Existe una corriente de la que
formo parte, que apunta hacia el declive de muchas de las expresiones
artísticas en la época moderna. Cual abuelo cebolleta me opongo a la música
moderna, al cine contemporáneo y a los comics actuales y los comparo y contrapongo
a sus versiones pretéritas, más trabajadas, más creativas, más ingeniosas.
Mejores.
No voy a extenderme sobre el
cine, del que ya hablé en su momento. Ni sobre los comics, ya que ha quedado
patente mi regusto, en ambos casos, por las versiones de los años ochenta y anteriores. Hoy toca la música.
Tengo que hacerme mirar lo de los gatos |
Y me declaro un auténtico
analfabeto musical. No podría tocar una guitarra ni aunque me fuera la vida en
ello. Mi voz, desgarrada y amarga, tiende a destrozar en la cocina algunos de
los mayores éxitos de la música flamenca española (me da por el jondo andaluz
cuando me encuentro entre fogones).No sé lo que es una corchea y me da igual,
pero, aunque no siempre escuche a autores de calidad, creo que sé reconocerla.
Más o menos |
Es por ello que, hablando el otro
día con mi mujer, ella me comento algo que era cierto y es que parece que la
calidad que se le suponía a los anteriores grandes genios de la música no ha
vuelto a aparecer. No ha existido otra reina negra
desde Tina Turner. Whitney Houston fracasó por su mala
cabeza o su falta de suerte, pero nadie ha sido capaz de situarse a la altura
del talento de la pantera de Nutbush. No quiero imaginarme a la espasmódica Tina haciendo cualquiera de las
exigentes coreografías que les exigen a las nuevas musas de la música negra. Tina era un espíritu libre, alimentada
por los más grandes de la música. Una bestia que colaboró con otras bestias de
la talla de Mark Knopfler, David Bowie, U2 o genios de pies de barro como Phil Spector o el propio Ike
Turner.
Tina y Beyonce envueltas en papel de aluminio |
Ahora, en un mundo donde prima
más el envoltorio que el regalo en sí, unos tipos de aspecto nada atractivo
como los Scorpions, enanos de morro
torcido como Angus Young o profundos
alopécicos como Phil Collins o Francis Rossi no tendrían nada que
hacer. Incluso un grupo eminentemente tan talentoso como feo como era Queen habría tenido problemas para
hacerse un nombre.
De pelo en pecho |
Es por ello que, a veces,
pequeñas joyas como The Darkness,
surgen de entre las tinieblas para hacerte recuperar la fe en la música rock. Su
estilo musical bebe de fuentes primigenias y al escuchar algunas de sus
canciones, surge clara la influencia de los más grandes. Su cantante y guitarra
Justin Hawkins, responde a la
pregunta sobre que hubiese pasado si Freddie
Mercury y Angus Young hubiesen
decidido procrear y permitir a Iggy Pop
apadrinar al retoño. Es precisamente Justin
Hawkins el gran genio y a la vez el gran destructor tras la banda inglesa.
Esta moderna versión de de Ziggy
Stardust, incapaz de soportar el éxito sin ayuda de la cocaína, une a su
voz de “castrati” una capacidad para
recuperar el glam rock, las baladas de guitarra pesada y la capacidad de
innovar sin perder de vista los clásicos.
Y encima es futbolero. Puñetero crack. |
Así, The Darkness, dejó en su primer disco un tema que se convertirá, si
no lo ha hecho, en un clásico del rock. Su “I
believe in a thing called love” incluye todo un glosario de falsetes,
coros, guitarras eléctricas y es un homenaje a la diversión que la buena música
debe transmitir.
Porque no todo son bellos
muchachos y esculturales chicas bailando al son de un ritmo machacón para luego ser devorados por
los nuevos iconos de carpeta. A veces, el videoclip que mató a la estrella de
la radio nos muestra que un hombre travestido pasando la aspiradora puede ser genial, que la tierra de la confusión está plagada de muñecos, que hay héroes
que lo son solo un día, que las guitarras pueden llorar mientras llueve en noviembre y que Tina
nos decía que había alguien que era simplemente el mejor, aunque todos sabíamos que la mejor
era ella. En algunos momentos los OBK
de Essex (aplíquese el sentido de la ironía aquí), unos barbudos de Texas o unos
australianos que parecen salidos del peor abismo de Moria nos demostrarán que
uno puede disfrutar del silencio mientras viajando por la autopista al infierno
para en un motel de La Grange.
Mientras esperamos la vuelta de
esos genios, habrá que conformarse con estos geniecillos traviesos que
disfrutan con sus mallas ajustadas, creyendo en el poder del verdadero rock. The Darkness son feos, antiestéticos,
ruidosos y no saben bailar, pero cuando Hawkins
se pone al micrófono, cualquier cosa puede pasar.
The darkness es de los pocos grupos de los que he comprado discos en iTunes pagando un dinero (merecido).
ResponderEliminarYo tengo los 3 en el mp3 (no por itunes, las cosas como son) y ahora, mientras curro, suelto unos aullidos que son la admiración de mis compañeros
EliminarPor Diosssssss, cómo me acuerdo de poner el "I believe..." a todo lo que daba el podre ordenata que teníamos en el despachín de María de los Soles!!!.
ResponderEliminarPD: El gatete guitarrero es mitiquísimo!!!
Pues ahora tienen una canción con Jethro Tull que igual flipas en colorines.
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