Cantaba Serrat, no mucho tiempo atrás, un intenso poema sobre la
vida de dos vagabundos que conocen a un señor de alta cuna. Benito, el mendigo
que da título a la canción, es conocido solamente a través del soliloquio del
otro menesteroso que se presenta ante su interlocutor como un caballero caído
en desgracia. En el proceso de vender su mala fortuna, el pordiosero con
delirios de grandeza no duda en catalogar al pobre Benito como un muerto de
hambre que vendería a su madre por un cartón de vino.
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Hay supervillanos de Marvel con menos pinta de supervillanos de Marvel |
Al final de la canción, el pobre iluso que soñó una cena opípara y
conversación con la alta sociedad, despierta a un mundo de miseria y escasez,
cada vez más vacío al fallecer el denostado Benito por el frío y el hambre.
Ante la caída de su compañero, el narrador que en boca de Serrat lleva
un rato hablando de sus grandezas, destapa sus miserias al robarle los
calcetines a su fallecido camarada y darse a la fuga.