lunes, 1 de abril de 2013

LOS MACARRAS DE LA MORAL

 
Ruego a todo aquel que encuentre útil el contenido del siguiente post, que lo difunda y lo haga moverse a través de eso que los jóvenes llamáis redes sociales. Los viejos del lugar pueden usar papeles clavados a muros o el simple boca a oreja. No lo he hecho nunca en este blog pues nada que yo pueda decir, opinar o creer ha merecido especial relevancia de manera previa, pero hoy he dicho basta con un tema y he decidido pintar mi línea en la arena. Una línea pequeña, casi invisible, pero una línea al fin y al cabo.

Vuelvo, una y otra vez a criticar y hablar sobre la basura que inunda el sistema investigador español. 

Avisados quedáis.

Una vez más, y van… recurro a un tema mil veces visto y para hacerlo me planteo copiar y reunir el talento de aquellos mejores que yo en el acto de transcribir pensamientos en palabras. De esta manera y no de otra, puedo poner en negro sobre blanco lo que, sin la ayuda de Joan Manuel Serrat, no sería más que un cúmulo de barbaridades e improperios.

Vuelvo a bajar al barro dejando que me llegue a la cintura. Vuelvo a la "Ciencia en España" y defino así al tema por sencillez, no por poseer la verdad ni porque generalizar esté bien y sea apropiado. Antes de irme a lo horrendo, que es mucho, solo comentar que hay mucho bueno, excelente yo diría. Mucha gente válida, honrada y decente pero al final, como saben la abuelas, una manzana podrida estropea el cesto y cuando hay muchas, la casa huele a podrido entera.

Cuentan que, en el mundo de la ciencia son de vital importancia las publicaciones. Como sucede en las películas, habitualmente el nombre del actor principal sale antes que el del secundario, por mucho que éste sea mejor intérprete. Tiempo tendrá de ver su nombre en luces de neón si su calidad es acorde con ello. La ventaja de las películas es que todos las vemos y las juzgamos. En un artículo el orden de autores, tan importante como en las películas, determina quién ha sido la estrella y quién ha hecho el cameo. Solo que esto no lo juzga el gran público y está en manos de unos pocos. Al igual que para el actor novel, es útil que su nombre se vea en letras grandes en la marquesina del teatro, para el investigador pre doctoral es de excepcional valor que su nombre, acorde a su trabajo, figure en el primer puesto de un artículo. En el futuro, el orden de autores alterará el producto, pudiendo acabar llevando méritos a la orilla equivocada.
Así que la pregunta es ¿Qué sucede cuando el ego del director es tan grande que no acepta que sin actores no existiría su obra? ¿Qué pasa cuando un director de tesis se apropia del trabajo conjunto para mostrarlo como propiedad privada, mintiendo, engañando y minando la moral del que ve esto como injusto?

Esa pregunta es la que nos lleva a hoy. Tras mucho pelear para sacarse una tesis doctoral, una persona termina su periodo con una formación excelente (como atestiguan quienes con ella han trabajado) y un currículum que para futuros empleadores no es el adecuado. En la ciencia hay opción que esto pase por mala suerte o por otros factores, los macarras de la moral.

Y te acosan de por vida
azuzando el miedo,
pescando en el río turbio
del pecado y la virtud,
vendiendo gato por liebre
a costa de un credo
que fabrica platos rotos
que acabas pagando tú.

La tesis de esta persona es dirigida por dos elementos que representan el amplio espectro de mediocridad y grosera falta de ética que inunda pero no ahoga el sistema científico español. Una, ejemplo vivo de tiempos pretéritos donde las cosas se hacían por órdenes y sin pensar, enemiga de la opinión propia y amiga de robar el trabajo ajeno. Otro, trilero de la basura, jugador de póker  de sonrisa y palmadita en la espalda con las manos cubiertas de mierda y capaz de dormir a pata suelta en cualquier lodazal mientras limpia su inmundicia en la vida de otro para dejar la suya impecable y sin mácula para el ojo del espectador. Ambos coartaron el currículum de mi amiga por el simple beneficio de uno y ante la mirada contemplativa de la otra. Mintieron, asustaron y amenazaron cuando hizo falta. Consideraron groseras las peticiones de explicación, comprensión y culparon, como si ella fuese el enemigo, de todos los males a la persona que se dejaba la piel para que ellos pudiesen lucir unas habilidades ajenas como si fuesen propias.

