jueves, 30 de septiembre de 2021

ESPAGUETI BREXIT

Cuando el señor Trump tomó el mando de los Estados Unidos, el shock que golpeó a algunas de las voces discordantes con el presidente (léase Stephen Colbert o similares) fue el darse cuenta de que un tarado con menos luces que un barco pirata había tomado al asalto el sillón de presidente. Les dolía tanto Trump que no se pararon a pensar en que allí había llegado un señor auspiciado y apoyado por los votos de sus conciudadanos en una elección legítima y libre. Durante cuatro años, los enemigos del presidente utilizaron sus plataformas y su talento para descargar fuego y furia sobre el loco del pelo rojo. Sin embargo, pocos apuntaron a la base del problema (Jordan Klepper y pocos más). Que un demente se siente en el trono gracias a la voluntad de sus súbditos dice más de los votantes que del votado. Es por ello por lo que, aunque diluido, el problema que llevó a Estados Unidos a convertirse en una broma colosal sigue ahí. Posiblemente por mucho tiempo.

Quizá la mayor diferencia entre Donald y su primo de este lado del océano Atlántico, el señor Boris Johnson, es que Trump no mentía durante su campaña. Se mostró abiertamente al mundo y expuso sus ideas libre y claramente. Los mejicanos eran un problema, los musulmanes otro, los socialistas, los comunistas, estos y aquellos. Basó su triunfal estrategia en enemigos inexistentes en los que él, y muchos como él, creían y creen a pies juntillas.

Por otra parte, las travesuras que llevaron a Boris al lugar donde está hoy en día se basaron en conceptos más espurios y etéreos. Los votantes a favor del Brexit podían elucubrar sobre la pérdida de soberanía o las diferencias culturales con respecto a los europeos, todos ellos conceptos menos concretos que el peligro que supuestamente traían consigo a territorio estadounidense los violadores narcotraficantes y cantantes de rancheras. Como al final somos todos primos hermanos, resultaba ser que los Brexiters estaban principalmente preocupados por la inmigración masiva que eliminaba puestos de trabajo y obligaba a los buenos ciudadanos de la Reina Isabel a sufrir el paro, la miseria y la ignominia.

Así que se vota y gana el Brexit. Todo bien, sigan jugando. Yo, particularmente, no he encontrado ningún problema o falta desde que llegué a estas tierras. Como me pasara en los territorios estadounidenses o en tierras neerlandesas, el recibimiento de los hijos de la Gran Bretaña fue de lo más cordial y en esas seguimos. El problema es que la vida escribe dramas que merecen contarse y, en este caso, esta eterna introducción sirve únicamente para trasladar la breve historia que llegó a mis oídos hoy por la mañana.

Conmigo trabaja una señora de ascendencia griega, pero con sentimiento inglés a fuerza de haber vivido aquí gran parte de su vida adulta. Para ella, el Brexit era la única solución y Alemania y Merkel eran poco menos que el gran Satán devorador de la riqueza de Grecia y destructor del Reino Unido. Votó por abandonar Europa y lo celebró con mezcla de orgullo y jolgorio. Eso fue antes. Hoy, la buena mujer venía de hacer la compra. Rostro compungido, pesarosos los pies. “No hay espaguetis en el LIDL”, oh campos de soledad, mustio collado, “Ni salsa de tomate”. No quise decírselo, pero yo tengo salsa de tomate y macarrones en casa. Embutido español también, puesto que mañana pienso sublimar esa obra de arte culinaria que son los macarrones con chorizo. Sin embargo, parece que una mano oscura ha afectado de manera fatal al puchero de mi compañera. 

Bocato di cardinale

Se calcula que hay más de ocho millones de habitantes del Reino Unido que son “económicamente inactivos”. Ello significa que hay ocho millones de desempleados que no están buscando trabajo de manera activa. Mientras tanto, no hay camiones, no hay gasolina y no hay espaguetis. La solución parece pasar por movilizar al ejército u ofrecer unos permisos de trabajo especiales a transportistas europeos. El problema es haber pensado en que, ya que el rumano viene a quitarte el trabajo, el español a delinquir y el marroquí a adoctrinar, mejor nos los quitamos de encima y así seremos más felices. Luego no hay con que cocinar un plato de lentejas y la culpa es del chachachá. No le dije nada a mi amiga griega. Con tal drama vital, no creí que fuera el momento para el tan manido "a disfrutar de lo votado". Para mí, es hora de apechugar con lo que se hizo bien o mal y responder por nuestras cagadas. Al final, la culpa no es siempre de Boris, Donald, Angela o Pedro. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio (o no), pero mientras tanto, habrá que decir adiós a determinados placeres culinarios y confiar en que lo de los espaguetis sea lo de menos.



2 comentarios:

  1. Correcto. La demagogia convence y se paga.
    Puede que sea poco popular pero en mi humilde opinión que se quisiera condenar a Trump por el asalto al capitolio me parece ridículo. Los culpables son los cafres que lo asaltaron. Si uno no distingue que asaltar el capitolio o estar a favor del Brexit tiene sus riesgos es que hay un problema cognitivo de base.

    Vivo en Cataluña y existe mucha gente independentista “por interés” que desconocen y no quieren conocer las consecuencias que tendría salir de España. También hay independentistas de corazón, que no saben ni castellano que tienen todo mi respeto. Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Es un problema de base, de cultura. No tengo duda. Estamos en un mundo donde gente trata de luchar contra el covid tomando un fármaco antilombrices que se inyecta a los caballos por vía anal. Cualquier lerdo pone algo en facebook y ya se convierte en dogma.

      Ningún Brexiter me ha dado ninguna razón realista para votar sí. Esa idea de autogobierno y blablabla no tiene nada detrás por cuanto el autogobierno no existe, y menos en una isla separada del universo e incapaz de generar algunos recursos básicos. Si tú me dices, mira, Asturias independiente y este es el plan económico, social y cultural para que Asturias levante cabeza y pueda subsistir más que dignamente, pues a lo mejor me gusta y estoy de acuerdo, pero un "seamos independientes porque sí" y con milongas y cuentos de la lechera... pues no. Con el corazón, el Sporting va a ganar la Champions, pero la realidad es la que es.
      Abrazos.

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