(Esta entrada está extraída de la página Fuerza Fenix en la que colaboro cuando puedo)
Vaya por delante que no soy un gran fan del Mark Millar comercial, ese Millar que redunda en el hiperrealismo que
lleva a veces a una cantidad de excesos difícilmente explicables, ese Millar que juega con la violencia, la
suciedad y el sexo como si fuesen el pan nuestro de cada día para un personaje
de comic. Quizá es porque soy un enamorado del comic clásico, de los
estéticamente pulcros tebeos de los setenta y ochenta. Puede ser.
Sin embargo si soy admirador de Millar cuando decide beber de otras
fuentes, cuando decide salir de su lugar de confort y a veces, puede ser,
cuando le acotan un poco.
En “El
viejo Logan”, por poner un ejemplo, el autor escocés es encorsetado por los
cánones Marvel, que a excepción del sello MAX, crea productos para todos los
públicos. Millar se mete en faena y
bucea en los rincones del Universo surgido de la pluma de Stan Lee y alimentado por otros tantos genios. Con eso y un rápido
visionado de las bases del buen cine del Oeste de Leone y Eastwood y de las
clásicas “Buddy movies” de Hollywod, en “El
viejo Logan” se nos ofrece un excelente comic donde se perturba la imagen
de muchos de los personajes que conocemos sin con ello dañar su estatus ni
faltarles al respeto.
¿Será Clint el próximo Logan? |
En “Superior”,
bajo el sello Icon, editorial de la compañía Marvel donde los autores crean sin
ceder sus derechos y donde la libertad creativa es quizá más amplia, en lugar
de volver a sus lugares comunes, Millar
vuelve a aspirar antiguas esencias y a bañarse en lo clásico sin renunciar a
dar un nuevo giro a sus composiciones.
En un comic dedicado a Christopher Reeve y Richard
Donner, nombres asociados de por vida a Superman, estaba claro que Millar iba a apostar por una visión
cercana, desde el amor y la admiración, sacando al joven que lleva dentro y que
creció viendo al último hijo de Krypton salvando a Lois Lane en la gran
pantalla.
Stan Lee decía que todos querrían ser Superman
pero que al final, lo único cierto, es que todos podríamos ser Spider-man. En “Superior”, observamos que ese
razonamiento no es del todo cierto. Simon Pooni, un niño con un grave problema
de salud como es la esclerosis múltiple, recibe la inesperada visita de un
pequeño personaje que le concede el deseo de convertirse en su mayor héroe. La
aparición de poderes sobrehumanos en su vida le hace pasar por infinidad de problemas
hasta que llega a habituarse a la situación. En ese momento, y al igual que
sucedía en la obra de Alex Ross, “Justice”, se nos demuestra que la
aparición de seres de tan inimaginable poder, podría ser la fuente de
inagotables beneficios o interminables desastres. En una semana, el heroico
Superior acaba con infinidad de problemas que van desde el hambre al terrorismo
internacional. Superior es un héroe de visión limpia, pura y sencilla, capaz de
salvar un juguete en medio de una guerra, una bondad tan simple que solo puede
proceder de un niño. Terminada esa semana, Pooni, deberá decidir si continuar
con una vida plagada de problemas físicos y sufrimiento o mantener su status de
salvador del mundo. Una decisión más difícil de lo que parece. Millar nos acerca al sufrimiento de un
personaje que no desea ser un salvador, un héroe o un icono, simplemente dejar atrás
su agonía. Al igual que el héroe, el malo de la función es otro niño, que, como
en las historias clásicas ha estado desde siempre en la vida de Simon Pooni. El
enfrentamiento entre ambos, no por menos arquetípico, deja de ser efectivo y
entretenido.
Pooni recibirá una visita sorpresa |
Un comic sencillo, con un pequeño giro
argumental tan simple como efectivo. Villanos clásicos y realistas y una
cercanía a los protagonistas que permite introducirse en la historia con
sencillez. Una buena historia sin los chistes de “caca, culo, pedo, pis” de la sobrevalorada “Wanted” o sin la extrema violencia de la efectista “Kick-ass”, un comic clásico en pleno
siglo veintiuno.
Un buen comic. No se le puede pedir más.
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