martes, 28 de agosto de 2012

AJARE NAO 1. ¡DÉJAME EL PIJAMA TÍO!


Ya sé que lo prometido es deuda y que un hombre es preso de sus promesas. Sé que ofrecí abrir una nueva sección bloguera en la que narrar algunas de las peripecias observadas durante mis años como investigador, así que allí vamos con el primer capítulo de Ajare Nao, dos palabras cuyo significado desgranaré algún día, más adelante. Hoy empezaré por mis primeros pasitos en el mundo de la ciencia de la mano de mi hermano Pol, o Polancio por estos lares. Con su permiso os paso a relatar la historia…

¡DÉJAME EL PIJAMA TÍO!

Pol y yo nos embarcamos en la aventura de la ciencia a la vez. Abandonados a nuestra suerte por el indeseado fracaso como estudiantes, nuestro panorama desalentador nos obligó a buscar el turrón allende las fronteras en una historia que, ¿quién nos iba a decir?, se repetiría casi diez años después. Así, Pol y yo nos lanzamos a reconquistar las tierras holandesas, otrora perdidas en injusta batalla, y que mejor sitio para empezar la reconquista que allí donde se fraguó la derrota del ejercito español. En la hermosa Leiden aterrizamos sin saber nada de la vida, recién destetados y por primera vez lejos del nido materno.

Sin embargo Holanda es un país acogedor que nos brindó la más hermosa de sus sonrisas y nos admitió sin preguntas. Al poco de nuestra llegada nos cobijamos en un pequeño estudio de escasos veinte metros cuadrados con cocina y baño. Adyacente a una caldera, las frías noches holandesas se nos hacían un sueño de la Pampa. De esa manera, toda protección contra el frío nocturno era excesiva, así que me sorprendí un día, cuando a las X de la mañana, mi compañero de cuarto me devolvió a la consciencia con la exclamación que titula este relato.

Antes de entrar en la noche veamos que aconteció durante el día. En el inicio de toda profesión o hábito siempre existen dudas sobre nuestro buen quehacer y nuestro correcto proceder, así que la vuelta sobre nuestros pasos, la repetición de gestos y la revisión de procesos, se convierte en hábito hasta rallar lo patológico. Ese fue el problema del amigo Pol. Tras realizar un experimento en el que la participación del peligroso e inflamable CO2 era vital, Pol no fue capaz de descartar la posibilidad de haber dejado abierta la llave de tan dañino gas y durante la noche, imágenes en las que el edificio donde trabajábamos saltaba por los aires envuelto en llamas acudieron a su mente y Pol no pudo conciliar el sueño, tramando un complejo plan para reparar tal catástrofe. Como todo héroe, Pol necesitaba un uniforme de batalla. Y ahí entra mi pijama.

Así que cuando abro los ojos, un tipo en calzoncillos que me saca una cabeza y media espalda, me dice con aguda voz que necesita mi pijama y que no sabe donde se encuentra dicha prenda. En sueños le indico su localización y acierto a preguntar la razón de tal alboroto. Pol se explica y me comenta cual es el motivo de su desazón y sus armas para acabar con el mismo. Para escudarse de las heladas holandesas, Pol cubrirá su cuerpo con mi pijama (o esquijama) de algodonazo y (quiero pensar, pues no lo recuerdo) sobre tal armadura protectora vestirá con ropa mas adecuada, tal como pantalones y jersey de cuello vuelto. El objetivo es dirigir su bicicleta (vehículo disponible tras su correcta adquisición a un yonki con chepa y habilidad de prestidigitador, tan capaz de hacer aparecer una cizalla como de volatilizar un candado) hacia el laboratorio y una vez allí, cual héroe de acción, sacrificar su vida en pos de las de todos apagando el dañino gas de sus entretelas.

