Escribe el amigo Alejandro del blog Sporting de Gijón 1905,
en una revista de nombre “Carácter”
dirigida a los hombres del norte. Para mí sorpresa, en dicha publicación se
habla de vehículos de gama alta, cine, ocio o relojes. Para hombres del norte
dicen. Solo por tener más de dos páginas ya me extraña el público al que va
dirigida.
El otro día conversaba con un muchacho aquí
en Buffalo, el cual tiene ascendencia asturiana pese a su origen madrileño. Me
comentaba sobre la hermosa Asturias, sobre sus paisajes, su gastronomía y sus
costumbres. Como una versión moderna de Diane
Fossey, este buen muchacho intentó transmitirme lo que vio el día que se
infiltró en uno de los territorios comúnmente habitados por el verdadero
norteño.
El chigre.
Es de alabar el esfuerzo de mi compañero de
pachangas local. La entrada en el chigre de un pequeño pueblo asturiano es lo
más cercano que se puede estar de un viaje en el tiempo con destino final temporalmente
localizado en mediados del siglo XIX y con un plano físico centrado en el oeste
americano. El batir de la puerta de un chigre asturiano suele ir acompañado de
un silencio sepulcral y un devenir de miradas sobre el visitante, comúnmente
denominado como forastero si no procede del asentamiento en el que se localiza
el bar. El recién llegado caminará hasta la barra en medio de hoscas miradas y
ese sonido imposible de transformar en onomatopeya y que surge de colocar la
lengua tras los dientes y presionar la una contra los otros. Una especie de
canto del gallo, una marca en la arena, la definición de que el territorio no
es hostil. Pero podría serlo.
Mi amigo me comentaba como el sistema de
comunicación del hombre del norte, preferentemente asturiano, es complicado en
su extrema sencillez. Difícil de aprender y fácil de comprender. Engloba en su
facilidad de gestión miles de datos que van más allá de la expresión oral. Comencemos
con la definición del personaje típico que frecuenta el chigre y que se
denomina paisano, sustantivo con significado doble por ser coetáneo de quienes
habitan el chigre y a la vez PAISANO, así con mayúsculas, con peso bordeando
los cien kilos, años de trabajo a sus espaldas y manos cual zarpas de úrsido.
Continúo. Cuando un paisano abre la puerta del chigre, cerrada para evitar que
el frío externo se entremezcle con el frío interno (nunca hay calefacción en un
chigre DE VERDAD), surge el verdadero diálogo que denota el origen de un asturiano
de cepa y varias generaciones.
Tras los dos primeros pasos, el recién
llegado mirará en derredor y hará el ruido anteriormente mencionado. Ese sonido
palatal y salivar que puede ir acompañado de un masticar de palillo suele
recibir una contestación simple, una única letra.
-E-
Ese “E”,
no un “¡Eh!”, ni tan siquiera “Eh”. La segunda vocal del alfabeto. “E”. Denota respeto. Denota dominio. Aquí
estoy. El recién llegado se acercará a la barra y sin hablar demostrará que en
cada asturiano auténtico hay un macho alfa. Solo se necesita una moneda. El
hombre del norte golpeará esa moneda contra la barra y abrirá ligeramente los
ojos. Solo un cuarto más de lo normal. Más que suficiente para el barman,
mesonero, camarero o chigrero. Con un gesto rápido, el dueño del local abrirá
una botella de algo que forzosamente ha de llevar alcohol (pobre del mayor de
dieciocho años que pida un KAS de limón en un chigre) y lo servirá. La moneda
ya estará depositada en la mesa, pero antes de que la mano del chigrero llegue
a recogerla, desde el opuesto extremo de la barra, otro de los hombres del norte
continuará con la alegre conversación.
“Ta
aquí ya”, o mejor dicho “Taquiyá”.
