Hoy voy a hacer una breve
introducción de otro de los personajes principales en lo que fue mi vida como
investigador. Jandro es uno de los mejores
científicos que conozco. Falto del carisma que envolvía al Tito cual Chanel número 5 pero brillante demostración de que muchas
veces vale más caer en gracia que ser gracioso, Jandro sufrió los avatares de la diosa fortuna, esquiva y engañosa
con aquellos que no buscan el provocarla pero que por azares del destino parecen
encontrarla siempre de espaldas.
La historia, ejemplo de las desgracias que persiguen a este buen muchacho, comienza con el héroe
que esto teclea, sentado en el despacho del insigne Tito. Puesto que no disponíamos de ordenador propio, debíamos
esperar a que nuestro emperador partiese en busca de frugal festín, búsqueda la
cual duraba no menos de dos horas y que nos permitía leer el MARCA o ver algunos vídeos
idiotizantes. Quiera la suerte que me hallara yo tranquilamente sentado frente
al ordenador cuando… Un momento. Hagamos de este podreblog un blog de culto y
saltemos en el tiempo cual película del universo de Tarantino, que eso sube mucho el nivel.
Tras acudir a realizar una de
nuestras labores diarias en otro edificio, Jandro
y el que subscribe volvíamos a nuestro recinto para continuar la ardua jornada
laboral. Como quiera que el laboratorio estaba en la séptima planta y debíamos
ahorrar energía, esperamos el ascensor de la Facultad, el cual, por arte de la
saturación de las Universidades contra la que denodadamente lucha el gobierno
actual, tardaba habitualmente un siglo en venir. Durante la espera, la novia, y
actual esposa de Jandro, se personó y
ambos comenzaron distendida charla retirándome yo a un discreto segundo plano.
Sin embargo, horas antes yo
permanecía en la primera esfera de importancia cuando una chica de extrañas
formas se personó en el despacho con aire ausente y confundiéndome con el Tito. No me vanaglorié por mucho de tan
magna coincidencia y aun sacándola de su error y confesándole mi pecado de no
ser yo aquel, la buena muchacha de hablar confuso y mirada perdida me contó no
sé que historia sobre exámenes, libros y clases que distó mucho de importarme.
Tras casi veinte minutos de monólogo, la chica se fue y me dejó como estaba
pero con un ligero aturdimiento mental.
Aturdidos estábamos de largamente
esperar el ascensor. Cuando éste llegó, Jandro
abrió la puerta y permitió a todo aquel viajero salir en su estación. Del
enorme habitáculo, cual vehículo de circo, surgieron decenas de personas
mientras Jandro proseguía sujetando
la puerta y hablando con su chica. Avaricioso en el gesto, Jandro consideró suyo el ascensor y lo retuvo durante largo tiempo para
evitar que cualquier aspirante a medicucho nos lo quitara, pero de súbito, su
novia le advirtió con gesto rápido que alguien permanecía en su interior y la
retención del ascensor le estaba impidiendo continuar su camino hacia la planta
inferior o sótano.
En el sótano de mi desdicha me
encontré cuando el Tito recuperó sus
dominios como macho alfa. Entró en su despacho y me despachó de allí con cajas
destempladas. Antes acerté a comentarle tan extraña visita que había tenido
anteriormente. Le indiqué lo mejor que pude mi encuentro y mi extrañeza ante el
comportamiento de mi interlocutora. La respuesta del Tito fue, como siempre, locuaz.
“Esa es una que tuvo un accidente y pasó no sé cuantos años en coma. Es
medio mongolona. Parece que os entendéis bien. Cuando vuelva que hable directamente
contigo y así no la aguanto yo.”
Por si su estúpido becario no
había entendido bien el razonamiento del Tito,
a la sazón, “Ella es mongolona-Tú hablaste con ella-Tú eres mongolón”, procedió
a reinculcarme conocimiento con el viejo arte que todo maestro que se precie
conoce. Repetir y aumentar.
“Esa tía es mongola. Luego que hable contigo que os lleváis bien.”
Hemos pasado de hablar a
llevarnos bien. No me quiero imaginar al Tito
en años mozos en una discoteca. Un depredador debía ser.
