
Leo las noticias en la prensa nacional y observo una enorme falta de
respeto por la monarquía en este país. Mucha comedia, mucho jijijaja y burlas
de cabrones redomados que no entienden que la grandeza de la realeza no se
puede medir desde un quíteme allá usted esos defectos cromosómicos. Que los
reyes lo son por gracia divina y que lo que Dios ha ungido no lo criticará el
hombre (o algo así proclama la Biblia). Que son, los monarcas, gente recia,
distinguida, sobria y de costumbres magnas, como no puede ser de otro modo, y
que merecen respeto. Ustedes, que quizá no debieran ser tratados de ustedes, no
son más que plebe, limpia establos, pelamangos y destripaterrones que desearían
estar donde están ellos, pero no lo están. Así que les puede la envidia, la
inquina y la maldad. Es, de esta manera que, sobresaturados de odio, lanzan
proclamas izquierdistas, bolivarianas, bolcheviques e incluso un poco chigreras
contra aquellos que nos han de guiar. Y dado que las soflamas de rojos
desnortados no tienen quién las escuche, hartos del continuo fracasar deciden
pasar a la sorna, a la burla y a la chanza. Debería darles vergüenza, gente de
poco honor, desarrapados y harapientos. La monarquía no se toca. Y menos a Felipe
Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón, señor de Tejada,
cuarto en la línea sucesoria y colegón de este pachanguero de pro, ajeno a la
hermosura de la monarquía, pero respetuoso, qué duda cabe, con la misma.