Van de salvadores
y si les dejas te pierdes
infaliblemente.
Manipulan nuestros sueños
y nuestros temores,
sabedores de que el miedo
nunca es inocente.

Sabedores que desde una posición de poder es muy sencillo pisar el cuello del que depende de su sustento para seguir caminando, mostraron su peor cara en los momentos cruciales y se saltaron a la torera principios tan dentro del marco de la legalidad como que a una persona que trabaja hay que pagarle. Mentirosos compulsivos que llenan su boca de verdades como templos que no se creen ni ellos pero que usan para manipular y triturar al débil conocedores que su destino les importa muy poco.

Hay que seguirlas a ciegas
y serles devoto.
Creerles a pies juntillas
y darles la razón
que: "El que no se quede quieto
no sale en la foto..."
"Quien se sale del rebaño,
destierro y excomunión".

Pero claro, llega el momento en el que el yugo afloja y el pájaro vuela libre ¿Libre? Nunca. En un mundo donde las cartas de recomendación funcionan en muchos casos como atadura, el más mínimo conato de protesta se convierte en amenaza barriobajera y en el que expresar una duda te convierte en el más fiero de los enemigos. El valor del cara a cara ya no es una virtud y los macarras de la moral se esconden tras la ignominia del e-mail y la distancia para poder decirle a su becaria aquello que no se atrevieron ni cuando tenían el toro por los cuernos. La avisan, sin temor a esconderse que "Se recoge lo que se siembra" y advierten que ellos serán referencia a la que acudan futuros empleadores y que más vale tenerlos contentos, en una demostración de actitud mafiosa e indigna de un ambiente universitario.

Sin prisa pero sin pausa,
esos carcamales
organizan sus cruzadas
contra el hombre libre
más o menos responsable
de todos los males
porque piensan por su cuenta.
Sueñan y lo dicen.

Y es que, aquel que sueña con hacer de la profesión que ama su vida, su futuro, su felicidad, se condena a tropezar con la piedra de esta gentuza que vive por y para su propio ego, alimentado en mentiras y fanfarronadas que solo se ven coartadas cuando alguien con dos dedos de frente pone en duda sus razonamientos. Es entonces cuando el castillo de naipes cae con la primera brizna de viento y en lugar de reconstruirlo con unas bases bien seguras, los macarras de la moral se dedican a hundir las construcciones de los otros para que así, su derrumbado castillo siga pareciendo el más alto.

Si no fueran tan temibles
nos darían risa.
Si no fueran tan dañinos
nos darían lástima.
Porque como los fantasmas,
sin pausa y sin prisa,
no son nada si les quitas
la sábana.

El problema es que son temibles. Capaces de acabar con la ilusión, el futuro y el talento de muchos por alimentar su falta de honestidad. Dañinos para un sistema que les permite y los alimenta. Horrendos para compañeros de profesión dignos de alabar, que pese a las piedras en el camino han llegado hasta donde han llegado y han de aguantar que ceporros como yo les metan en el mismo saco. Fantasmas, como dice Joan Manuel, que no son nada. Cobardes que nos quitan todo. Sabandijas que se ocultan bajo la puerta si no pueden pisarte el cuello con la mayor desfachatez. Profesores en la Universidad, para mayor vergüenza del alumnado. Científicos para desazón de un mundo que a veces, solo a veces, piensa que en ellos está el futuro. Unos hijos de puta para el imbécil que esto escribe, por haberle vuelto a traer al camino del odio.

Unos macarras de la moral pese a que me hayan hecho acordarme de Serrat.

4 comentarios:

  1. mmm...me dejas preocupada

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nada grave, no te preocupes. Solo la misma mala leche ante las injusticias de siempre.

      Eliminar
  2. No cuentes estas cosas, Dolfo... que se me suben las transaminasas y se me ocurren cosas como ir a esos despachos y ponerme medieval con sus culos. Aunque no tenga relación con las personas implicadas; simplemente por equilibrar un poco de karma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Joer, es que algunos "líderes" de grupos científicos parece que viven en la era medieval. No exigen el derecho de pernada por el canto de un duro. El karma está habitualmente muy desequilibrado favoreciendo a las personas que provocan mal karma. Que mundo Facundo.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...