lunes, 23 de enero de 2012

EL ENTERRADOR


Ese gran experto en wrestling americano que es Jose Antonio Cerrillo, ha tocado con gran facilidad mi sensibilidad con una entrada en su blog Turn Heel, sobre uno de esos iconos que de súbito se cuelan en tu corazón preadolescente y al cual no abandonas con los años. El Enterrador, conocido allende los mares como “The Undertaker”.
Entrada espectacular siempre.
Apelando a la nostalgia, algo que me gusta hacer con excesiva frecuencia, recuerdo ver al Enterrador debutar en la por entonces WWF. Se trataba de un tipo enorme, delgado y pálido que ganaba sus combates supuestamente gracias a unos poderes de origen sobrenatural que estaban contenidos en una urna funeraria que era sujetada por uno de los entes más feos que me he echado a la cara y al que el gran Héctor del Mar tuvo el acierto de llamar “Pablito Terrores”. Paul Bearer (Pablito) y Mark Callaway (El Enterrador) llegaban lentamente al ring, envueltos en penumbra y apoyados por una música tétrica. Entre las doce cuerdas el Enterrador no parecía desenvolverse demasiado bien. Sus ataques se basaban en estrangular a su rival, movimiento que acompañaba con un siseo extraño. Sin embargo había algo en el personaje, algo llamativo. Sus primeros rivales no eran capaces de tumbarle sobre la lona y cuando por fin se conseguía sacarlo del ring, el Enterrador caía de pie para subir las escaleras de vuelta muy despacio. Sin duda la sensación es que estábamos ante una fuerza imparable e invencible.
No ha llovido ni nada
Entonces llegó el momento culmen. El momento en el que descubrí que ese personaje me había atrapado. Tenía un partido de fútbol a las once de la mañana… y no fui. La razón es simple. Cuando iba a salir por la puerta sonó un gong en la tele y tras la entrada de Mark y Paul comenzó la no menos mítica canción “Real American” que acompañaba a Hulk Hogan ¿Qué razón tenía para perderme ese combate? Y no me lo perdí. Y no fui al partido. Y ante mi sorpresa el Enterrador cayó ante el Hulkster. Justo en el momento en que todo parecía perdido un hombre con una bata estrafalaria y el pelo teñido de rubio salvaje aparecía camino al ring (Si, era el gran Ric Flair) y distraía a Hulk lo justo como para que el Enterrador resucitase y ejecutase su movimiento final, logrando así la victoria y doblegando al invencible Hogan. Me tragué todo el combate de pie, no solo por salir pitando si acababa pronto y me daba tiempo a dar unas patadas al balón, sino porque la emoción de la lucha no me dejó sentarme.
¡¡A palmar Hogaaaaaaaaaaaan!!
Pasaron los años y perdí el interés por el wrestling, en parte por la desaparición del programa de la parrilla de Telecinco. Sin embargo la lucha libre seguía ahí, sin acabarse ni desaparecer y el Enterrador se mantuvo años y años en primera fila. El caso es que el wrestling volvió, no solo a la televisión, sino a mí. Empecé a entrar en páginas dedicadas al tema, a leer, a informarme sobre este espectáculo poblado de buenos y malos, cimentado en historias simples, en cruces de palabras, en traiciones y golpes fingidos pero dolorosos. Y allí, muchos años después, seguía el señor Callaway
Foto del Enterrador en el baño de su casa
Así que mi mujer tuvo a bien hacerme el regalazo de permitirme ver a un icono de mi infancia en persona y pagó de su bolsillo las entradas y el desplazamiento para ver al Enterrador en vivo y en directo. Y no entradas cualquiera. En primera fila. Quizá mi oportunidad única. Las luces se apagaron y sonó un gong. Una figura enorme y solemne avanzó hacia el ring y de pronto yo tenía otra vez doce años y miraba al mundo como solo puedes hacerlo con esa edad. MVP me miró a los ojos y fingió estar aterrorizado por la que se le venía encima. Vi los golpes fingidos, las caídas, los gestos interpretados, los vi como adulto y los disfruté como niño. Por unos minutos la máquina del tiempo se abrió con un gong y mágicamente se cerró con otro. Luego HHH tuvo su momento de show, con el Enterrador ya entre bastidores y le dije a mi mujer, vámonos de aquí. El encantamiento se había roto y ya solo quería disfrutar de ese recuerdo, de ese momento en el que lo que con doce años se me antojaba una distancia y un sueño imposible, de pronto se había hecho realidad.
Esta foto la hizo mi mujer. Lo digo por si los señores del FBI ven algo punible y me cierran el blog.
Eso es lo que tienen las grandes figuras. Eso es lo que tiene el Enterrador. Un showman, un personaje, un luchador, un actor, una persona, al fin y al cabo, que se ha dedicado por completo a hacer lo mejor posible aquello que le han encomendado. Que ha puesto todo de su parte para que niños (y no tan niños) disfruten y pierdan por un momento la noción del tiempo y la realidad, sintiendo que el Enterrador está ahí, que controla las luces, que no cae, que no puede ser derrotado, que es eterno y que cuando falte, un pedacito de esa ilusión que a muchos, ya adultos, nos gusta mantener, se irá con él. 
Si tiene pinta de buena gente y todo

4 comentarios:

  1. ¡Buenísimo! Has captado lo que es el wrestling mucho mejor de lo que suelo hacerlo yo, porque esto lo entienden mejor los fans que los "expertos" como se supone que soy yo. Tío, cojonudo.

    Que grande lo de no salir al partido por ver el combate.

    Al final yo me he perdido al Taker en directo :`-(

    ResponderEliminar
  2. Es una visión subjetiva. Evidentemente tu visión me encanta porque aprendo un montón. Además supongo que serás fan también. Anda que si hubieses podido ver a Flair no habrías ido. Por cierto que en la foto que pongo de Hulk Hogan, queda claro que no hay penalti. No toca la silla por medio metro. Al final va a ser todo mentira, ya verás. Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Sí, cojones, claro que soy un jodido fan! Pero cuando uno empieza a leer y pensar tanto sobre una cosa pierde un poco esa perspectiva del principio...

    ResponderEliminar
  4. Ya lo dice la tele. Hay que desaprender, jaja

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...