Futbolistas con barba y bigote. El secreto del éxito |
El premio Nobel, ¡YA! |
Diseño original, único y exclusivo |
¡Felices y londinenses fiestas! |
Futbolistas con barba y bigote. El secreto del éxito |
El premio Nobel, ¡YA! |
Diseño original, único y exclusivo |
¡Felices y londinenses fiestas! |
Corría el año 2002. El año del euro, del corralito o de la oveja Dolly
con artritis. El rey emérito era rey, el SARS una broma comparado con lo que
vendría y Villa goleaba para un Sporting capaz de imponerse en el
Calderón mientras el Depor ganaba la copa del Rey. Otros tiempos, qué duda cabe. El año de Spider-man,
maldita sea. De aquella todavía pronunciábamos “espíderman” y nos
dejábamos de anglogaitadas. Tobey Maguire era un chico de cara triste y Kirsten
Dunst la única pelirroja disponible en tiempos en los que Jessica
Chastain ni había debutado y Bryce Dallas-Howard cumplía 13 años sin
saber lo que le deparaba el futuro.
El Universo Marvel, donde el 73% de las mujeres son pelirrojas |
Sin embargo, esto no es una película de acción, ni siquiera una comedia de acción. Es un drama donde los personajes luchan y ríen, pero sobre todas las cosas, es una película sobre el sufrimiento y el azar. El dolor de cada uno de los miembros de estos Jinetes de la justicia se irá haciendo patente a cada minuto. Un dolor sufrido como niños o causado como adultos, pero acumulado en su interior. Markus irá aprendiendo muy lentamente que el pasado no se puede cambiar, que sufrir es parte de la vida y que los culpables de su pérdida no tienen por qué encontrarse en el otro extremo de su pistola.
Resulta extraño asistir a una película que rueda con tan buen pulso la acción como los momentos de comedia. Que es capaz de saltar del humor al drama más horrible en una sola escena, especialmente en ese momento en el que el pobre Lennart, víctima de abusos en su niñez, trata de defenderse de un Markus preso de la ira de la única manera que conoce. Una escena que congela la sonrisa que traíamos de hacía unos segundos.
Absolutamente demoledora en su relato de la pérdida y el odio. Un relato que acompaña la amargura individual de tiroteos y malos de vodevil tan necesarios como olvidables. Al final, una película de Navidad que invita a aceptarnos como somos, encajar el sufrimiento para hacernos mejores y rodearnos de las personas que necesitamos para ser felices. Todo eso contado a ritmo de metralleta y sangre, lo que tiene mucho mérito. Posiblemente sea la película que más me ha gustado en todo 2021.
Hay algo en los western crepusculares que me enamora como amante de la ficción escrita o proyectada en la pantalla. Los tiempos de pistoleros míticos de sonrisa en los labios, guiño a la chica y disparo certero se fueron para no volver. Su lugar lo ocupan criminales harapientos, desdichados borrachos incapaces de otra cosa que no sea asesinar por la espalda. Son historias que combinan el fracaso y la ruina moral con la enésima derrota del perdedor. Dramas humanos, al fin y al cabo.
En la pantalla, el gran representante de este género es Sin Perdón. La aventura decadente de William Munny en busca de los vaqueros que marcaron a una chica en Big Whiskey supone el culmen del western realista. En el cómic, y me van a perdonar la comparación, el cénit lo alcanza ese decadente Regreso del Caballero Oscuro, envuelto en una ciudad que lo detesta y no lo necesita y capaz de bajarse al barro para escupir en la cara de su eterno enemigo. Historias sin héroes, sin vencedores. Excepcionales si se tratan desde el respeto a los personajes que por ellas patrullan y se les dota del entorno adecuado.
