Existe una tradición extendida a todo ser
humano de faltar al respeto a sus superiores. Que esta actitud sea debida a
razones evidentes o motivada por simple envidia o maledicencia no me
corresponde a mí decirlo, pero, que levante la mano el primero que no haya
hablado mal, aunque sea por lo “bajini”,
del cabrón de su jefe, la lerda de la directora o el inútil del encargado.
Por decirlo científicamente, la liberación de
endorfinas que prosigue a estos estallidos de incontinencia verbal suele
producirse únicamente cuando el criticado no está presente. En ese horrible momento
en el que el criticador es cazado “in
fraganti” por el criticado, la corriente de opioides naturales se ve
sustituida por la vergüenza, la irrigación desmesurada de la tez y la
proverbial escondida del rabo entre las piernas.
Como no, en un mundo donde nuestro jefe, qué
digo jefe, nuestro Dios hecho carne, ese vástago de Apolo y heredero de Atenea,
el Tito para más señas… a lo que voy,
que me distraigo en elogios. En un mundo donde el Tito estaba presente, la crítica no tenía cabida pues criticar lo
que es perfecto solo denota hambre en la boca del miserable. Así que en lugar
del Tito, el recipiente de las
críticas a las que hago referencia hoy fue un médico vanagloriado y respetado
en el departamento de Medicina local. Un casi jubilado, querido y apreciado por
todos. Un hombre que se llevó las iras del respetable, al igual que el Equipo
A, por un crimen que no había cometido.
Nació la semana con la visita de este
eminente médico a nuestros dominios. El buen hombre, corto de estatura,
contrahecho y de voz dulce y aflautada, atravesó el territorio de la bestia y
se dirigió en busca de su ex secretaria, conocida como María de los Soles, la cual, en un gesto que la honraba, decidió
que nos cedía su despacho y su ordenador a los pobres becarios que carecíamos
de ambos elementos. De esa manera ella se iba de compras y a la peluquería en
horas de trabajo y nosotros teníamos una sala propia donde ocultarnos y
utilizar la tecnología informática puesta a nuestra disposición para los más
diversos menesteres.
Así que el buen hombre vino en busca de su
antigua amiga encontrándose el conjunto vacío ocupado por dos elementos
dedicados a sus menesteres científicos. En un gesto amable y tras descubrir que
estábamos haciendo “CIENCIA”, así, con mayúsculas, el buen médico nos lanzó una
puya envuelta en piropo.
“Son
ustedes como Watson y Crick.” Nosotros esbozamos una sonrisa y agradecimos
la comparación con los “supuestos padres”
de la doble hélice (nunca se ha dado igual mérito a Maurice Wilkins y Rosalind
Franklin en el hallazgo), pero tras el diamante llegó el carbón.
“Ellos
también eran dos, al igual que ustedes” Ahí concluía el parecido. Muy
simpático el razonamiento. El buen hombre no sabía que lo iba a pagar a finales
de semana. Es aquí donde empieza el Rashomon.
Para el que no lo sepa, “Rashomon” es una película de Akira
Kurosawa en la cual un crimen es narrado desde cuatro puntos de vista
diferentes. Como yo no atesoro el talento del maestro japonés, mi historia solo
tiene dos puntos de vista y aquí empieza por fin la historia de degradación
personal que tanto gusta a los visitantes de éste, su humilde podreblog.
Venía yo por el pasillo, ahíto de trabajar en
la sala de cultivos celulares. El largo camino desde un extremo a otro de la
estancia se me hacía eterno cuando de pronto, escuché una voz que me sonaba a
conocida. Dicha voz provenía del interior de nuestro laboratorio y decía (Cito
textualmente):
“Qué
maricón, ¿ya estás otra vez escondido tocándote los cojones y leyendo el MARCA?”
Identifiqué que mi buen compañero Jandro había caído por fin en los
insondables abismos de la locura y hablaba con un espectro imaginario que, por
azar, había adquirido mis hábitos de lectura. Sin embargo no era así. El bueno
de Jandro daba por hecho que un
servidor se había ocultado de sus quehaceres diarios y los esquivaba
dedicándose a leer una de las obras de arte escritas más influyentes de tiempos
modernos. El diario deportivo del grupo Recoletos conocido como diario MARCA.
“Todo
el día escondido tocándote los cojones” repitió, haciendo hincapié y chanza
de mi notoria facilidad para distraerme con temas menores. Mientras lo decía,
su voz avanzaba en dirección al despacho de María
de los Soles, ubicado al final del pasillo y estancia a la que en ese
momento yo me dirigía, efectivamente a leer el MARCA. De pronto, el objeto de
las mofas y los insultos habló.
“No,
no. Si yo ya me iba”
La voz aflautada y reconocible se anticipó a
la apertura de la puerta y a la salida por piernas del reconocido médico que
huía de su agresor con paso decidido solo para encontrarse con la maligna
sonrisa del compañero de su atacante en mitad del pasillo.
Vayamos a la versión defendida por el
indefendible autor de tal atrocidad.