El tiempo parecía acelerarse ante
el ascensor. Con Jandro dos pasos delante
de mí sujetando la puerta, identifiqué los apresurados gestos de su novia como
una llamada a cerrar el ascensor. Jandro
lo hizo. Sin pensar. Cuando ellas mandan, pues eso, nosotros obedecemos. Cerró
la puerta presto y al hacerlo, los ojos de su novia se abrieron de par en par y
desde dentro del ascensor se escuchó un gong seguido de un ruido sordo. Campana
y se acabó. Jandro se mostró
sorprendido. Su futura esposa aterrorizada y yo, sin ver nada, extrañado ¿Qué
puede hacer ese ruido?
Un melón. Jandro abrió la puerta y se asomó al interior. Solo la cabeza. De
esta manera le escuché, con el resonar de las paredes del ascensor, como aconsejaba una rápida reacción al agredido.
-Sal, sal-
A lo que una voz femenina, entre
dolorida y asustada, respondió:
-No, no-
La cabeza de Jandro, a dos metros de altura, volvió a sugerir a la persona del
interior que cambiase su posición.
-Sal, hombre-
Silencio. Pasitos de bebé hacia
la puerta. ¡Oh sorpresa cruel! Ya lo habréis adivinado. Sujetándose la testa
con la mano izquierda, la mujer que había recibido el florido piropo del Tito, “Mongolona”, salía por la puerta
tras haber recibido el impacto de la misma en pleno rostro y haber sido
proyectada sobre sus cuartos traseros hasta el final del ascensor. Mientras, su
agresor, en un gesto entre el quite del perdón y la vergüenza torera, le
sonreía. Él sonreía. El malévolo desgraciado que esto escribe no pudo aguantar
la carcajada cruel ante la desgracia ajena.
Levántate del coma, aguanta al Tito y encima que un tipo de dos metros con
afición por el gimnasio, te golpee en la frente con una puerta de hierro. Moraleja.
Si estás agustito en la cama, no te levantes.
En la próxima edición tendremos
un poco de pornografía. Agradecédselo al Tito.
Me descojono. El personaje del tito es todavia mas gracioso cuando conoces alm personaje itself. Si, si, itself y no himself. :-D
ResponderEliminarGracioso?? Mamonzón, como se nota que no lo viviste. Es un personaje trágico, glorioso e imperial, pero ¿Gracioso? Amos ho!
EliminarBueno, he de decir que el Ajare Nao 5 es una sarta de trolas de pobre base y que llevarán a más de uno a la desinformación total....empezando por eso de "Jandro es uno de los mejores científicos que conozco! (ufff! pobre iluso) y siguiendo por el incidente del gong que no tengo yo tan claro que haya sucedido como se narra...y eso que yo estaba allí también, por cierto. Por lo demás, glorioso, desojonante y genial, como siempre. Lo de la moraleja no tiene precio!!!.
EliminarEres una mentirosa mala. Agrediste a una persona recién salida del coma. Que no lo pongas en el currículum me vale, pero acéptalo. Recuerdo sus ojos de ciervo atropellado al salir del ascensor. Se llega a enterar el Tito y se parte un mes el culo.
EliminarPero no lo hice queriendo, coño!!!!. Lo que recuerdo es que yo había escuchao el "BONK" aquél, pero pensé que era una ultracentrífuga descompensada que había petao!!!!!!
EliminarNo, si descompensada si que iba, le dio media vuela el cerebelo.
EliminarJajajaj!
EliminarCierto, pido disculpas. Es tito es un personaje complicado para denominarlo con una sola palabra
EliminarEs un poco mezcla de caracteres; quizas la mejor definicion sea patetisimpatriste, usando un palabro muy "Mariah Carey", que todo el mundo sabe que es gordiflaquiblanquinegra.
Osea que el Tito es como el hijo de Julio Iglesias. Jamaicol.
Eliminar"gordiflaquiblanquinegra" HAHAHAHAHAH, descojone!!!.
EliminarYo sólo puedo decir que el relato es de un humor ácido y mordaz, la narrativa dinámica y "Mongolona" un personaje excelentemente bien trabajado...Por otro lado "El tito" es un personaje demasiado irreal para ser veraz. He dicho...
ResponderEliminarAy Isa, ojalá el Tito no fuese real y solo una ensoñación etílica, pero pronto mostraré su lado más humano. Gracias por las críticas positivas y nunca había pensado en Mongolona como un nombre, pero lo he leído y me he partido el pecho.
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