Hoy vuelvo a hablar del Sporting tras mi
enésimo cabreo con la escuadra rojiblanca de mis entretelas. No ha habido
cambios sustanciales en el juego. Digamos que he calmado mis ansias y ahora me
tomo las cosas con cierto relax, con lo cual espero evitar lo visceral, algo
complicado cuando te refieres al club de tus amores.
Sin entrar mucho en el desarrollo del juego
visto en Alicante, solo decir que asistimos a un encuentro típico de segunda,
de esos que otros años salían cruz para el Sporting, pero que hoy, por las
razones que sean, ha salido cara. No existen victorias inmerecidas por cuanto
todos juegan y que tu portero se cubra de gloria un día tiene tanto mérito como
el encuentro que ganas porque un delantero anota tres goles de bella factura.
Con esto quiero decir que ni se mereció ganar en Girona ni se mereció perder en
Alicante. Se perdió en Girona y se ganó en Alicante que son cosas muy
diferentes.
Y sin embargo hay un halo extraño en el
Sporting de este año. Una especie de entorno enfermizo y retorcido que no se
sabe muy bien que busca. Cuando el Sporting ganaba al principio de la temporada
las voces disonantes hablaban de un juego ramplón y de la efectividad de Scepovic. Se reclamaba a Cases, se destrozaba a Garái y se sacrificaba la victoria en
pos de la excelencia futbolística. Sorprendentemente dicha excelencia sobre el césped
se transformó en derrotas y de alguna extraña manera cuanto mejor jugaba el
Sporting más perdía. Los comentarios sobre los partidos contra Girona, Las
Palmas o Córdoba hablaban de un equipo dominador, superior y llegador con
lagunas atrás que lastraban el buen trabajo del equipo. Sin embargo las
victorias no llegaban y tuvo que recurrirse a la dupla serbia para poner puntos
en el casillero. Los buenos momentos de forma alternos de Scepovic y Lekic, unidos
al trabajo incansable de Barrera, la
solvencia de Mandi y Bernardo, el crecer de Luis Hernández y la aparición esporádica
de la mejor versión de Cuéllar son
los que dan los puntos al Sporting por mucho que a algunos les moleste.
Porque leo en algunas
páginas que, ahora que se gana, en pos del equilibrio y de dotar al juego
rojiblanco de galones, Sandoval debería
plantearse retirar a uno de sus delanteros. Y yo me pregunto cuál es la razón
que empuja a sacar del campo diecisiete goles y una calidad más que patente a
cambio de mantener a determinados jugadores.
Y la mala perra que llevo dentro me hace
recordar la campaña de acoso y derribo en pos de la presencia en el campo de la
cantera de Mareo. La propaganda para que Cases
saliese del banquillo y Sergio
volviera del ostracismo. Sandoval
cumple y entrega a la prensa lo que piden pero el equipo no juega mejor que en
las primeras jornadas. La excelencia que Mareo debía traer al juego no existe,
pero no se pierde. Los huecos que causan los goles el día del Alcorcón hablan
de un mediocampo mal posicionado y blando, y con Bustos a la vuelta de la esquina alguien tiene que caer. Pero la
prensa afín no quiere que sean Sergio
ni Cases. Las razones las desconozco,
pero ahora mismo si hay tres jugadores indiscutibles son Barrera, Lekic y
Scepovic. Un mediapunta con trabajo incansable a espaldas y cada día más cómodo
en la categoría y dos delanteros de primera división.
El resto son mentiras y cuentos. Queda claro
que a poco que se dé con un balance defensivo adecuado las victorias llegarán
por el simple peso de la pegada de la que se adoleció años y años. La pegada
marcó siempre la diferencia entre el duro fajador y el campeón de peso pesado y
este año el Sporting tiene dinamita arriba y una mandíbula decente pero le
falta fuelle, pulmón y ganas de pegarse en según que zonas. Porque, para mí, ni
Luis, ni Iván, ni Bernardo ni Mandi, todos ellos con sus pros y
contras, parecen el problema defensivo. Ver a Lora, Canella, Cases, Isma o Fraile defender a
cinco metros de su rival, no meter la pierna nunca y perder la marca
constantemente, provoca broncas continuas de los pesos pesados como el
colombiano Bernardo. Quizá Bustos sea la solución. Posiblemente
junto a Sergio de cara a dotar al
mediocampo de consistencia, contentar a cierto sector “pro-Mareo” y permitir
que los que solo miran para la portería contraria mantengan sus ideas
ofensivas. Con dos agujeros en las bandas no queda más remedio que poner perros
de presa en el mediocampo y es por ello que la vuelta de Christian y Mandi darán
la verdadera medida del sistema actual de juego.
Mientras tanto prefiero ganar como hoy que
perder como en Girona, y muchos sportinguistas también. El resto son
conjeturas, pero que nadie crea que no se celebraría un ascenso por mucho que
el juego no hubiese sido espectacular.
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