viernes, 2 de agosto de 2013

NO SABEN NADA




Existe una versión del juego “Pro Evolution Soccer 5”en el que las voces de los narradores son las de los conocidos periodistas de la COPE, Manolo Lama, Paco González y Tomás Guasch. Mientras juegas, estos alegres muchachos dicen sandeces de todos los colores, casi siempre de boca de Poli Rincón. Por poner un par de ejemplos: 

Este es uno de los mejores equipos del continente mundial” (fin de la cita)

Eso es más peor” (fin de la cita)
 
Poli, capaz de descifrar lo indescifrable
Pero de entre todas las sentencias, una me llama siempre la atención y esta vez, como no podía ser de otro modo, proviene de una mente preclara como la de Tomás Guasch. Hace, originalmente, referencia a un lance de un partido de fútbol en el que el árbitro se equivoca, pero Tomás piensa que puede que no de manera inconsciente.

Es un muchacho increíble. Llevaba mucho tiempo sin armarla. Sí, sí, pobrecito. No sabe nada” (fin de la cita)

En el momento en que esto escribo, veo a don Mariano Rajoy exponer su triste situación de persona engañada y no he podido evitar que esta frase acuda a mi memoria.
 
"Fiestaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa"
Rajoy dice que Bárcenas le engañó. Le engañó para mantener una supuesta trama fraudulenta de movimiento de dinero de dudosa procedencia y difícil detección. Le engañó para enriquecer al partido mientras se enriquecía él mismo, pero no nos olvidemos de lo más importante.
 
Rajoy se duerme hasta a él mismo cuando habla
Bárcenas en un don nadie, un “mindundi” que pasaba por ahí y que a nadie le importa un comino. El problema no es Bárcenas. El problema ha sido y es los que le dieron y dan cobijo. El problema real ha sido que el engañado se tornó en engañador cuando, milonga tras milonga, nos han ido filtrando medias mentiras y falsedades completas día tras día. Primero Bárcenas era un tipo honrado. Luego los famosos papeles eran falsos (salvo alguna cosita). A continuación Luis “El cabrón” no trabajaba ahí, pero tenía despacho, pero lo habían despedido, pero seguía cotizando, pero yo no lo conozco, pero a mí me pagó para arreglar el piso, pero yo soy bueno y recto y lo declaro todo a hacienda.
 
"Creo que si me esfuerzo puedo tocarme las cejas con el labio inferior"
Mentira tras mentira se esconde la verdad y lo que podría haber sido un shock momentáneo de dolorosas consecuencias, se ha convertido para la política española en una larga travesía por el lodazal de la mentira y la vergüenza propia y ajena.
 
No se debe estar tan mal entre el barro
No olvidemos que, según nuestro presidente, él no está en política para ganar dinero, sin embargo, y así lo admite hoy, cobró sobresueldos de su partido (legales o ilegales, vaya usted a saber) que situaban sus ganancias anuales muy por encima de la media nacional. Aunque, si algunos informes son ciertos, Rajoy como registrador de la propiedad en Santa Pola, sí que se llevaba un sueldo sustancialmente elevado. Sin trabajarlo, que en España eso de ganar dinero merecido está muy feo.
 
La definición de miseria
De esta manera, Rajoy, el pobre Mariano, gana como presidente una auténtica millonada que le permite llevar un tren de vida magnífico al que, seamos sinceros, pocos renunciarían fácilmente. Desde esa posición, pedir a los demás que se aprieten el cinturón, echarles en cara que viven por encima de sus posibilidades, acusar a los parados de vivir del cuento, a los jóvenes de huir del país por espíritu aventurero y a los investigadores de que sobran muchos, es poco menos que inmoral. Y un país no puede tener un presidente inmoral, y si además es un tonto manipulable, peor que peor.
 
Y si es un inmoral, que sea como Silvio
Sobre todo cuando no eres un tonto solitario. Una marea de tontos, engañables, manipulables y fácilmente timables acababa siendo un problema, más cuando se les coloca al mando de un país. Rajoy engañado por su tesorero que hace aparecer y desaparecer millones en un pestañeo. Ana Mato engañada por un marido cruel al que se niega a abandonar por que no se lo permite su religión y con el cual su tren de vida mejoró ostensiblemente sin que ella, pobrecita, se preguntara como la vida era tan de color rosa. Rubalcaba, autoengañado, creyendo que todavía le respalda alguien y Rosa Díez, engañada frotándose las manos, creyendo que está ante su ocasión de subir al más alto escalón del estrellato político. Que ellos sean tontos no sé en qué lugar nos deja a nosotros.

Parafraseando a Guasch: “Son unos muchachos increíbles. Llevaban mucho tiempo sin armarla. Sí, sí, pobrecitos. No saben nada.”
 
Qué coñazo de entrada he soltado

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