viernes, 29 de julio de 2011

CONFESSIONS


Ayer debía ponerme a rellenar una montaña de papeles, pero no me sentí capaz (por cierto, dos goles en mi pachanga). Por esa razón, me puse a ver una película japonesa. La descripción de la misma hablaba sobre una niña muerta al caer a una piscina, así que en mi cabeza comencé a ver a la típica niña de película de terror que ya cansa un poco. Sin embargo con un poco de voluntad y haciendo un esfuerzo al que estoy poco acostumbrado, seguí leyendo. La historia trataba sobre la venganza de la madre de la niña, profesora de escuela, sobre los dos alumnos que habían asesinado a su hija. Vale, eso ya me gustaba más. Así que armado con un calippo de fresa en este verano madrileño, decidí que pasaría la sobremesa viendo una película japonesa, de la que esperaba que fuera una versión de los Diez Negritos de Agatha Christie, con la profesora buscando culpables y finalmente triturándolos en una explosión de gore y diversión.
No, los diez negritos no son la selección de fútbol de Sudáfrica
 Pero no. No voy a explicar una película basada en los giros de guión. Solo diré que los culpables aparecen al principio y que básicamente hay tres personajes fundamentales además de la susodicha profesora, a los cuales, como soy poco dado a recordar nombres y menos japoneses, llamaré Óliver, Benji y Heidi. Estos tres personajes reaccionarán a la venganza de la profesora de formas dispares, al principio un poco extrañas si tenemos en cuenta la distancia existente entre la cultura nipona y la nuestra, pero con el paso de la película nos meteremos poco a poco en sus historias. Los giros de guión afectan a los tres de manera continuada hasta llegar a un clímax bien rodado y bien acabado (en mi modesta opinión). De esta manera Óliver se comportará como un cabroncete pero con una razón, Benji como un auténtico enfermo mental y Heidi, bueno, a esa no la tengo tan calada.
A mí el que me molaba era Mark Lenders
 Pues nada más. Amigos de la sangre, las rarezas niponas y demás, me parece una película para pasar un rato dignamente en el sofá. También reconozco que para ver casquería y cosas que no entiendo, podría haber puesto el Sálvame, pero tampoco tengo tantas agallas.
¡Coño! Da más miedín que la niña de The Ring


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