sábado, 3 de agosto de 2013

THE DARKNESS




Existe una corriente de la que formo parte, que apunta hacia el declive de muchas de las expresiones artísticas en la época moderna. Cual abuelo cebolleta me opongo a la música moderna, al cine contemporáneo y a los comics actuales y los comparo y contrapongo a sus versiones pretéritas, más trabajadas, más creativas, más ingeniosas. Mejores.

No voy a extenderme sobre el cine, del que ya hablé en su momento. Ni sobre los comics, ya que ha quedado patente mi regusto, en ambos casos, por las versiones de los años ochenta y anteriores. Hoy toca la música.

Tengo que hacerme mirar lo de los gatos
Y me declaro un auténtico analfabeto musical. No podría tocar una guitarra ni aunque me fuera la vida en ello. Mi voz, desgarrada y amarga, tiende a destrozar en la cocina algunos de los mayores éxitos de la música flamenca española (me da por el jondo andaluz cuando me encuentro entre fogones).No sé lo que es una corchea y me da igual, pero, aunque no siempre escuche a autores de calidad, creo que sé reconocerla.

Más o menos
Es por ello que, hablando el otro día con mi mujer, ella me comento algo que era cierto y es que parece que la calidad que se le suponía a los anteriores grandes genios de la música no ha vuelto a aparecer. No ha existido otra reina negra desde Tina Turner. Whitney Houston fracasó por su mala cabeza o su falta de suerte, pero nadie ha sido capaz de situarse a la altura del talento de la pantera de Nutbush. No quiero imaginarme a la espasmódica Tina haciendo cualquiera de las exigentes coreografías que les exigen a las nuevas musas de la música negra. Tina era un espíritu libre, alimentada por los más grandes de la música. Una bestia que colaboró con otras bestias de la talla de Mark Knopfler, David Bowie, U2 o genios de pies de barro como Phil Spector o el propio Ike Turner.

Tina y Beyonce envueltas en papel de aluminio
Ahora, en un mundo donde prima más el envoltorio que el regalo en sí, unos tipos de aspecto nada atractivo como los Scorpions, enanos de morro torcido como Angus Young o profundos alopécicos como Phil Collins o Francis Rossi no tendrían nada que hacer. Incluso un grupo eminentemente tan talentoso como feo como era Queen habría tenido problemas para hacerse un nombre.

De pelo en pecho
Es por ello que, a veces, pequeñas joyas como The Darkness, surgen de entre las tinieblas para hacerte recuperar la fe en la música rock. Su estilo musical bebe de fuentes primigenias y al escuchar algunas de sus canciones, surge clara la influencia de los más grandes. Su cantante y guitarra Justin Hawkins, responde a la pregunta sobre que hubiese pasado si Freddie Mercury y Angus Young hubiesen decidido procrear y permitir a Iggy Pop apadrinar al retoño. Es precisamente Justin Hawkins el gran genio y a la vez el gran destructor tras la banda inglesa. Esta moderna versión de de Ziggy Stardust, incapaz de soportar el éxito sin ayuda de la cocaína, une a su voz de “castrati” una capacidad para recuperar el glam rock, las baladas de guitarra pesada y la capacidad de innovar sin perder de vista los clásicos.

Y encima es futbolero. Puñetero crack.
Así, The Darkness, dejó en su primer disco un tema que se convertirá, si no lo ha hecho, en un clásico del rock. Su “I believe in a thing called love” incluye todo un glosario de falsetes, coros, guitarras eléctricas y es un homenaje a la diversión que la buena música debe transmitir.

Porque no todo son bellos muchachos y esculturales chicas bailando al son de un  ritmo machacón para luego ser devorados por los nuevos iconos de carpeta. A veces, el videoclip que mató a la estrella de la radio nos muestra que un hombre travestido pasando la aspiradora puede ser genial, que la tierra de la confusión está plagada de muñecos, que hay héroes que lo son solo un día, que las guitarras pueden llorar mientras llueve en noviembre y que Tina nos decía que había alguien que era simplemente el mejor, aunque todos sabíamos que la mejor era ella. En algunos momentos los OBK de Essex (aplíquese el sentido de la ironía aquí), unos barbudos de Texas o unos australianos que parecen salidos del peor abismo de Moria nos demostrarán que uno puede disfrutar del silencio mientras viajando por la autopista al infierno para en un motel de La Grange.

Mientras esperamos la vuelta de esos genios, habrá que conformarse con estos geniecillos traviesos que disfrutan con sus mallas ajustadas, creyendo en el poder del verdadero rock. The Darkness son feos, antiestéticos, ruidosos y no saben bailar, pero cuando Hawkins se pone al micrófono, cualquier cosa puede pasar. 

4 comentarios:

  1. The darkness es de los pocos grupos de los que he comprado discos en iTunes pagando un dinero (merecido).

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    1. Yo tengo los 3 en el mp3 (no por itunes, las cosas como son) y ahora, mientras curro, suelto unos aullidos que son la admiración de mis compañeros

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  2. Por Diosssssss, cómo me acuerdo de poner el "I believe..." a todo lo que daba el podre ordenata que teníamos en el despachín de María de los Soles!!!.

    PD: El gatete guitarrero es mitiquísimo!!!

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    1. Pues ahora tienen una canción con Jethro Tull que igual flipas en colorines.

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