Es Estados Unidos país donde la libertad de elección se valora. Aquí no se
dice una palabra más alta que otra acerca de las elecciones personales del vecino
de enfrente. Si el silencio y el respeto es debido a una educación correcta o
al temor de un conflicto ante la disparidad de opiniones no me corresponde a mí
juzgarlo. Es por ello que sé que mi vecino de enfrente gusta de representar a Shakespeare junto a sus amigos y lo que
considero que será su grupo de teatro aficionado. También sé que este mismo
amante del inmortal bardo considera la homosexualidad un crimen y a los
demócratas un mal menor. No he tenido el gusto, el placer o la desgracia de
entablar una conversación con él.
Todo ello lo sé a través de la observación y la perspicacia de ser capaz de
leer las pegatinas (múltiples) que adornan su coche. Sin embargo, a pocos
metros de su maltrecho Honda Civic verde aparca un votante de la dupla Obama/Biden y el conflicto no surge ¿Se
imaginan un coche aparcado en según qué zonas y que exhibiese sin prejuicios su
fidelidad hacia Alfredo Pérez Rubalcaba,
su homofobia o simplemente su pasión por un color deportivo sobre otro? Yo
tampoco.
También tengo a bien conocer a una muchacha local abiertamente racista,
homófoba e intelectualmente nula. Eso es otra historia a la que volveré al
final, pero como hablamos de libertad de expresión y elección aprovecho para
despotricar.
Leo hoy en el Huffington Post español una columna traducida de la sección americana del periódico digital. En
ella una doctora de la Universidad de Texas habla acerca de las bondades de la vacunación. Aporta datos y reportes científicos para
aclarar aquello que, particularmente, considero que parece evidente. Las
vacunas nos han permitido envejecer más sanos y saludables, y al igual que
muchos avances científicos, lejos de la perfección, son la mejor herramienta
que tenemos. La belleza de la simplicidad científica de lo que es una vacuna es
algo remarcable, pero también es llamativo la cantidad de mentiras que
circundan el tema de la vacunación.
Se acusa a las vacunas de transmitir el autismo, de enfermar a los niños,
de generar nuevas enfermedades y de mil plagas más. En mi camino a la
Universidad de Buffalo, de apenas dos millas, he podido encontrar dos carteles oponiéndose
a la administración de vacunas. Uno de ellos informa de una reunión (en terreno
universitario), que ha tenido ya lugar, acerca de los riesgos de la vacunación. Lamento
no haber podido ir. El otro, de índole religioso aumenta el temor de cuantos lo
ven pues directamente acusa a las vacunas de ser dañinas para nuestros hijos.
Y yo soy muy partidario de dar información, pero de darla bien. Es decir,
sí decides jugar con el futuro sanitario de tus hijos, hazlo con conocimiento
de causa y no por razones que van de lo divino a lo simplemente desquiciado. En
la sección de comentarios del blog de la doctora tejana (estado abiertamente religioso y con apego a según qué tradiciones) podemos ver que la gente no se
opone a la administración de vacunas por razones de sentido común (reacciones
alérgicas, efectos adversos, eficacia no probada al 100%...) sino que basan su
juicio en razones arbitrarias y peregrinas que, lejos de ayudar a imponer la
razón, parecen llevarme cien años al pasado frente a una pantalla de ordenador.
Ejemplos de lectores anónimos que comentan que Dios no creó las vacunas y
por tanto no son buenas. Que las vacunas matan tanto a vacunados como a no
vacunados. Que los que vacunan a sus hijos siguen los designios de Satán (ésta
es de mis favoritas), o bien que los productos químicos nos están matando
(dígaselo usted a un señor del siglo V que vivió feliz hasta los casi cuarenta
y murió de anciano a mi edad) y que las frutas contienen todo lo necesario para
que no enfermemos (Son los mismos que consideran que porque una señora comió
una manzana en un día de hambre, ahora toda mujer ha de parir con dolor).
Y por ello vuelvo a la muchacha estadounidense que alegra mi vida por el
simple hecho de conocerla y darme cuenta que, si en el mundo hay un contrapunto
para cada uno, en algún lugar ha de existir una persona bondadosa, correcta y
brutalmente inteligente.
