Soy un gran amante de esa rama del cine
conocida como “Ciencia Ficción”. El
cine de este tipo ha pasado por diferentes etapas. Del “Pulp” más tradicional plagado de marcianos verdes y rayos láser a
las “Space Operas” donde tragedias y
dramas espaciales se entretejían con el uso de espadas láser (sin láser no hay
nada que hacer en el futuro), siguiendo por el toque “Realista” que es un poco el que se busca actualmente.
Tras un año desastroso en cuanto a cine con
sonoros batacazos (en lo que a mí respecta) como “Pacific Rim” o “Man of Steel”,
han sido dos producciones norteamericanas pero de creador no nacido bajo las
barras y estrellas las que han venido a darme una buena semana de cine.
Alfonso Cuarón, mejicano que ha ido escalando
peldaño a peldaño hasta alcanzar su status de director de reconocido prestigio
en Hollywood nos entrega “Gravity” a
la que llamo Ciencia Ficción sin razones evidentes puesto que para mí no entra
en los cánones del género y aún así no sabría como encuadrarla en otra rama del
séptimo arte. “Gravity” narra como
dos astronautas en misión rutinaria son bombardeados por los restos de una nave
rusa que se encuentran en órbita alrededor de la Tierra. La huída en busca de
una cápsula que permita el regreso a casa es rodada con pulso y calidad. Las escenas
de destrucción son espectaculares y realistas haciéndote sentir dentro de la
situación en cada momento. Una película simple y honestamente buena, con una
historia sencilla y una calidad por encima de la media. Tiene algún momento
bajo en el que parece que no pasa nada, pero el reloj de cuenta atrás de Sandra Bullock que marca el retorno de
la lluvia de basura espacial siempre adelanta algún momento de emoción e
intensidad. Una excelente película unánimemente alabada a todo nivel, tanto
interpretativo como técnico, pero para mí inferior a la siguiente.
“Elysium”
de Neill Blomkamp, sudafricano que se
destapó con “Distrito 9” como un
excelente realizador, y que vuelve a la carga con una película que, a mi gusto,
no ha sido valorada como se merece. Blomkamp
es amigo del tipo de “Ciencia Ficción”
que me gusta. Esa en la que pese a que lo que sucede en pantalla está poblado
de droides, naves espaciales, estaciones orbitando y demás estereotipos de la “Ciencia Ficción” clásica, siempre queda
un resquicio de realidad, algo que permite que te acerques a ese universo
paralelo sin salirte del tuyo propio. En “Distrito
9”, Blomkamp nos hablaba del
racismo de una manera no novedosa (“Alien
Nación” trajo el tema tiempo atrás) pero sí de manera intensa y con una
capacidad artística por encima de la media. La trama de la invasión
extraterrestre dejaba paso a un drama social invadido por alienígenas y armas
de destrucción masiva.
Es de nuevo el drama social el que impulsa “Elysium”, una película donde los pobres
son muy pobres y los ricos tan ricos que ya no tienen ni que vivir cerca de los
que están por debajo en la escala social. Las diferencias individuales son
retratadas de la forma más visual posible. Ellos están arriba, en las
estrellas, en Elysium, y los otros,
los pobres, solo pueden mirar hacia arriba, hacia lo inalcanzable. Supongo que
a Mariano Rajoy le pareció una comedia costumbrista.
Pero no lo es. La película gira en torno a la
liberación de Elysium para que todos
puedan servirse de sus ventajas. En el edén para millonarios no hay fealdad,
gordura ni enfermedad, lo cual abunda en la tierra, polvorienta y llena de
miseria. El viaje de Matt Damon en
busca de una cura para su cuerpo irradiado se convierte en una lucha de clases perfectamente
rodada y en la que los personajes malvados
se hacen cargo de la función de principio a fin.
Desde Sharlto
Copley como desquiciado agente del orden público que se extralimita en sus
funciones a Jodie Foster como la
despiadada política que no se da cuenta de cuál es el límite de su arrogancia,
pasando por el ejemplar papel de William
Fitchner como empresario sin escrúpulos, todos ellos nos muestran
personajes arquetípicos pero fácilmente odiables, lo cual, desde el punto de
vista subconsciente, te introduce en una historia sin complicaciones y
plagada de acción (rodada un poco al estilo Chris
Nolan, lo que no es del todo positivo).
En definitiva. Dos películas decentes. No dos
obras maestras, pero sí un pequeño oasis de buen cine. Cuatro horas de
entretenimiento y viajes a otros mundos. Quizá lo más llamativo es que pese a
que “Gravity” está situada en
nuestro presente y se acerca a la realidad, me pareció más palpable el mundo de
“Elysium”.
Aunque esa idea de que los políticos
estuviesen en una estación espacial a miles de kilómetros no me acaba de
desagradar del todo.
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