Qué buena película es "Una
jaula de grillos". Es la típica en la que todo engrana, todo surge
espontáneamente pero gracias a un muy buen trabajo. Una película que, como
muchas otras, si puedo verla la disfruto y me hace pasar dos horas con una
sonrisa.
Una comedia simple pero no tanto, con un elenco interpretativo de nivel y
donde todos están sembrados. A la calidad artística que se les supone a Nathan Lane, Robin Williams, Dianne Wiest,
Hank Azaria, Christine Baranski o el excepcional Gene Hackman, se le une la implicación al máximo nivel de todos
ellos, en una película donde tengo la sensación que cada una de sus estrellas
ha disfrutado de lo que hace.
Por otra parte la trama no es tan simple como parece ya que retrata, de manera excepcional, algo
tan complejo como la vida en pareja, tómese desde el punto de
vista que se tome. Armand y Albert Goldman son un matrimonio con las
complicaciones de serlo y llevar un negocio juntos, con sus dramas diarios, su
amor y su inquina. Exagerado hasta la comedia, pero real en diálogos y
situaciones. Se quieren, se desviven por la pareja. Son dos homosexuales con el
derecho y el privilegio de compartir su vida con el ser amado y que han sido
capaces de criar un hijo juntos. Un hijo que es un capullo, como en cualquier
familia, y que le pide a sus progenitores que escondan su verdadero ser por una
chica, una ofensa que, pese a ser consentida, nos muestra momentos reales, como
esa frase de Robin Williams a su
hijo, una vez consentida la trampa de esconder su vida ganada a pulso: "No me hables por un rato".
En el otro lado de la balanza se encuentran dos triunfadores, una pareja de
derechas, de esa derecha rancia que lucha por los valores morales (de los
otros) sin que nadie se lo pida. Sin embargo son una familia bien avenida, que
se quiere y que lucha por seguir junta. Quizá la trama los pinta como unos
aprovechados al querer tapar un turbio asunto (la aventura de un compañero de
campaña con una prostituta, menor y NEGRA, en un momento hilarante) con la boda
de su hija, anteponiendo así su vida profesional a la personal.
El enfrentamiento entre ambas tendencias tiene lugar en una cena plagada de
comicidad, con un Agador Spartacus absolutamente delirante llenando la sopa
campesina de mondongo pero sin camarones. Con divertidas discusiones sobre el aborto,
la pena de muerte y los griegos que juegan a las saltacabrillas. Un choque de
culturas que esconde y enseña que, al final, separados por tendencias, filias y
fobias, todos podemos llegar a entendernos. El camino será trabajoso, pero se
puede llegar al final bailando en medio de una fiesta repleta de Drag Queens.
Un divertimento de calidad, quizá empañado por el nivel paupérrimo de los
dos hijos, un horrible Dan Futterman
que, acorde con su nivel interpretativo, ha tenido una carrera lamentable, y Calista Flockhart que es, ha sido y
será una sosa toda la vida.
Pero todo merece la pena para ver a un inseguro y travestido Hackman cantando el "We are family".
Nathan Lane tiene un papel similar de locaza-quizá no tanto como en "Una jaula de grillos"-en la serie "Modern family". No sale mucho, pero cuando le toca está genial como Pepper.
ResponderEliminarNo ha triunfado mucho en el cine Nathan Lane. Me encanta Modern Family, una serie de humor muy blanco, muy tradicional, pero que tiene puntos muy buenos.
EliminarEn las últimas temporadas "Modern family" está perdiendo mucha frescura. Normal, siempre los argumentos son las sobadísimas fiestas de Halloween, Navidad, el nacimiento de otro niño...todo más visto que el tebeo. Me gustan los apuntes irónicos que lanzan de vez en cuando y Phil, el padre que se cree guay. Ese actor se sale. Y claro, las tetas de la Vergara, aunque ahora tiene mucho menos.
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