puede que la venganza no sea aquello que todos ansiamos.
Aunque eso ya nos
lo había mostrado John Doe en la obra maestra que es “Se7en”.
Genial crítica. Efectivamente, la venganza puede que no sea lo que ansiamos, me ha encantado tu frase final.
ResponderEliminarComo ya sabes a mi me gustó mucho, Y sobre si la trilogía de Park Chan Wook es sobrevalorada... a mi personalmente me gustaron las tres cintas, son diferentes pero con una misma temática en común que es la muerte. Pero no me voy a enrollar. xD
Saludos!!
Solo he visto Old Boy de la trilogía de Park Chan Wook. Quizá me sucedió lo de siempre. Esperaba más de lo que me dieron. Gracias por pasarte.
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