No sé si es cierto o no, pero creo recordar que a George Clooney se le atribuía la frase de "Cuantas más mujeres conozco, más quiero a mi
cerdo". Todo un galán este George.
Supongo que ahora que se murió su fiel amigo porcino, es cuando ha encontrado
el amor femenino y planifica futura boda, aunque he de decir que me gustaba más
la pareja que hacía con Stacy Keibler.
O con aquella italiana con pinta de ir (y no a beber, precisamente) a las
fiestas de Berlusconi. Aunque claro, para algunos
sentar la cabeza es complicado y más cuando llevas la vida de George. Pero me centro.
Hoy voy a hacer mía semejante poesía del romancero público mundial y
transformarla en "Cuanto más
necesito de los servicios públicos más quiero al cerdo de George Clooney".
Quiero decir, al que anda a cuatro patas. Es decir, al animal, no al actor. Al
de los morritos graciosos, no a Clooney.
Al guarrete, pero al guarrete que no es Clooney.
No sé si me explico.
Total, que tras vérmelas con el Servicio
de Empleo español años atrás, hoy me ha tocado jugármela al mus con la
Seguridad Social americana. Ni que decir tiene que he perdido
Y es que me llegaban informes acerca de la invalidez de mi número de la
seguridad social, algo así como el quinto elemento de la verdad y la pureza de
todo aquello que te convierte en ciudadano a respetar en Estados Unidos. Así
que diligentemente me presenté en las oficinas de la Seguridad Social. Como soy
yo, todo campechano y sonriente. Un tío del pueblo, como el Rey. Pero no el de
ahora. El de antes. El que era campechano. No digo que el de ahora no lo sea.
Bueno, el de antes tampoco era una maravilla. No lo veía yo campechano, más bien
fiestero. Pero a lo que iba que me disperso otra vez.
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Que se me va la bola |