Hace muchos años, cuando yo era un preadolescente, me enganché a los tebeos
de Transformers. Los vendían, así de medio tapadillo, en un quiosco
ovetense de estos que aparecen como por ensalmo en la pared de un edificio. De
tirada mensual y luego bimensual, esperaba las aventuras de mis androides
favoritos con cierto fervor. La razón de esta pasión es ciertamente
desconocida. Hasta que llegaron Andy Wildman y Simon Furman, las
aventuras de los ahora famosos robots eran bastante simplonas. En ocasiones
demasiado. Trazos mal acabados, colores mezclados… una chapuza. A las
historietas mentadas acompañaba como complemento para rellenar páginas, una
historieta de Rom de Galador, con Bill Mantlo y Sal Buscema
a los mandos. Los creadores del mejor Hulk se sacaban de la chistera las
aventuras de un caballero del espacio que perseguía fantasmas por la tierra. La
duda era, ¿cómo ha acabado un tebeo de innegable calidad como complemento de
una historieta cutre? La razón es que Rom era un tebeo muy bueno, de
mucho nivel artístico, pero aburría a las piedras. Y lo mismo me pasa con Dune.
Siempre he tenido un gran respeto por los científicos. Claro que, en general, creo que hay que respetar cualquier profesión, más que nada porque soy de aquellos que consideran que cualquier trabajo es indispensable. Como muestra, un botón. Llegada la pandemia, la Universidad de Long Island decidió ahorrarse un dinero prescindiendo de gran parte de sus operarios de limpieza. Como resultado, ir a orinar en cualquiera de los baños de la escuela de Farmacia se convertía en una batalla campal con hordas de blatodeos, orden que engloba a las cucarachas y sus parientes cercanos. Hacer aguas menores se convirtió en misión improbable porque resultaba difícil mear mientras me vigilaba una miríada de seres con ojos compuestos. Concluyendo. Sin los de la limpieza, daba igual que yo fuese allí a trabajar cada día porque era imposible rendir de manera adecuada y mi salario se estaba tirando al sumidero mientras yo perdía ratos en buscar donde evacuar con tranquilidad.
![]() |
Esto me pasaba cada dia. También soy yo muy de trabajar en ropa interior |
Sin embargo, y preveo una entrada larga hoy, hay mucho científico que se da golpes en el pecho a tenor de su título y su formación, esgrimiéndolo como gran logro que hace palidecer los triunfos de otros con menor talento y habilidad. Uno de esos elementos, grandes científicos de enormes palabras, es la señora Mayim Bialik. Blossom, para los de mi era. Actriz de cierto talento para la comedia, se empeñó en hacer circular una historia sobre sus logros como neurobióloga. Tras ver un episodio de Big Bang Theory en el cual el personaje de Bialik come en el laboratorio con los guantes puestos, me vino a la cabeza que era imposible que esta chica hubiese puesto un pie en un espacio donde se trabaja con muestras humanas. Así que la pregunta es ¿neurobióloga? ¿de qué?
![]() |
Vale, yo también comí torreznos una vez en el labo, pero estaba empezando, era joven... |
En la historia del cómic hay tebeos muy malos, tebeos horrendos, infames, horribles, ignominiosos, infumables, de McFarlane, auténticamente desastrosos y horripilantes. Luego hay historietas divertidas, entretenidas, que se dejan leer, algo de Remender, para pasar el rato. Subiendo un poco más arriba, allá a la izquierda, te encuentras buenos cómics, grandes historias, buenos personajes, momentos espectaculares, un Largo Halloween para Jeph Loeb. Si miras al cielo aparecerán brujerías de Ibáñez, renacimientos de Frank Miller y puede que alguna obra cumbre del noveno arte. Más allá de las estrellas perduran historias paridas en momentos ocasionales. Escasas, mágicas, sensacionales. La historia de hoy está en un punto elevado de la constelación de buenos cómics. Por debajo de otros, pero por encima de muchos
![]() |
El Largo Halloween, momento de lucidez para Loeb y Sale |
Cuando el señor Trump tomó el mando de los Estados Unidos, el shock que golpeó a algunas de las voces discordantes con el presidente (léase Stephen Colbert o similares) fue el darse cuenta de que un tarado con menos luces que un barco pirata había tomado al asalto el sillón de presidente. Les dolía tanto Trump que no se pararon a pensar en que allí había llegado un señor auspiciado y apoyado por los votos de sus conciudadanos en una elección legítima y libre. Durante cuatro años, los enemigos del presidente utilizaron sus plataformas y su talento para descargar fuego y furia sobre el loco del pelo rojo. Sin embargo, pocos apuntaron a la base del problema (Jordan Klepper y pocos más). Que un demente se siente en el trono gracias a la voluntad de sus súbditos dice más de los votantes que del votado. Es por ello por lo que, aunque diluido, el problema que llevó a Estados Unidos a convertirse en una broma colosal sigue ahí. Posiblemente por mucho tiempo.