Dice esta muchacha que debemos volver a la dieta de nuestros ancestros
cavernarios. La dieta "Paleo"
que se llama. En esta dieta no se incluye la caza de conejos, búfalos u osos
cavernarios, pero entiendo que ahora se hace todo muy complejo y que los osos
no están a salto de mata como otrora. Como buena seguidora de esta honorable
práctica, mi buena amiga bebe cerveza, come perritos y adora la comida mejicana
y las chucherías. Lo cual me parece muy bien. Sin embargo despotrica contra la
leche. Dice que el hombre no ha de beberla pues ningún animal adulto lo hace.
Yo le recuerdo que si le das leche a un animal adulto, ya sea gato, perro u oso
(cavernario o no), la beberá por su capacidad nutritiva. También le recuerdo que,
en la naturaleza, limitar su consumo a la edad de cría se debe a lo costoso y
difícil de producir que es para la madre. También le tuve que recordar que el
queso, los batidos y los yogures que ella consume con evidente placer tienen
leche. Para mi (escasa) sorpresa, ella no parecía saberlo.
Porque cada uno es libre de elegir lo mejor para sus hijos. El veganismo,
la dieta "Paleo", la dieta
de la alcachofa, que jueguen o no al Tetris
o que se vacunen. El problema es que, a veces, decidan lo que decidan, la cosa
no va a acabar bien. Te puedes equivocar, qué duda cabe, pero cuando partes
desde posiciones equivocadas desde el mismo principio, acertar en la elección
se vuelve más complicado.
Ay, las putas religiones. Ya podrían desaparecer todas. Son cuentos para volver más tonta a la gente y que permiten a iluminados varios amargarnos la vida.
ResponderEliminarEs un tema que no suelo tocar, pero me apetece escribir algo a lo que le llevo dando muchas vueltas sobre el creacionismo y la evolución.
EliminarAsí es, Belcebú es el creador de la vacunación XD. Curioso es que el tema de la vacunación me toca de cerca llegando a pactar el futuro de mis hijos donde podrán ser vacunados a cambio de recibir una alimentación vegetariana. Aun así yo sigo deglutiendo BigMacs pero mi vagueza y mi poca destreza en la cocina me han vuelto vegetariano por comodidad (que no vegano). Después de este rollo, lo malo de hablar de estos temas es la poca credibilidad que uno ejerce y que entra un conflicto del cual no puede salir. Estoy seguro que la chica de la que hablas pensó que le mentías, llegó a casa, hizo un Google y pensó que la Wikipedia también le engañaba. Ya nadie se fía de nada todo son conspiraciones, todo es cancerígeno, todo está hecho con segundas. Pronto dejaremos de vacunarnos y de ir al médico y se optará por ponernos todos en la vía del tren para aprovechar las vibraciones y arreglar así nuestra salud. A veces la frase de "Padres a hijos" hace mucho daño. Un abrazo españolamericano! XD
ResponderEliminarEs evidente que nos rodean productos poco sanos. Carne engordada artificialmente, pesticidas y demás, y conozco personas vegetarianas que te dan sus razones para serlo y son absolutamente respetables y lógicas. Si estás seguro de lo que haces, ni Google te puede echar para atrás. Yo, por ejemplo, necesito comer carne. Cuando intento pasar semanas a base de pescado y verduras, me encuentro mal, débil y flojo. No rindo en el trabajo, ni fuera de él. Un entrecot y me sube la barra de vida a tope. No hay más. Sin embargo esta gente que basa su vida en designios divinos o en milagreros con dietas sin base lógica, muchas veces (no todas), hacen lo que hacen sin pensar, y luego pasa lo que pasa. Otro abrazo
EliminarLo mismo te digo acerca de la carne. Si me das a elegir entre un pescado fresco perfectamente cocinado y una chuleta humeante con patatas fritas y pimientos rojos... Vamos, no dudo ni un segundo.
EliminarHay vegetarianos que comen hamburguesas de soja. Hombre, si estás comiendo hamburguesas, aunque sean de soja , es que al menos un poquito sí que hechas de menos la carne.
Los médicos dicen que hay que comer de todo, en cantidades pequeñas, eso sí. Las restricciones voluntarias de cierto tipo de alimentos no parecen ser aconsejables.
Una profesora de nutrición que tuve me comentó que las manzanas son muy sanas, pero si solo comes manzanas te pondrás enfermo. Yo entiendo que no puedes sacar todo lo que necesitas de los vegetales. El hombre es una especie omnívora. Por algo será.
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