lunes, 31 de octubre de 2011

ESTO ES HALLOWEEN

-¿Puede levantarse el acusado?-
El juzgado estaba en silencio, como un cementerio. La descripción de los hechos en las jornadas anteriores había dado evidencias de la culpabilidad del acusado, Jack Martel, pero su abogado, sabiendo que la derrota era evidente de antemano, busco el atenuante de la enajenación. Para muchos en la sala, estaba claro que Jack no estaba bien de la cabeza.
-Tras las pruebas mostradas a este tribunal, queda claro que el acusado, Jack Martel, asesinó a veintisiete personas mediante el uso de objetos afilados. Que tras ensañarse con las víctimas profanó de diferentes maneras sus cuerpos y que los enterró, según sus propias palabras- El juez hojeó el acta del juicio –por ser de gran utilidad al mundo como abono. Este tribunal le declara culpable de tales hechos- La sala no estalló, no hubo vítores ni alegría por parte de los familiares de las víctimas, hacinados en el juzgado, no por las escasas dimensiones del mismo, sino por la gran cantidad de público presente –Por otra parte y dadas las alegaciones de la defensa, este tribunal admite que el acusado, Jack Martel, no estaba, ni está, en plena posesión de sus facultades mentales. Su estado mental enfermo ha sido comprobado y atestiguado por al menos tres expertos independientes. Por ello- la sala contuvo la respiración al unísono –Este tribunal castiga al acusado con su ingreso en el ala de máxima seguridad del sanatorio mental de Darcheville, con el objeto de que sea tratado de su trastorno y que durante este tratamiento sea apartado, no solo de la sociedad libre, sino del resto de los pacientes de dicho sanatorio. Dicho ingreso se hará efectivo el próximo lunes treinta y uno de octubre. Se levanta la sesión- El golpe de mazo del juez originó un murmullo de desaprobación que se tornó en gritos e ira desmedida por parte de los afectados. Las fuerzas de orden públicas intervinieron con rapidez y Jack fue sacado de la sala por los alguaciles. El juez no le había permitido hablar tras la lectura del veredicto. De haberlo hecho, habría escuchado la canción que ahora Jack llevaba en los labios.
-Esto es Halloween, esto es Halloween, gritos en la oscuridad-
Jack ingresó en el sanatorio de Darcheville en la mañana del treinta y uno de octubre de dos mil siete, como había indicado el juez. Esposado y vigilado, Jack fue presentado al director del manicomio, el doctor Weller.
-Señor Martel- dijo Weller -¿Sabe usted porque está aquí?-
- Yo soy el monstruo que se esconde en todas partes, dientes afilados, ojos muy brillantes- respondió Jack cantando con voz dulce y ojos divertidos. Weller puso un gesto extraño en su cara.
-Es lo único que dice- interrumpió el representante legal de Jack –desde el juicio solo canta esa canción-
-¿Qué canción?- preguntó Weller.
-Ya sabe doctor Weller. Si tiene hijos seguro que la ha visto. No para de cantar la canción de “Pesadilla antes de Navidad”. Es una película sobre…- Weller hizo un gesto para interrumpir la frase del abogado. Con una sonrisa hizo ver que sabía de qué le hablaban.
-Tiene razón- dijo Weller –La he visto con mis niñas-
- Esto es Halloween, esto es Halloween- dijo Jack ausente, como queriendo dar la razón a Weller.
-Bien, no parece receptivo- dijo Weller –Llevadlo a su habitación en máxima seguridad-
Dada la orden, los celadores Swift, Burroughs y Dick recogieron a Jack. Al tener pies y manos esposados, le costaba andar, así que le sentaron en una silla de ruedas atándolo a la misma. El trío de empleados era corpulento y acostumbrado a trabajar con pesos muertos, así que no les costó mucho mover al delgado Jack. Salieron por el pasillo con el preso en dirección al jardín. La sala de máxima seguridad era un bunker en el exterior del hospital. Para llegar a ella había que salir del edificio principal, cruzar dos puertas cerradas y vigiladas por guardias y atravesar decenas de metros de jardín. Todo el edificio de seguridad estaba rodeado por una alta alambrada y las puertas eran dignas de una cámara acorazada. Sin permiso, y sin llaves era imposible salir de allí y los cuatro guardias que custodiaban el edificio eran los únicos hombres armados de todo el sanatorio.
Swift empujaba la silla de un alegre Jack. -¿estás contento chico?- le susurró al oído –cántame algo de esa canción que tanto te gusta. Hoy es Halloween- Jack no respondió.
