En plena era de la información todavía quedan
resquicios para la sorpresa. En un mundo donde todo se sabe con meses de
antelación, lo inesperado no es tan valorado como debiera. Hoy en día cualquier
película presenta antes de su estreno un tráiler al que precede un teaser,
previamente adelantado con un mini spot y con la filtración del guion completo.
Ante esta tesitura las sorpresas parecerían cosa del pasado, pero no es así y
cada cierto tiempo nos la cuelan, generando estas engañosas y poco habituales
prácticas una respuesta en forma de enfado por parte del engatusado.
Es por ello que hoy voy a hablar de mentiras
y cortos.
No nos engañemos. No voy a hablar de Mariano Rajoy. Con Marianico sucede lo mismo que con Candyman o Beetlejuice.
Si con estos la repetición de su nombre acarreaba su aparición y una
subsecuente serie de catastróficas desdichas, con Mariano pasa al revés. No hace falta nombrarlo para que te traiga
la desdicha, pero por alguna razón desconocida, abstracta y ligada con el azar
universal, cuando se escriben las palabras “Mentira” y “Corto” en un
mismo párrafo y se presiona “Enter”,
aparece su foto.
¡Bum! Ahí está. Pero hoy vamos a hablar de
personajes más notables que el presidente español y de mentiras de otro tipo.
El año pasado se estrenó la tercera parte de las aventuras cinematográficas del
hombre de hierro. “IronMan 3” es una
buena película con un giro de guion francamente inesperado. Tras meses de
filtraciones, de observaciones depuradas y de análisis exhaustivos nadie
esperaba que el malvado “Mandarín” de
los comics se convirtiese en el borracho y pervertido Trevor Slattery a mitad
de película.
Interpretado por el maestro Sir Ben Kingsley (nacido como Krishna Pandit Bhanji),
que le confería al Mandarín una presencia y una prestancia fuera de dudas, a
mitad de metraje el telón caía y muchas verdades salían a la luz (explicando el
extraño tatuaje que lucía el líder de la sociedad de los diez anillos). La
gente se revolvió, chilló y pateó contra la ofensa la herejía cometida contra
un personaje clásico que ha cambiado innumerables veces en los comics sin queja
aparente. Yo admiré el cambio y el giro inesperado porque lejos están los
tiempos de sorpresas en medio de una película, pero sobretodo porque aumentó mi
admiración por la labor deKingsley.
Y llegamos al corto “All hail the King”. Marvel ha decidido dar un paso adelante en su labor como productora
e incorporar aquello que en los comics era un “one-shot”, una historia breve sobre un personaje secundario, al
mundo del cine. Las vivencias de Trevor Slattery en la cárcel dan para un
cuarto de hora de cine de humor del bueno por la sencilla razón que Ben Kingsley es un maestro en su trabajo
y puede romperte el corazón en “Casa de
arena y niebla”, ponerse en la piel de un malvado en "Oliver Twist", comerse la pantalla en "La lista de Schindler" o hacerte reír interpretando a un patético perdedor en este
corto.
Slattery es un politoxicómano
ególatra adicto al sexo (independientemente de con quién ya que según Trevor
todos somos homosexuales en algún momento), nulo contacto con la realidad, un
pasado como actor televisivo de éxito y sobretodo una capacidad para resultar
absurdo en cualquier situación. Y sin embargo está tan bien interpretado que da
gusto ver a un SEÑOR ACTORAZO hacer un personaje tan ridículo con tanta clase
en una historia sencilla pero decente, lejos de toda caspa, cutrerío o
zafiedad. Además al final sale otro pedazo de talento como Sam Rockwell para solaz de sus fans (uno de ellos yo).
Baste decir que en los últimos
dos meses, “All hail the King” puede
haber sido la mejor “película que he visto. Divertida, simple y con un genio
disfrutando a cada segundo de su capacidad para interpretar. Porque quedan
pocos genios como Kingsley. Quizá Meryl Streep, Kevin Spacey, Gene Hackman,
Morgan Freeman, Dustin Hoffman, Judi Dench
y alguno más, y cuando estos señores dan rienda suelta a su capacidad interpretativa
da gusto verlos independientemente del papel que hagan.
Así que mi recomendación de la
semana es que inviertan 13 minutos de su vida en ver el corto (subtitulado) y
traten de dejarse sorprender viendo a un actor clásico haciendo algo inesperado.
Si una vez visionado no les gusta, las quejas pueden dejarlas aquí y las
revisaré una a una (es mentira, no pienso mirarlas).
¡Vaya!, otra vez.
Si señor, mola!
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