Quizá la mayor diferencia entre Donald y su primo de este lado del océano Atlántico, el señor Boris Johnson, es que Trump no mentía durante su campaña. Se mostró abiertamente al mundo y expuso sus ideas libre y claramente. Los mejicanos eran un problema, los musulmanes otro, los socialistas, los comunistas, estos y aquellos. Basó su triunfal estrategia en enemigos inexistentes en los que él, y muchos como él, creían y creen a pies juntillas.
Por otra parte, las travesuras que llevaron a Boris al lugar donde está hoy en día se basaron en conceptos más espurios y etéreos. Los votantes a favor del Brexit podían elucubrar sobre la pérdida de soberanía o las diferencias culturales con respecto a los europeos, todos ellos conceptos menos concretos que el peligro que supuestamente traían consigo a territorio estadounidense los violadores narcotraficantes y cantantes de rancheras. Como al final somos todos primos hermanos, resultaba ser que los Brexiters estaban principalmente preocupados por la inmigración masiva que eliminaba puestos de trabajo y obligaba a los buenos ciudadanos de la Reina Isabel a sufrir el paro, la miseria y la ignominia.
Así que se vota y gana el Brexit. Todo bien, sigan jugando. Yo, particularmente, no he encontrado ningún problema o falta desde que llegué a estas tierras. Como me pasara en los territorios estadounidenses o en tierras neerlandesas, el recibimiento de los hijos de la Gran Bretaña fue de lo más cordial y en esas seguimos. El problema es que la vida escribe dramas que merecen contarse y, en este caso, esta eterna introducción sirve únicamente para trasladar la breve historia que llegó a mis oídos hoy por la mañana.
No ser fan de las verdades absolutas me limitó a la hora de titular este
breve texto como “LAS MUY MÁS MEJORES PELÍCULAS DE LA HISTORIA Y PARTE DEL
EXTRANJERO”. Estuve tentado, pero me di cuenta de que la memoria es
traicionera y que, seguramente, estaba dejando fuera del radar alguna obra
maestra del séptimo arte. Espero que los escasos lectores sepan perdonarlo.
![]() |
Mierda, me olvidé de una |
Soy de los que considera que nuestros gustos en cualquier vertiente
artística dicen algo de nosotros mismos. Es por ello por lo que, al elegir tus
canciones, películas o historias favoritas, dicho inventario de aquello que te
hace feliz mostrará una pequeña parte del ser que eres, has sido y serás. Así
que voy a abrir una diminuta ventana a lo que me hace ser quién soy y espero
hacerlo bien. La lista empieza con…
Cada vez que surge un tiroteo en las escuelas e institutos estadounidenses, de algún lugar nace una voz que predica aquello de “Para detener a un hombre malo con un arma, solo se necesita un hombre bueno con un arma”. Este lema surgió en 2012, después de la masacre de Sandy Hook. Dicha matanza de niños en una escuela aconteció el día en que mi mujer y yo aterrizamos en el aeropuerto de Newark y, desde entonces, al buen tipo con una pistola no se le ha visto apenas el plumero.