-Parece imposible que este mierda haya asesinado a tanta gente- dijo Dick sin encontrar respuesta por parte del insultado -¿Cuánto pesas, cacho de mierda? ¿Cincuenta kilos?- Jack no respondió –No hay un puto gramo de músculo en todo su cuerpo-
- Niños, niñas y los demás, si venís os voy a enseñar algo extraño que hay aquí, la ciudad de Halloween- canturreó Jack. Burroughs dio un paso al frente y se situó ante la silla frenando a Swift. Se agachó hasta que su cara quedó a la altura de la del preso.
-Sé que vas puesto hasta las orejas de pastillas. Sé que el doctor Weller dice que parecen no afectarte y por lo que veo te gusta Halloween- dijo Burroughs como hablando con un niño –Pues bien, Halloween no es una fiesta aquí, ¿lo sabías?- Jack puso una mueca de tristeza en su rostro –La razón es simple. En este sanatorio, Halloween es una noche de terror real ¿Has oído hablar alguna vez de “La triste” Mary?-
- Escuchadme con atención sin terror no hay emoción- canturreó Jack.
-Eso es, escucha- respondió Burroughs – “La triste” Mary, murió en este sanatorio en Halloween y cada treinta y uno de octubre aparece por los pasillos para torturar a los pacientes. Es verdad la han visto muchos-
-Aquí todo el mundo ve cosas- interrumpió Swift –por eso están ingresados- los tres sonrieron, pero Burroughs continuó su historia.
-Yo la he visto, y Dick también, ¿Verás hoy a Mary?- Jack se limitó a sonreír.
-Es una pérdida de tiempo absoluta- indicó Dick –Este cabrón está en otro mundo- Los cuatro prosiguieron viaje hacia el ala de máxima seguridad. Tras superar todos los escollos destinados a evitar la salida del único ocupante de esa ala, los tres celadores dejaron a Jack en sus nuevos aposentos.
-Hasta mañana en la tarde no vendrán a verle ¿Qué os parece si lo dejamos esposado para que pase una buena noche?- Swift y Dick no parecían muy convencidos pero Burroughs era un hombre poco templado y en cierta medida asustaba a sus compañeros, así que Jack pasó completamente inmovilizado y aislado su primera noche en Darcheville. La noche de Halloween.
La historia de ”La triste Mary” había comenzado tres años atrás con la Mary real. La primera mujer que estuvo aislada en máxima seguridad. Tras tres noches llorando sin parar sin que nadie hiciese nada por ella, asesinó al primer médico que la atendió y golpeó a los celadores con una fuerza inusitada. La aislaron y encadenaron en máxima seguridad. Al día siguiente, tras una noche de Halloween de llantos, Mary apareció con las muñecas desangradas y abiertas a mordiscos pese a las cadenas que la sujetaban.
La noche de Halloween en la que Jack llegó a Darcheville, a las dos de la mañana, los gritos de terror comenzaron a extenderse por el pabellón femenino. Las voces decían que Mary paseaba por allí. Nadie hizo caso. La seguridad del sanatorio no respondió. Pasos pesados se oían por los corredores, acompañados por un lamento, un lloro frío y desgarrado, monocorde e inhumano. Una de las pacientes, decidió asomarse a la ventana de su habitación. Cuando lo hizo, una cara horrible se asomó al otro lado del cristal. La mujer cayó hacia atrás mientras la puerta se abría lentamente. En su habitación penetró una figura de pesadilla. Una mujer enorme con los hombros caídos. Vestida como una dama del antiguo sur estadounidense. Con el pelo cayéndole por el rostro y arrastrando sus pies. La figura fantasmal levantó la cabeza y profirió un lamento agudo y horrible. La pobre mujer enferma, no pudo más que acurrucarse contra la pared de la habitación y desmayarse, no sin antes perder el control de sus esfínteres. “La triste” Mary abandonó la habitación cerrando con sumo cuidado la puerta. Avanzó por la sala de rehabilitación y salió al pasillo exterior. Allí comenzó a reírse haciendo poco honor a su nombre.
-Bajad aquí- dijo Burroughs a través de su Walkie –Hay que ir al pabellón masculino a reírnos un poco-
-Vale- chisporroteó una voz robótica e inidentificable.
El celador se quitó la máscara y se aflojó el vestido, robado a su abuela, una mujer enorme cuyos genes habían llegado al fornido celador. Burroughs había ideado esta broma tras la muerte de la verdadera Mary. Al ver como el rumor de la presencia de una fantasmal mujer se corría entre los pacientes del psiquiátrico, decidió darle forma a la leyenda y crear la figura monstruosa e interpretarla. Sus compañeros permitían esa noche de correrías que Burroughs disfrutaba como un niño.