Esa palabra única acompañada de un nuevo golpear de moneda sobre barra cambiará
la dirección del chigrero hacia su nuevo pagador. Con ese gesto, el barman
acepta en buen grado el desafío del cliente pretérito al recién llegado, un
desafío que duplicará sus ganancias porque ahora todo el chigre sabe que “Vamos a rondas”. El recién llegado
agradecerá con desgana el gesto pese a saber que era inevitable. Un monosílabo
variable saldrá de sus labios, un monosílabo que indica en su brevedad una idea
implantada en el cerebro de cualquier asturiano.
“No sé
pa que me invitas si tengo yo perres de sobra y además sabes que me jode. Pa la próxima invito yo y nos jodemos los dos”
Dentro de la grandeza asturiana, el recién
invitado sabe que no debe devolver la gentileza, considerada en algunos sitios
como debilidad, y que no tiene porque establecer contacto o relación con el
pagador. De esa manera, puede acudir a sentarse en compañía de otro parroquiano
e iniciar animada charla que suele acontecer como describo.
-Qué-
-Na,
ondiós-
-E-
Esas palabras engloban el yo y el superyó, la
personalidad y el misterio, el amor y la amistad. Yo me intereso por tu
situación y tú, brevemente y mentando sin nombrar a una deidad superior, me
dejas claro que no encuentras en esta azarosa vida un motivo de satisfacción,
que pierde el Sporting, que el paro crece, la extrema derecha coge fuerzas, tu
hijo no encuentra trabajo, se te rompió la fesoria ayer por la tarde y llueve
más de la cuenta empujándote a un estado de ánimo entre sombrío y penitente. Y
yo lo comprendo. Lo entiendo perfectamente. Lo traduzco y lo transcribo.
Comprendo tus desvelos, lógicos en un mundo donde el entrechocar de dos átomos
puede cambiar el devenir de los acontecimientos causando que el volar de una
mariposa altere el clima en Londres sin que nosotros, meros mortales, podamos
hacer nada para cambiarlo. Eres mi hermano y mi compañero y mereces todo mi
apoyo. Y lo dejo claro con la simpleza del que no necesita decir nada más.
-E-
Eso somos los hombres del norte. Podemos
conducir un Mercedes o un Pascualín. Nos podemos envolver en seda o portar la
gorra de última generación de la Caja Rural. Puedo ser del Caudal y tú del
Langreo, pero he aquí un amigo, un compañero, un paisano, con todas las letras.
Eso es un hombre del norte. Luego el silencio nos envolverá, por una simple
razón ¿Qué más queda por decir?
Y luego nos llaman simples.
Bueno homebueno:
ResponderEliminarTe voy a poner solo un comentario de Pacual Madoz en su diccionario y relativo a los asturianos, no a los hombres del norte. Ya sabes aquello de "Asturies ye Asturies y el resto España":
"El asturiano es robusto y sufrido, firme en sus propositos y amigo del trabajo, si bien lo emprende no con mucha actividad y energia. Vive sobriamente y su honradez y lealtad se han hecho proverbiales: ama con entusiasmo su país y se complaze con los gloriosos recuerdos de sus antepasados. Tiene talento e imaginación y naturalmente pensador (por eso hablamos tan poco), manifiesta grandes disposiciones para las ciencias abstractas, aptitud y destreza para las artes mecanicas, facilidad en concebir y profundidad en sus conceptos"
Ye lo que hay.
Pá
Jeje. Yo creo que la mejor definición de un asturianu ye la que das al final.
EliminarYe lo que hay. Todo dicho.
E, ho?
ResponderEliminarNa
EliminarTa bien, ho!
EliminarAsina ye.
EliminarBuenísimoooo!!!, prestome la de Dios leelo. Acuérdate quel güelo del Félix cuando va al chigre del pueblo(Casa Gilo) pide un whisky asina: "póneme un güerisnais".
ResponderEliminarPa qué te voy contar más, digo yo!.
Jeje. En un chigre de la zona de Pola, yo escuché pedir "ponme un cosu", sin señalar ni nada. La magia del lenguaje. Si es que me imagino El señor de los anillos en idioma local y sería algo como
Eliminar"Diba Aragorn p'allá, mecagunmimá, encetau, baxando santos del cielo.Nun quedó orcu ni elfu"
Poesía pura