Jandro, solo en el laboratorio,
escucha ruido en el despacho que solemos ocupar y de inmediato su cerebro junta
causa y efecto asumiendo que yo me hallo escondido allí sin más deber que el de
tocarme la pera. Me hace saber con voz de tenor que mi actitud es indecorosa y
exclamando los improperios anteriormente expuestos avanza para lanzar una
reprimenda directa al vago indecente que soy pero que sorprendentemente no está
allí. Al llegar a su objetivo, Jandro
comprende que se ha equivocado en el mismo momento en que ve al nervioso mini-médico (que había acudido de nuevo a nuestros dominios a visitar a su desaparecida amiga)
tratando por todos los medios de salir de la habitación ante la amenazante
figura que se le aproxima. Finalmente, el médico logra abandonar la estancia y
lanza su disculpa ya mencionada
“No,
no. Si yo ya me iba”
Mientras cierra la puerta, Jandro solo acierta a confesar una
disculpa barata y cobarde
“No, si
yo pensaba que era usted mi compañero que se esconde aquí…”
Entre la nube de mentiras, Jandro solo recibe un portazo por
respuesta y desde lo lejano del pasillo escucha una risa a carcajada abierta
procedente de la otra mitad de los actuales Watson
y Crick, personaje que esto escribe y
fácilmente conocido por disfrutar de la desgracia ajena.
En resumen y como moraleja para esta historia
acerca de los riesgos de burlarse de dos becarios que pasaban setenta horas
semanales en su lugar de trabajo:
“Antes
de rajar, asegúrate de mirar y piensa detenidamente con quien te la vas a jugar”.
Bueno, bueno, Dr. Dolfor, menudo garrulo ese compañero tuyo!!!. Primero le da postazo en todo el careto a la gente y se dedica a llamar "maricón" a los catedráticos de Medicina!!. ;)
ResponderEliminarEra un muchacho de voluntad hermosa pero mala fortuna. También hay que tener en cuenta que una cosa es llamar maricón a un catedrático y otra llamar maricón a un catedrático y asustarlo hasta el punto que se de a la fuga. Seguro que si lo hace con algún otro no funciona igual.
EliminarMuy bueno, como siempre Dr. Quiñones. Me alegro de verle por aqui, Dr Lopez-Soto.
ResponderEliminarMuchas gracias Dr.Román Pol. Igualmente un placer ver por aquí a tanto doctor. Os acordáis cuando íbamos a la biblioteca a estudiar y a los diez minutos nos íbamos a comer panchitos? Y todos doctores... qué país.
EliminarUff!, mira que no me pude morir de risa en la biblioteca de Bioquímica cuando os quedasteis uno mirando pal otro y os dijisteis "unos panchitos??. Venga, vamos".
EliminarDicho así no parecemos gente seria, que lo somos. Solo fue un momento de debilidad. Era como cuando en el labo yo te decía "Pincho de revueltaco?" y no lo dudabas.
EliminarHombre, es que no cabe la comparación!!!. Cualquiera que se haya enchufao un pincho de revueltaco o de lomo picao lo sabe ;)
EliminarBueno, es que si a mi, ante la pregunta "pincho de revueltaco?", alguien me responde, "no, que estoy cargando un western blot" o "no, que estoy estudiando la ruta de las pentosas fosfato", perdemos la amistad automatically. Lo primero es lo primero, compais.
EliminarDaba yo los dientes por un pincho de revueltaco de setas, pero en la cafeta de aquí solo venden wraps y sandwichs blt, que ya son ganas de deprimir a uno.
EliminarAquí lo más parecido a un pincho de revueltaco diríase que es la Double Baconator Burger de Wendy's (por desgracia, mis cartas a la compañía pidiendo que saquen la Triple no han provocado respuesta alguna, pero no pierdo la esperanza!)...
ResponderEliminarYo, como soy más comedido, me quedo con la "Son of Baconator", porque además me parece poético que Baconator tenga un hijo.
EliminarNo me hableis de comida. Aqui lo mas cercano a un picho de revueltaco + cocacola es cerveza caliente y engrudo con sabor a genitales de yonki acompañado de unas patatinas de bolsa.
ResponderEliminarNo voy a entrar al trapo de preguntar cómo demonios reconoces el sabor a testículos de yonki.
EliminarHombre, el sabor de los huevos de yonki viene a ser como la tinta de impresora barata o el cuerno de un unicornio. Una mera hiperbole usada en pos de fomentar el ambiente literario de tu "blon".
ResponderEliminarMe lo suponía, pero no quería quedarme con la duda, que las dudas traen más preguntas, y como nos atrevimos con aquellos kebabs holandeses fabricados mientras el cocinero echaba el pitaco, pues eso, que de ahí al genital de yonki hay un salto cualitativo escaso. Aquí tampoco hay kebabs, por cierto.
EliminarComorl?
EliminarYa te ahorro yo el trabajo. http://www.cheapflights.com/flights-to-madrid/greater-buffalo-intl/
Yo aqui tengo unos amigos turcos en la kebaberia de al lado de casa, que ya me dicen "como ye ho" cuando entro por la puerta.
Jajaja, y seguro que son socios del Oviedo. Es que aquí el Kebal es una carne clavada en un palo, que está buena, pero no es lo mismo. Aparte los restaurantes morochos son incluso más sórdidos que las tiendas de comics (en una no me atreví a entrar no fuera que me pasase lo mismo que a Bruce Willis y Ving Rhames en Pulp fiction)
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