En los Estados Unidos, país que me ha acogido y en el que disfruto de un trabajo y un excelente nivel de vida, son los magos del branding y el marketing. Es un país de
vendedores. Su expansión cultural en todos los medios ha sido capaz de
convencer al resto del mundo de que ellos y solo ellos ganaron la segunda
guerra mundial. O yendo a conceptos más terrenales. La televisión y el cine nos
muestran ocasionalmente una ficticia realidad donde estudiantes de instituto o
de universidad manejan con soltura elevados conceptos de la física, la robótica
o la biología. Sin embargo, la cruda realidad se empeña en mostrar, por una
parte, que la Unión Soviética tuvo un rol preponderante en la victoria aliada,
y por otra, que muchos estudiantes de doctorado apenas pueden resolver
operaciones matemáticas simples como una regla de tres.
Por eso no me llama la atención haber encontrado este texto en El
País el 5 de Julio.
“El
4 de julio es, además del Día de la Independencia de Estados Unidos, una de
esas pocas festividades nacionales en un país con escasos días de vacaciones”.
No es cierto que Estados Unidos tenga pocas vacaciones. Atendiendo a su calendario
federal existen 10 días festivos no laborables y yo, por mi parte, tengo 22
días de vacaciones al año. Si comparamos con el calendario español, también 10 días
festivos hay en el territorio nacional y los días de vacaciones suelen rondar
los veinte. Así que, ¿por qué esa idea equivocada de que el estadounidense
trabaja más que el español? De nuevo es puro marketing. Lo ejemplifico. Un
ciudadano de Buffalo va al gimnasio, se sube a la cinta de correr y antes de
dar el primer paso se hace una foto donde sale espectacular y la titula “Toca machacarse en el gimnasio”. Luego se
bajará de la cinta y se irá al horrendo Starbucks a por uno de esos aguachirris
a los que llaman café mientras revisa sus redes sociales que se llenan de “likes”
y aplausos para su entrega al ejercicio físico. Un español, por su parte, se
subirá a la cinta, correrá 700 metros, se ahogará y arrepentirá de su locura,
se ira al bar de Paco y pedirá un bocadillo de chistorra, bacon y huevo. Se
hará una foto y titulará “Puto gimnasio
no vuelvo más”. No generalicemos. Es un ejemplo. Lo digo porque he visto
auténticos atletas en este país. Cada puñetero sábado me adelantan como aviones
tipos como auténticas bestias mientras pedaleo por Prospect Park. Es solo un
ejemplo de mi teoría.
Porque en Estados Unidos, como en cualquier parte, son vagos. Ellos solo lo
esconden. Se venden mejor. Y también producen mejor ¿Por qué? Vaya por delante
que mis teorías no se basan en mi conocimiento de sociología, economía o nada
en general. Creo que, en los 40 y 50, Estados Unidos experimenta un crecimiento
basado en los avances en mecanización generados durante la guerra. Además, en
torno a esa época la tasa de trabajadores sindicados ronda el 40% y el reparto
de la riqueza generada tiende a ser más justo, beneficiando el movimiento de
capital y permitiendo el enriquecimiento de la clase media. Todo ello se
consigue gracias al esfuerzo y al trabajo brutal de los ciudadanos
estadounidenses que ponen en marcha una maquinaria imparable. Lo que creo es
que, ahora, la maquinaria va hacia adelante por simple inercia permitiendo que
gente como yo se aproveche de ella. Solo decir que, con el mismo o menor
esfuerzo, estoy produciendo mucho más que en España. Y yo sigo siendo el mismo,
pero mi entorno, más rico en medios, me favorece.
Y es que mientras USA experimentaba un baby boom en los 50, en España nos
moríamos de hambre y lo que a unos empuja a otros lastra. Y de aquellos polvos
estos lodos, pero ¿son los estadounidenses más currelas que los españoles? Pues
no. O al menos yo no lo creo. Paso a describir la mayor diferencia entre ambos
sistemas con otro ejemplo de los míos.
Imaginemos a una empresa estadounidense que necesita producir algo y para
ello necesita, al menos, a 10 empleados. Como la empresa tiene dinero para
contratar a 100, lo que hace es traer a 50 trabajadores de los cuales seguro va
a haber 10 que van a sacar el trabajo adelante. El paro baja, hay un ahorro del
50% y se aumentan los beneficios. Pero hay 40 tíos que no dan golpe y de los 10
que al principio hacían el trabajo ya hay uno o dos que se dan cuenta de que
están haciendo el primo y van a cambiarse al otro bando.
Mientras tanto en España, otra empresa necesitará otros 10 empleados para
producir. Sin embargo, la empresa solo tiene dinero para 5, así que contratará
a 2, les pagará el sueldo de 1 y les exigirá producir como 10. Si algo falla la
culpa será del currante, la empresa entrará en perdidas, se hace un ERE y se
contrata un trabajador nuevo a mitad de sueldo y con las mismas exigencias de
productividad.
No me lo invento cien por cien. He vivido ambas caras de la moneda. El otro
día se necesitaron ocho personas para llevarse una mesa de mi despacho y
montarme (mal) un escritorio nuevo. También vi como gente
dividía su sueldo en instituciones universitarias para que la parte
contratante pudiese tener dos empleados.
Al final, vengas del Congo, Almendralejo o Arkansas, si puedes sacar más
por menos, lo sacas. Es natural. La diferencia es que el tío de Arkansas te va
a vender una burra enorme y el de Almendralejo no tanto. Porque Estados Unidos
en marketing nos pule. Y a vagos, aunque estemos en la misma liga tampoco los
ganamos. No hay quién pueda con ellos. Por eso son una gran potencia.
Y Salvar al Soldado Ryan es un peliculón del copón |
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