viernes, 27 de junio de 2014

OFRECIÉNDOME AL SPORTING



 

Vaya por delante que esto trata de ser una carta abierta al gerente del Sporting. No he titulado la entrada como “Carta abierta al gerente del Sporting” porque, además de un tío innovador, soy conocedor de las limitaciones intrínsecas que podrían evitar que el remitente accediese a lo remitido. Sé que este blog no lo lee nadie, así que probabilísticamente, las opciones que tengo de que uno de los lectores sea, precisamente, el objeto de este texto, son bajas. Dada esta limitación creí razonable, en primera instancia, titular esta entrada con un nombre fácilmente accesible por los buscadores online. Me metí en el alma, la piel y el subconsciente de un gerente deportivo y procesando información traté de razonar qué es lo que busca un gerente cuando se sienta ante el teclado. De esta manera pensé en titular la entrada como “Amelia y la del tercero se lo montan con Baldomero”, pero ante la posibilidad que tan erótico título saturase el blog de visitas e imposibilitase el acceso del referido gerente, he optado por una frase explicativa, corta y concisa para, simplemente, ofrecer mis servicios como jugador del Sporting.
 
Así corto yo una contra
Sé muy bien que la parcela deportiva es secundaria y que ahora lo que importa es la parcela económica. Por el lado económico mis pretensiones no son altas ya que mi sangre es rojiblanca. A partes iguales compiten linfocitos y eritrocitos por teñirla del color que me mueve. En pocas palabras. Por el dinero no hay problema. Pero, no solo ahorrarán en sueldo, sino que contratarme supondrá pingues beneficios a la entidad.
 
Mi sangre es tan rojiblanca que las bacterias solo pueden ser del Oviedo

Pero antes, y por guardar apariencias, mostrar mis credenciales futbolísticas. No soy Zidane aunque se me ve el cartón. Tampoco me muevo como Wayne Rooney aunque compartimos estilo de cuerpo enjuto y trabado cual Asturcón. Muerdo si se me ordena y eso parece que vende portadas. Soy mediocentro duro y rocoso. Necesito ponerme en forma, ya que quizá noventa y dos  kilos son excesivos para el futbol profesional a menos que seas portero en Oliver y Benji, pero con el cuerpo técnico de mi lado y alejándome de los nefastos cachopos, eso no será problema. Mi última experiencia fue en la Premier League de Buffalo, nada menos, donde llegué a convertir dos goles en doce partidos, cierto es que uno de penalti y otro jugando contra un rival con ocho, pero oye, que en una liga de 42 partidos estaríamos hablando de números aceptables. He de decir que jugué poco, pero es que hacía un veranito muy rico y preferí irme a comer alitas de pollo al campo que jugar cada domingo bajo un sol de justicia. Espero que eso no le haga dudar de mi implicación. En España no valía para tercera división, pero oye, Abelardo tampoco iba sobrado como entrenador y míralo, así que si uno puede, ¿por qué no?
 
De portero solo me sé tirar a la izquierda
Pero dejémonos de zarandajas y vayamos a lo que quiere oír. Le enseño el dinero. Soy puro marketing. Si algo he aprendido en Estados Unidos es que todo es susceptible de transformarse en pasta. A los americanos les encantan las historias de superación, o las de fracaso, tanto da. Y el Sporting ya tiene un Óscar que atestigua que es un club carne del séptimo arte. Podemos vender mi llegada como el viaje inverso de David Villa. Él llega, yo me voy. Las cámaras seguirían mi puesta a punto, mi lucha por el sueño de debutar en el Molinón, mis fracasos y mis victorias, o empates o lo que sea. Venderíamos camisetas como rosquillas, pero de esas de Kappa no, que hay que estar muy ciclado para que no te marquen las chichas y eso es un flaco favor para el aficionado de a pie.  Lloraría si descendemos y me arrancaría la camisa como Camarón de la Isla. Discutiría con el linier, con Gancedo, con Paco González, con Rajoy, con el que sea, todo en aras de centrar las miradas en el Molinón. La publicidad, aunque mala, vende. Dele estos datos a Doyen y verán como me dan la razón.
 
Y luzco publicidad como el mejor
No íbamos a ganar mucho en el aspecto deportivo pero, ¿a quién le importa? ¿Al socio? Si después de todas las golfadas sufridas, de todos los desprecios y despechos siguen ahí, ¿qué importa una más? ¿Qué pensará el aficionado?, se preguntará un gerente deportivo, y usted contestará ¿A quién le importa? Las decisiones se toman de manera cerebral y siempre teniendo en cuenta lo mejor para el club, entendiendo como club no la masa social y deportiva que persigue unos intereses de victoria y triunfo en el terreno de juego, sino como ese ente invisible que maneja hilos y egos engullendo dinero sin opción a recompra.
 
Yo también quiero creer, Mulder
Así que aquí le cito. Cien por cien fiable. Imagine las portadas: “El Sporting contrata gordo sin experiencia para que lleve la manija del medio campo”. Piense que llevo dos goles más que Mendy en los últimos 3 años, que meto más el cuerpo que Nacho Cases y que además mis abuelas dicen que soy buen chaval. Todo por un buen precio. Todo son ventajas.

Pero no para el Sporting, obviamente, aunque a usted eso le da igual.
Ya no quedan paisanos

2 comentarios:

  1. No desistas aún no estamos tan cascados ni somos demasiado viejos. La ilusión puede hacer frente a cualquier adversidad menos a la juventud. Lo viví este martes en mis carnes, el típico niño cabrón que le da por hacer caños a todo el mundo y como yo me creo el amo y señor, pensé a mi no me la cuelas niñato. Un minuto más tarde de mi deducción me clavó tal túnel que me bajó la libido por los suelos, menos mal que estuve hábil y sólo pasó el balón con la consecuente y merecida falta en contra. Con esta anécdota que no venía a cuento quería animarte para que te fiche el Sporting o a muy malas el equipo de tus bacterias azules (buenísimo) que creo que a éste si que le hace falta un jugador que distribuya y la toque bien (la pelota). Un abrazo.

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    1. Juventud divino tesoro. Veo que eres de los míos, o balón o jugador, pero no los dos (bueno, a veces los dos). Lo de fichar por el equipo ovetense no lo veo factible. Nunca me ha quedado bien el azul. Otro abrazo.

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