Hoy hemos asistido en El Molinón a una clase
de historia en rojiblanco. Noventa minutos que condensan más de cien años de
historia de penurias y victorias.
Clásicamente los años dorados del Sporting
llegaron gracias a la aparición de una excelente hornada de jugadores
procedentes de la cantera unida a la
incorporación de algún foráneo de lustre. De aquella manera, juntar sobre el
césped a Ferrero, Cundi, Joaquín, Maceda y Quini era sinónimo de buen fútbol desde
los cimientos. Desde el entrenador de alevines al que buscaba allende los
mares, todos habían cumplido. Buena aportación de los jugadores locales y
excelente implicación de los forasteros.
Comparar aquellos años con una apurada victoria
sobre el Mirandés puede parecer un delirio etílico, pero todo en perspectiva se
ve mejor. No quiero equiparar calidades futbolísticas pero el trabajo hoy de
los Canella, Sergio, Jara, Luis y sobretodo Barrera, se vio perfectamente complementado con la labor de esos
dos carniceros del área que son Lekic
y Scepovic. Las piezas funcionaban,
los engranajes interaccionaban en el momento justo y con toda la artillería
lista el Mirandés saltaba por los aires en cinco minutos.
Pero claro, la historia del Sporting está
llena de oscuridad, reproches y malos momentos. Con el partido ganado comienza
la segunda parte de este resumen en noventa minutos de una vida en rojiblanco.
Comienzan las prisas, las imprecisiones, la inseguridad. Porque creo que somos
el único equipo del mundo capaz de ceder una ventaja de tres goles de
diferencia ante un equipo que te dispara a puerta una vez y media. Todas las
fuerzas se transformaron en flaquezas en la segunda parte del Molinón. Sin
hacer un partido horrible, sin conceder apenas espacios al rival, el Sporting
se encontró con dos goles en contra. Sin poder culpar a nadie. No fueron Iván, ni Luis, ni Cases, ni Cuéllar. Pasa como con un desastre
natural, simplemente sucedió. Encajamos dos goles y a sufrir.
Porque sufrir es parte del ADN sportinguista
y aún así cuesta acostumbrarse. Los resultados de hoy dejan al séptimo
clasificado a cinco puntos y empiezan a mostrar al Sporting entre los equipos
van a pelear en gran medida por el ansiado ascenso. Por otra parte la
fragilidad en determinados momentos, ese temblar de piernas, ese pedir la hora
ante la mínima adversidad, se pueden multiplicar por cien mil durante una ronda
de play-off y hay corazones que no están preparados para ese cara o cruz.
Mientras tanto, Sandoval
parece tener un once definido a la espera de la vuelta de Bustos y Mandi, nombres llamados a sumar. En el once tipo de estas jornadas
todos crecen sin que ninguno parezca destinado a fallar y ceder su puesto. Fraile, Isma, Garái, los fichajes
del verano no existen, por una razón u otra, y deberán recuperar el puesto que
ganaron a su llegada a base de fútbol y nada más. Luis ya no es un coladero, Canella
se atrevió a entrar como un estilete y no se despistó atrás, Sergio crece y los tres de arriba matan.
Mientras la cosa siga así, todo irá bien porque evitar sustos como el de hoy es
tarea complicada. Llevamos casi ciento diez años viviendo en el alambre y los
vicios se quitan mal.
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