Ha culminado el Sporting su
particular “Tourmalet” de este año,
año del inicio del penar por segunda y donde los puertos representados por Real
Madrid, Barcelona y demás, ahora se ven convertidos en cotas de segunda
categoría, pero cotas que subir, al fin y al cabo.
No era yo el más optimista al
comienzo de esta etapa de montaña y los inicios de la misma fueron
desalentadores, pero a golpe de riñón, torciendo el gesto y con momentos de
genio, la nave rojiblanca ha conseguido culminar esta travesía transmitiendo
unas sensaciones diferentes al bagaje previo y que invitan a soñar con cierto
optimismo con un final de año alejado de la cola del pelotón. Lego se verá si
se mete la cabeza en el sprint final o se llega a meta por pura inercia.
El Sporting comenzaba etapa con
falso llano en el Anxo Carro de Lugo. Tras el pinchazo en casa con el Racing,
las espadas estaban en todo lo bajo. Debutaba el verde esperanza como
indumentaria gijonesa y la victoria llegaba agónica, como casi siempre, pero
llegaba.
El repecho que llegó a
continuación era de categoría especial. Líder incuestionado de la división de
plata, el Elche de Rivera y Damián se plantó en el Molinón con las
ideas claras de un equipo sólido y sin fisuras. Se llevó la victoria cómodamente
y dejó el regusto del trabajo bien hecho desde las oficinas hasta el césped,
ese trabajo que en Gijón tanto se echa de menos. Aquel lateral desastroso que
salió por la puerta de atrás del vestuario rojiblanco, posiblemente retorne a
primera el año que viene.
Con la moral tocada nos esperaba
una de las sorpresas de la categoría. En Alcorcón, un equipo invicto como local
y con una trayectoria encomiable, caía frente a un golazo de Sangoy y la increíble actuación de un Cuéllar que ha aportado nuevas energías
a la meta rojiblanca. El Pichu ha
mantenido un nivel excepcional en los partidos que ha jugado y su juego con los
pies y su bravura a la hora de salir, evitan sustos a los que nos habíamos
acostumbrado.
Nuevo gallito se cruzaba en el
camino asturiano. El Girona, sin nombres y con hombres venía al Molinón a sacar
algo de rédito. Buscando pescar en río revuelto, los catalanes se encontraron a
un Sporting entonadísimo guiado por un sensacional Sangoy y protegidos por un Bustos
que se ha convertido en mariscal de campo hasta hacer desaparecer a Mandi del recuerdo de muchos.
Animado, el Sporting partió hacia
Villarreal donde el destino fue cruel y volvió a secar las ilusiones de muchos.
Una media hora inicial floja, un Iván
Hernández desubicado y un Sporting dormido dieron ventaja al Villarreal.
Sin embargo los rojiblancos dieron la cara y lograron empatar el partido solo
para sufrir el más cruel de los castigos merced a una pérdida de balón infantil
de Carmona y la indolencia a la hora
de hacer una falta que frenase el ímpetu local. Quizá el error de no sacar al
veterano Casquero y lanzar a Guerrero en busca de la victoria se
cobró un precio más alto de lo debido.
A Gijón llegaban la semana
siguiente los querubines del Barcelona, amantes del fútbol de toque y posesión.
Equipo goleador y goleado, un minuto después del gol encajado en Villarreal, el
Sporting volvía a encajar otro tanto merced a un despiste. Lo que se antojaba
el inicio del fin, se tornó en revolución cuando el Sporting, con un Lora excelente, un Jara sensacional y un Trejo
impresionante, daba la vuelta al partido y noqueaba a las perlas de la Masía
con un contundente cinco a dos.
Y así llegamos a Almería, campo
rocoso. Uno de los miedos radica en un jugador que otrora fue un ídolo. Gregory está en el ojo del aficionado.
Sus compañeros le respaldan en cada jugada y cada corte. Cuéllar se lesiona, el árbitro pinta mal y de pronto, una excelente
combinación de Sangoy con Jara permite al chaval sortear con perfecto
toque a Esteban, portero del Almería,
por colores del Oviedo (decepcionante homenaje a un club que no le paga). Se
lesiona Bilic, el árbitro expulsa a Lora injustamente y el Sporting se
repliega. Aguanta los últimos arreones rivales y vence.
Por tanto, el rey del empate se
olvida de las tablas por casi dos meses. En el momento más duro da la cara y
vence cinco encuentros frente a rivales directos de manera que tiene el “goal-average” ganado contra todos los
equipos de la parte noble salvo el Elche (y el Barça B que no cuenta para el
ascenso). El Sporting da espectáculo cuando toca y sabe sufrir si hace falta.
Los jugadores muestran otra cara, cuchillo entre los dientes y salida al
contragolpe.
Muestra del cambio de actitud son
los goleadores. Catorce goles en siete partidos, 3 de Sangoy (amén de los múltiples pases de gol), 3 de Trejo que se está dejando la piel y la
vida, 2 de Bilic, Jara y David, y uno para Carmona
y Guerrero, marcados en mi opinión
por su indolente actitud en Villarreal. Ya hay equipo para recitar de
carrerilla. Ya no se sale con la sensación de estar con dos jugadores menos. Hay
portero, hay centrales, hay interiores y hay actitud. Así, se puede perder.
Pero hay que seguir ganando.
Sí señor, gran artículo, bien escrito y bien ameno de leer.
ResponderEliminarYo me habría cebado un poco más en el baño del día del Girona, y lo mismo me habría reído un poco más del chorra de Esteban, pero me parece estupendo lo que nos cuentas.
A Damián no le sigo desde que se fue, y parece una bella persona, pero cuanto más lejos esté del Molinón, mejor, salvo para visitas corteses. Y le deseamos lo mejor, en Primera y con su Uruguay que quizás le necesite tras su decepcionante empate ante Paraguay.
Keep up the good work.
Aupa Sporting!
Gracias hombre.
EliminarNo me voy a reír de Esteban que bastante tiene el pobre. No sé dónde pensaba que iba o que creía que iba a causar más allá del ridículo que ha hecho. Soy yo el entrenador, me sale con la camiseta de otro equipo y lo siento dos meses. Después de ver a Luis y Orfila, yo echo de menos a Damián. Para jugar al ataque vale más que los otros dos juntos.