Pasados unos minutos Burroughs observó en la oscuridad del psiquiátrico, la silueta de un hombre vestido con el pijama de celador – ¿Has visto? Joder lo que me he reído tío. Cada año es mejor. ¿Swift?- Nadie le respondió. De pronto la figura que veía se cayó como si fuera un títere sin cuerdas. De rodillas, inerte. Burroughs, pasada la sorpresa inicial, corrió hacia él. Cuando llegó a su altura, Swift estaba muerto, degollado desde atrás. Una cantinela llegó a oídos de Burroughs.
- Mi ciudad, os encantará, todo el mundo sabe que algo va a pasar-
Burroughs se giró para ver a su asaltante, pero no reconocía de donde provenía la voz.
- Yo soy aquel al que nunca veis, yo soy el viento estremecedor- La canción llegaba de todas partes como en un susurro llevado por el viento.
Burroughs comenzó a asustarse y trató de correr en dirección a la garita de los guardias pero el vestido le dificultaba la movilidad. Ansioso y aterrorizado, se lo arrancó, más que quitárselo y echó a correr en ropa interior. A toda velocidad cruzó la oscura sala de juegos, pero se detuvo a medio camino al oír un siseo. En el centro de la sala, rodeado de juguetes y figuras de peluche, vio una figura sentada en una de las sillas. Su respiración parecía entrecortada. Burroughs hizo acopio de fuerzas y se acercó despacio por la espalda del individuo. Al llegar vio a Dick, con el pecho abierto, tratando de respirar pero escupiendo sangre, más muerto que vivo. Burroughs se echó las manos a la cabeza al ver toda la sangre que manaba del cuerpo de su moribundo compañero.
- Junto a ti yo soy feliz trabajando en Halloween- volvió a resonar una dulce voz por el pasillo.
Burroughs se lanzó en loca carrera y sacó sobre la marcha las llaves para entrar en la garita de seguridad. No sin esfuerzo abrió la puerta y entró en la sala. La cerró con llave y encendió la luz, solo para comprobar que los dos encargados de la vigilancia nocturna estaban degollados y con las cuencas de los ojos vacías. Burroughs quería llorar, sentía que se desmayaba, pero en la garita había un teléfono. Fue a cogerlo cuando de la oscuridad surgió un susurro.
- Mira dónde vas, muy bien escondido hay algo que te asustará y te hará ¡gritar!-
Burroughs saltó hacia atrás dejando caer el teléfono. Jack vestido con la ropa de Mary estaba ante él. Los ropajes eran gigantes, preparados para Burroughs, y aún así parecían quedarle perfectos al escuálido Jack. Burroughs lloró y gimió pidiendo clemencia.
-Si queréis apostar, tira el dado y a jugar, brilla la luna en la oscuridad- canturreó en silencio Jack antes de clavar un enorme cuchillo en la cara del celador.
-Esto es un horror- dijo la mañana siguiente el Sheriff del condado al ver los rastros de sangre y los cinco cuerpos destrozados. El doctor Weller estaba automedicandose para superar el trauma –Cinco cadáveres en una noche, es acojonante- Ojeó unos papeles hasta que dio con algo que llamó su atención y que señaló con el dedo –¿Tenéis a Jack Martel aquí?-
-Llegó ayer- dijo Weller, pensábamos notificárselo hoy.
-Caso cerrado- dijo el Sheriff –Vamos-
-Pero- titubeo Weller –los datos de seguridad dicen que no salió de su habitación. Los guardias del ala de seguridad estaban en su sitio y no han sufrido daños- El Sheriff hizo caso omiso y los dos avanzaron hacia la habitación de Jack.
Al llegar, uno de los celadores del ala de máxima seguridad confirmó que todo había estado en calma esa noche. Abrió la puerta mientras el Sheriff desenfundaba su revólver. Jack estaba esposado de pies y manos a su cama. Dormido y con su traje blanco de recluso absolutamente impoluto. El Sheriff titubeó y entró en la sala –Las cámaras se estropean, los celadores corren por todo el edificio hasta morir, el máximo sospechoso está encadenado a la cama en un sitio del que no saldría ni Houdini- Se rascó la cabeza -¿Qué coño ha pasado aquí?-
-¿Ha oído hablar de “La triste” Mary? Dijo el recién despertado Jack, sin canciones infantiles en sus labios.









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