SPORTING (2) VILLARREAL (3)

Poco puedo hablar del partido de ayer, y pese a que es el título de la entrada, poco voy a hacerlo. El Villarreal fue superior, el árbitro un comediante y el público, salvo los cuatro imbéciles de siempre, se comportó como debía y fue un jugador más, pero ni así. Los jugadores dieron cuanto tuvieron, pero lo que vemos es lo que hay. Al partido definitivo llegamos sin lateral izquierdo y con Damián en el derecho, claro ejemplo de cómo se planificó esta temporada.

Se remó y se remó pero a la orilla no se llegó. Como si de una fábula de Esopo se tratara, el pequeño Sporting cruzó el bosque de la primera división sufriendo, luchando contra los elementos, encontrando enemigos en cada recodo (internos y también externos) y al final para qué. En este triste cuento no se han comido perdices aunque toda conclusión de aventura puede suponer el principio de otra y éste puede ser el caso.

Ayer se volvieron a ver los mil veces mencionados fallos de concentración, de debilidad defensiva, de peso en las piernas. Errores que no por antiguos han sido subsanados, ni por Preciado, ni por Tejada, ni por Clemente. No es el momento de echar culpas. Ya llegará. Hoy, de alguna manera y tras la tristeza de ayer, llega a abrirse un pequeño hueco en el nublado cielo y el panorama deja de ser desolador. Y en ello, le pese a quién le pese, Clemente ha colaborado un poquito.

La llegada del vasco, como la de cualquier entrenador a un club con la intención de servir de revulsivo, ha supuesto un acicate para algunos jugadores y ha redescubierto que la plantilla no estaba tan falta de fondo de armario como pensábamos muchos. El jugar sin Castro, Cases, Rivera, Eguren o Barral, pesos pesados, en algunos partidos, nos ha permitido ver que no todo el mundo rojiblanco orbita alrededor de estos nombres, útiles, sí, pero no fundamentales.

De esta manera miro al futuro y veo que existen mimbres para volver a primera sin tener que esperar una travesía de diez años por el océano de campos de segunda de nombre desconocido. No es como el año del descenso catastrófico que marcó el fin de una era. De aquel equipo, pocos eran los nombres aprovechables, en éste, existen algunos jugadores que, de quedarse, serán fundamentales en la vuelta a primera.

Los nombres de Cuéllar, Gregory, Gálvez, Moisés, Mendy, Barrera, Menéndez, Orfila, Trejo, Sangoy, Iván, Guerrero o Bilic, se me antojan muy útiles y otros como los de Lora y Cases fundamentales. Ante la directiva que tenemos, miedo me da que se aprovechen del enorme cartel que Lora ha ido acumulando para hacer caja. Sin embargo, las lágrimas ayer del madrileño, le han hecho ganarse, más si cabe, un sitio en el corazón sportinguista como capitán de la nave para el año que viene. Para llenar el saco ya están Botía, Canella o Miguel de las Cuevas, jugadores que por compromiso y lo mostrado este año, creo que han acabado su ciclo aquí. Una pena lo de André, al que hemos ganado para la patria rojiblanca, pero que no creo que continúe a nuestro lado.

La parte difícil será acertar con el entrenador. Clemente no debe continuar. Pese a haber dado en la diana en algún momento, un entrenador de vuelta de todo no es el indicado para coger a este equipo con ilusión. Los nombres más claros parecen los de Sandoval, Garrido, Manolo y Abelardo. Ninguno me disgusta. Ninguno es una apuesta segura. Un ejemplo lo tenemos en Levante. Se apostó por JIM, desconocido y novato, y allí están, aunque con una planificación deportiva superior a la nuestra, ya que nadie hace magia sin jugadores.

Por eso, y olvidando el ayer, los errores de Damián, la apatía de Miguel, la falta de adaptación al puesto de Menéndez y demás, me queda rogar que la directiva, por una vez, haga las cosas cuando tienen que hacerse, empiece ya a planificar, no se deje tentar por el vil metal y haga su trabajo en pretemporada para que los demás puedan hacer el suyo el resto del año. 

Los que me conocen saben que soy pesimista por naturaleza, pero no sé, hay algo que me hace pensar que podríamos estar ante el principio de algo bueno. A ver si es verdad.