![]() |
Bill Daggett, ¿buen? hombre con una pistola |
Porque
como idea está bien. Las teorías grandilocuentes quedan siempre muy cuquis
sobre el papel. El problema es que, a la hora de la verdad, a pocos buenos
tipos con una pistola se les ocurre cruzar su camino con un pirado sin nada que
perder armado con un rifle semiautomático y munición suficiente como para acabarse
el Doom seis veces. Y es que el único espacio que permite tales
heroicidades es la gran o pequeña pantalla. El héroe solitario en desventaja
enfrentado a las hordas del mal pone gente en la butaca y da dividendos a las
productoras porque a todos nos gusta ver a McClane patear culos de terroristas
germanos. Con un tono más realista que las aventuras vividas por aquel policía irlandés
y paleto en la torre Nakatomi, “Run, hide, fight” nos da un rato de
entretenimiento, lo cual no es poco en estos días.
![]() |
McClane, buen hombre sin lavadora |
Cantaba Serrat, no mucho tiempo atrás, un intenso poema sobre la
vida de dos vagabundos que conocen a un señor de alta cuna. Benito, el mendigo
que da título a la canción, es conocido solamente a través del soliloquio del
otro menesteroso que se presenta ante su interlocutor como un caballero caído
en desgracia. En el proceso de vender su mala fortuna, el pordiosero con
delirios de grandeza no duda en catalogar al pobre Benito como un muerto de
hambre que vendería a su madre por un cartón de vino.
![]() |
Hay supervillanos de Marvel con menos pinta de supervillanos de Marvel |
Al final de la canción, el pobre iluso que soñó una cena opípara y
conversación con la alta sociedad, despierta a un mundo de miseria y escasez,
cada vez más vacío al fallecer el denostado Benito por el frío y el hambre.
Ante la caída de su compañero, el narrador que en boca de Serrat lleva
un rato hablando de sus grandezas, destapa sus miserias al robarle los
calcetines a su fallecido camarada y darse a la fuga.
Resulta difícil hacer, hoy en día, una película que haga disfrutar a los
que crecimos con el séptimo arte de los ochenta y noventa. Somos gente vieja,
caduca y obsoleta. Mareados por los giros de cámara, por los personajes vacuos
y las historias sin rumbo. Tan incapaces de recordar los nombres de los héroes
de acción modernos como de olvidar aquel primer encuentro con Indiana Jones,
Número 5 o aquel cabrón de Gremlin de pelo blanco. La memoria y la nostalgia
ocupan un primer plano y causan tal telón de acero que pareciera que somos
impermeables a nuevos conceptos. Es por ello por lo que recomiendo disfrutar de
esta “De amor y monstruos”. Una película clásica, con sus limitaciones y
sus maravillas.
![]() |
Los efectos especiales están muy bien |
Se dio la coincidencia de que empezamos a ver esta peli tras visionar parte
de “Super 8”. En 2011, Spielberg
y JJ. Abrams intentaron traernos las aventuras de nuestra niñez.
Historias que incluían habitualmente a un grupo de prepúberes corriendo hacia la
aventura que significa hacerse adultos. El pasado y el presente de los
blockbusters entregaron una película correcta, pero tan forzada que era incapaz
de retrotraernos a nuestra infancia. Los que crecimos en la prehistoria nos enamoramos
de la belleza de lo simple y esa belleza está plasmada en la historia que nos
entrega este año un director casi novel, Michael Matthews, que con lo que
Marvel se gasta en café nos entrega esta aventura que no engaña a nadie
ya desde el título. Incluye amor y monstruos.
