martes, 12 de enero de 2021

ASALTANDO EL CAPITOLIO

Los habitantes de la piel de toro tendemos a hablar de la idea de las “Dos Españas” como si se tratase de una anomalía, de una excentricidad propia a nuestra naturaleza más consustancial. Aunque la existencia de dos líneas divergentes de pensamiento político, social y hasta balompédico es inherente a lo español, no es una propiedad exclusiva de los habitantes de la península ibérica. Esta bipolaridad es extensible a otros países y, qué duda cabe, un país tan habituado a copiar e importar como es Estados Unidos, ha incorporado esta dualidad haciéndola suya. No olvidemos que los estadounidenses han adoptado una dieta basada en la pizza, los tacos y el pollo kung pao, así que queda claro que no son ajenos al hecho de incorporar recetas foráneas. Por tanto, una vez excluida esa idea de que los españoles somos los únicos que nos escondemos en el eterno guerracivilismo para identificarnos como miembros de éste o aquel bando, pasemos a lo que ocurrió el día de reyes en territorio comanche. 

Parece el campo del Galatasaray

Resulta obvio que generalizar es un error grave en el que voy a caer sin mirar atrás. Englobar a unos trescientos millones de habitantes en bandos o grupos es algo simple, sencillo y poco riguroso, así que, aunque con algún pequeño matiz, no voy a dudar en hacerlo separando a los Estados Unidos en dos Américas divididas por el amor y el odio a la figura del presidente estadounidense. 

Hoy en la 2, la berrea y el celo del ñu de las marismas

Las recientes elecciones dejaron claro que existe un cierto equilibrio entre los partidarios de Trump y sus detractores. Y digo detractores porque la figura del anaranjado presidente ha logrado, para su placer personal, que el mundo orbite en torno a él. De tal manera, el partido demócrata no buscó al mejor candidato posible, sino que se lanzó a lo seguro y presentó al candidato más olvidable y blanco de cuantos podía presentar. El remdio anti-Trump no podía situarse en el extremo. Es por ello que sugerir a una candidata presidencial de sexo femenino y que se aleja de lo caucasiano era una idea imposible. Lo mismo que escoger a un homosexual como Pete Buttigieg o a un descarnado socialista (crimen de lesa majestad para algunos) como Bernie Sanders. Los demócratas apoyaron a Biden por una sencilla razón. Para mantener la balanza lo más equilibrada posible. Cualquier otra elección habría culminado en desastre.

El loco mito de las rubias tontas

Hablemos en plata y con palabras estridentes. Presentar como candidato a la presidencia a una fiscal de excepcional recorrido, un ex militar con una buena retórica o un socialista con varias décadas de experiencia habría hecho saltar el delicado balance por los aires por la estúpida razón de que muchos americanos nunca aceptarán que los gobierne una negra, un rojo o un maricón. Somos gente simple, y los americanos más. Cuando ven a Kamala, Bernie o Pete, se olvidan de su bagaje y se quedan con el trazo grueso.

Pete Buttigieg apunto de autosantificarse

Y eso es algo que aprovechó el pinturero presidente estadounidense que ha entendido, dentro de las limitaciones de su precario estado mental, como jugar al juego de la política con una sociedad estadounidense pendiente de sus exabruptos morales como si se tratase de un episodio del show de las Kardashians, inconscientes de que Trump no es nada más y nada menos que el breve piloto que se enciende cuando el motor está dañado. Una señal de un problema, pero no el problema en sí.

Las Kardashians gastan más en Photoshop que en ropa

Así que cuando Trump arenga a las masas a que invadan el mundo en su nombre, el problema no está en el coronel, sino en el ejército. Que tipos vestidos de búfalo, chamán o charrán, armados y peligrosos, logren entrar en un edificio como el capitolio de Washington, es un problema grave, pero tampoco tanto. Lo grave es que millones de personas (muchos millones) entiendan que Donald es la solución a su desdicha, lo cual me hace pensar que la miseria moral, cultural y ética en la que se encuentran estos muchachos es más profunda de lo que parece. Que tu tabla de salvación sea un tipo incapaz de formular dos pensamientos consecutivos sin repetir cincuenta veces las mismas palabras resulta terrorífico. Que millones de personas estén dispuestas a asaltar un edificio público, crean que en una pizzería de Washington Hillary Clinton bebe sangre de niños, o ubiquen la partida de nacimiento de Obama en Ulan Bator es simplemente impropio de una sociedad civilizada y mínimamente educada.

Si hubiese podido escoger, Obama se habría hecho asturiano

Y creo que ahí está el problema. Algunos creen que el veinte de enero Biden dará un discurso mágico y todos se abrazarán imaginando un mundo de paz, amor y unicornios que orinan arcoíris. Pero no. Ahí siguen setenta millones de americanos que consideran que se les debe algo. Que creen que Trump era su oportunidad de salir de los opiáceos, la miseria y la inmundicia. De tomar lo que creen que les pertenece, por lo civil o lo criminal. De recuperar el nivel de vida que les robaron negros, latinos y demás maleantes. Esa América no desaparecerá. Pero hay, al menos, dos américas. De la otra depende capear el temporal. Para ello deben dejar de mirar al rechoncho loco naranja y volver a lo que importa. Una sociedad fracturada no se recompone de hoy para mañana. En España todavía hablamos de falangistas, proetarras y estalinistas como si fuesen personajes de nuestro tiempo y no de una era anterior. Los estadounidenses están a tiempo. De ellos depende, aunque no será fácil. Para la ruptura total solo se necesita una versión 2.0 de Donald. Una nueva interpretación de este pirómano, pero inteligente y realmente malévola que sepa sacar partido a ese enfado para esculpirlo y darle forma. El tiempo dirá. Solo queda esperar.

Siempre votaré por el Presidente Camacho


2 comentarios:

  1. Trump era en el fondo un oportunista que solo miraba por sí mismo y sus chorradas no se las creía ni él, eran simplemente el medio para llegar a su fin, que era ser presidente y luego seguir ahí. Miedito da que salga otro iluminado y convencido de todo lo que pregonaba Donnie y sepa vehicular a toda esta masa amorfa.

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    1. Yo sigo creyendo que el pacto de Trump y Melania era así. Trump se presenta, hace ruido mediático, palma pero sale a primera línea (casi como un friky pero a nivel dios), se hace famoso relevante y le entra pasta bien, Melania se divorcia y saca un libro, Melania se forra, Trump se forra y todos contentos.
      Un hombres, mujeres y viceversa nivel dios que salió mal.

      Todo se andará. 2021 acaba con Melania y su libro destapando mil cosas. Me juego un meñique.

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