De esta manera Pol, experto bicicletero desde tiempos inmemoriales, recorrió de madrugada la distancia entre nuestro hogar y el trabajo enfundado en mi pijama y puede que algo más. Espero que él me lo aclare, puesto que pasado el tiempo solo recuerdo la conversación, pero no recuerdo verlo salir vestido de manera normal. En mi memoria, solo atino a imaginar a mi amigo circulando en bicicleta, con un pijama de algodón gris tres tallas mas pequeño, cruzando la puerta del edificio sin descabalgar de su montura cual Cid campeador y recorriendo raudo los pasillos mientras la seguridad del centro no daba crédito a lo visto. 

Quiero pensar que no fue así, pero la duda sigue tras muchos años.

Por supuesto, tras tal desmán, el gas estaba apagado y nunca hubo ningún tipo de peligro, pero esta entrada es la demostración de que existen muchas personas que en ese fugaz momento que se encuentra entre el sueño y la vigilia, reciben un latigazo cerebral que trae un recuerdo escondido en lo mas recóndito de la memoria, un recuerdo capaz de impulsarte a la mayor de las locuras, una demostración palpable de que a veces, desconectar del trabajo, es una tarea difícil.

12 comentarios:

  1. Ays, que jartada de reir.
    Efectivamente, me puse tu pijama y mi abrigo por encima (habia unos -10 aquella noche) y tras hacer una etapa hasta el labo que ni Pantani endrogao, me di un paseo por dentro de Gorlaeus Labortaoria en bici que recordare toda mi vida, pues me di el lujo de pegarme unos buenos derrapes indoor. Choque con el marco de una puerta, eso si.
    Jamas recordare porque no cogi mis vaqueros, pero darte cuenta a las 4 de la mañana que el edificio va a explotar por tu culpa, no deja pensar con claridad.
    Algun dia deberias contar la anecdota del pudding y "vomito". :-D

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    1. Aclarada la duda. Viaje pijamero entonces.No iba a hablar sobre el tema del pudding, por ser mi intención centrarme en temas meramente científicos, pero que un hombre sea capaz de engullir así rompe todas las reglas de la física. El próximo capitulo también versara sobre Holanda antes de saltar de vuelta a Asturias.

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    2. Llega a haber algún policía por la calle, ve a Pol con esas pintas que debía de llevar jeje lo para, le pregunta adónde va a esas horas vestido así y en bici, Pol le cuenta... y la historia hubiese terminado en el calabozo o en el manicomio (y el laboratorio sin explotar) jeje pero es que eso de tener la terrible sensación de que puedes haberla cagao es chungo.

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    3. Yo desde que compré el coche la semana pasada, cada cinco minutos pienso que lo dejé abierto. Y si tengo que bajar en pijama y chanclas con calcetos para comprobarlo, bajo.

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    4. Ya somos dooooossss jejeje

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  2. Locuras de juventud, con tintes de pelicula de acción (por la posible explosión) puede ser madera para un guión de pelicula adolescente. Buena anecdota por lo divertida y porque no pasó nada al final.
    Un saludo.

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    1. Por lo que cuenta Pol, hubo bastante acción en plan los Bicivoladores pero con un vestuario menos agresivo para la vista que esta película ochentera, que mi pijama, además de calentín era todo clase..
      Otro saludo.

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    2. Nos faltaba Nicole Kidman. :-D

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    3. Una buena melena ochentera en bici a toda mecha siempre habría quedado bien. Imagínate en pijama, de noche, en bici y con un pelazo ochentero. Unstoppable.

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  3. "Adyacente a una caldera, las frías noches holandesas se nos hacían un sueño de la Pampa"???... Madre de Dios, qué risa!!!. Los Drs. Román y Dolfor pol Mundo armándolas...eso es Historia de la Ciencia española (y si me apuras mundial!!!!).

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    1. Cuidado que yo no armé ninguna. Como soy el que escribe, no voy a salir mal parado nunca, pero a ti ya te tocará salir, jejeje

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