![]() |
Super 8 y los molestos brillos de JJ Abrams |
Existe un momento en la existencia en el cual la vida pierde parte de su
encanto. Encerrado entre cuatro paredes, en una oficina ajena a la luz del sol,
con el tiempo justo para comer tu almuerzo y volver al trabajo, la mente
abandona toda esperanza de bienestar y se impone una terapia. Es la oportunidad
de encender una bombilla, hacer una llamada a lo racional, a lo vital y a lo
fundamental. Es, en suma, ese instante en el que todo cobra sentido y eres
consciente de que se impone una retirada estratégica al mundo del absurdo. Ha
llegado la hora de comerte unos macarrones con chorizo y leer un Mortadelo.
Está muy en boga la profesión de opinador, oficio que permite a quién lo desempeña
el decir, desdecir y contradecir cualquier cosa acerca de cualquier tema. Lo
bueno de este tipo de ocupación es que autoriza a esgrimir una maestría sin
igual en cualquier campo. Así tenemos peritos del séptimo arte metidos a
epidemiólogos, talentos musicales con un envidiable conocimiento de la
situación geopolítica actual, o licenciados en ciencias de la información que
lo mismo destapan tramas de corrupción del más alto nivel que elucubran sobre
la marca de gomina de la última y fulgurante estrella del Real Madrid.
![]() |
Inda ha aprendido tanto de fútbol que ya puede hasta simular agresiones |
Renacentistas mujeres, hombres y viceversa que, puestos a opinar, no conocen límites para su imaginación, lo cual está muy bien. Ponerle un candado a la mente humana es poco menos que una tropelía, ya que de las mentes más insospechadas puede surgir una idea genial. Claro que esperar lo inesperado no es siempre la mejor opción, así que la pregunta que cabe hacerse algún día es, ¿por qué de súbito la lista de voces versadas en cualquier área se alimenta casi exclusivamente de presentadores de televisión, tertulianos, actrices o tonadilleras mientras se obvia a los verdaderos expertos?
![]() |
Ejemplo de científico tras discusión con reina de la farándula |
![]() |
Niña del Exorcista silenciando un cine |
![]() |
The ring, cagazo desde el minuto cero |
![]() |
La Maud en cuestión en plena fiesta |
Saint Maud no es una película para todos. Es lenta, rara y su personaje principal hace todo lo que puede para resultarnos distante. Maud (o Kate como la llaman sus antiguas compañeras de trabajo) es una chica que trabaja de enfermera y que, por lo que se descubre más tarde, vivía su vida alegremente, como cualquier otra. Un accidente fatal con un paciente la lanza a los brazos del extremismo religioso y ahí empieza el declive de Maud. Durante el metraje asistiremos al día a día de una chica que cree hablar con el Señor, tiene unas revelaciones casi orgásmicas a lo Santa Teresa y, básicamente, parece estar como una cabra.
![]() |
Maud cantando un gol de Djurdjevic |
¿O no? Spoilers después de la publicidad.
![]() |
Igual algo hay de certeza en su locura |
Los habitantes de la piel de toro tendemos a hablar de la idea de las “Dos Españas” como si se tratase de
una anomalía, de una excentricidad propia a nuestra naturaleza más
consustancial. Aunque la existencia de dos líneas divergentes de pensamiento
político, social y hasta balompédico es inherente a lo español, no es una
propiedad exclusiva de los habitantes de la península ibérica. Esta bipolaridad
es extensible a otros países y, qué duda cabe, un país tan habituado a copiar e
importar como es Estados Unidos, ha incorporado esta dualidad haciéndola suya.
No olvidemos que los estadounidenses han adoptado una dieta basada en la pizza,
los tacos y el pollo kung pao, así que queda claro que no son ajenos al hecho
de incorporar recetas foráneas. Por tanto, una vez excluida esa idea de que los
españoles somos los únicos que nos escondemos en el eterno guerracivilismo para
identificarnos como miembros de éste o aquel bando, pasemos a lo que ocurrió el
día de reyes en territorio comanche.
Parece el campo del Galatasaray |