sábado, 19 de noviembre de 2011

PROPIEDAD INTELECTUAL

Hoy he ganado en mi pachanga sabatina. El resultado ha sido una victoria por cuatro a dos. Pese a no haber jugado del todo mal, dos errores míos han costado los dos goles en contra. Las cosas como son. Hay que saber estar y aceptar aciertos y errores. 
¡Despejaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Cuando he llegado a casa, viendo un programa cinematográfico, hablaban de la producción de Tim Burton e incluían entre sus películas la excelente “Pesadilla antes de Navidad”, en la cual está acreditado como uno de los tres guionistas participantes. No soy un fan de Tim Burton, el cual creo que lleva años repitiendo una y otra vez la misma fórmula cansina y autocomplaciente, con los mismos actores, mismas manías y casi las mismas historias. Le reconozco virtudes. Admiro su trabajo en Big Fish, quizá una de las películas más alejadas de su eterna y repetida estética. Esta película sobre las aventuras y desventuras vividas por un hombre, ya moribundo, el cual se las narra a la mujer de su descreído hijo, me parece tierna y hermosamente realizada y con un final que me lleva a la lágrima en cada ocasión que lo veo. También me agradó su visión de Oswald Chesterfield Cobblepot y de Selina Kyle en Batman Vuelve. Sobre todo la hermosa muerte del malvado Pingüino, llena de sensibilidad y acompañada de la bella partitura del músico de cabecera de Burton, Danny Elfman.
Papelazo de de Vito
Pero me niego a seguir oyendo hablar de Pesadilla de antes de Navidad como una obra cien por cien burtoniana. Ha puesto su grano de arena y eso es incuestionable, pero ¿acaso alguien se refiere a la película de Batman como el Batman de Sam Hamm? Sam es el guionista, supuestamente junto a Bob Kane (luego volveré con lo de supuestamente), de esta cinta. Sin embargo todo el mérito de su éxito se atribuye a Burton, por tanto ¿Cuál es la razón para que en Pesadilla antes de Navidad, el director Henry Selick no se haya comido un colín? Selick es un genio del stop-motion y creador de películas de nivel como James y el melocotón gigante o Coraline. Su habilidad en el manejo de las marionetas y en la personalidad otorgada a Jack Skellington, Sally o al alcalde de la ciudad de Halloween, no ha sido suficientemente recompensada y la película siempre ha llevado como subtítulo “de Tim Burton” sin que el veterano director haya abierto la boca y reconocido su real participación en la obra.
"Me lo voy a llevar muerto"
La razón de esta atribución, a mi parecer errónea, se debe a que Disney tenía en plantilla a Burton, pero tras el corto Frankenweenie, lo despide de manera fulminante. Tras el éxito recogido por Tim con sus dos Batman y Beetlejuice (otra buena película), Disney vuelve a contratar al californiano y se genera esta película. Para intentar atraer al gran público y unir su nombre al del director en boga de los primeros noventa, deciden poner a su nombre la película y al resto que le den dos duros.
"Tú no hagas ná, no sea que te hernies"
Soy partidario de que una película y cualquier trabajo, dependen de todo el equipo que los lleva a cabo, con una mayor importancia para unos que para otros, pero en cierta medida el equipo lo es todo y por eso estos casos me parecen sangrantes. De paso, vuelvo con Bob Kane, del que no me creo que participase (esto es personal) en el guión de la película sobre su personaje. Durante mucho tiempo Kane se atribuyó la exclusividad en la creación de Batman y el Joker. Pese al reconocimiento internacional y público, Stan Lee nunca ha negado que Spider-man es tan creación suya como de Steve Ditko, sin embargo, Kane, dibujante, se atribuyó todo mérito sobre los personajes, negando el trabajo de Bill Finger o Jerry Robinson. Todo el mundo del comic se ha posicionado frente a él y han defendido el trabajo creativo de estos dos últimos, hasta que al final el reconocimiento ha sido unánime.
Stan. Siempre un ejemplo de saber estar.
 No sé cuáles son las causas comerciales o los temas personales que llevan a una persona a apropiarse del trabajo, el esfuerzo o las creaciones de otros, y me parece muy indigno y despreciable. Aquí sé que hay dinero de por medio, pero este tipo de situaciones lo he vivido en personas muy cercanas, por razones tan peregrinas como el simple ego o llanamente por trepar y esconder una incompetencia y la verdad, y para acabar bien, me jode, ¡uy cómo me jode!

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