Muchos años sin ver el Tour de
Francia. Y yo era un gran fan. Lo dejé a raíz de la salida a la luz de los
múltiples casos de dopaje, y ya me era ajeno en el momento en el que Lance Armstrong
dinamitó (con la ayuda de todos) el mundo del ciclismo en carretera. Lo dejé hasta
esta semana. Y vuelvo a ser un gran fan.
Tiempo atrás yo era de esos niños que jugaban a las chapas con las efigies de Sean Kelly, Rolf Gölz, Gert-Jan Theunisse, Charly Mottet, Eduardo Chozas o Ruiz Cabestany. En mis veraneos en un pequeño pueblo de León, agarraba una bicicleta Torrot azul y un cronómetro y me dedicaba a hacer contrarrelojes dando vueltas a un pequeño conjunto de caminos que rodeaban la casa de mis abuelos. Tras cada vuelta, cada tiempo era asignado a uno de los ciclistas que era capaz de reconocer de entre las páginas del otrora excepcional diario MARCA. De esta manera me fabricaba mi propio tour a base de etapas contrarreloj disputadas en dura pugna entre yo y yo mismo.
De cuando los POKEMON eran muy diferentes |
Cuando llegó el boom del ciclismo
español, disfruté de los éxitos de Perico e Induráin, pero mi
gran referente era el equipo CLAS-Cajastur. Nuestro equipo comenzó con desconocidos
como Américo da Silva. De ahí se pasó a Fede Echave, Mauleón
e Iñaki Gastón. Más tarde Leanizbarrutia y Nico Edmonds.
El equipo crecía en aspiraciones hasta que llegó Tony Rominger y me hice
fan absoluto del pequeño suizo de gran corazón. Quería verlo ganar. Quería ver
como el campeón de mi equipo hacía doblar la rodilla a aquel Terminator navarro.
Disfruté, casi en línea de meta, el golpe definitivo que Rominger le
asestó a la Vuelta a España en el alto del Naranco, saliendo con su
maillot amarillo de la última curva y entrando en meta, envuelto en la niebla y
lluvia asturiana con un brazo en alto.
Así que en el Tour me apunté al pequeño suizo que hizo todo lo que pudo frente a aquella bestia del pedal que era Miguel Induráin. Para la memoria queda aquella bajada del Tourmalet en la que Miguelón recortó cincuenta segundos en un descenso suicida para entrar, para sorpresa general, en el plano que protagonizaba Rominger y demostrar quién mandaba allí. Los años de Bugno, Chiappucci, Tonkov, Ugrumov, Escartín, Zulle y Jalabert. Las luchas de Cipollini con Djamolidine Abdoujaparov y sus piernas de tamaño gigantesco. Cada tarde del Tour era una tarde bien aprovechada. Pero llegó el escándalo del dopaje. La belleza de la lucha contra los elementos, de las ascensiones, de las contrarrelojes salvajes, de los héroes de la ruta y la serpiente multicolor murió para mí. Hasta esta semana.
Salvo Valverde creo que no conocía a ninguno de los ciclistas que salían en pantalla, encabezados por dos muchachos eslovenos de nombres impronunciables. Varios colombianos, algún español y retazos de algo llamado Landismo asomaban en las páginas de los diarios deportivos. Disfruté de un par de etapas de montaña en las que dos (para mí) desconocidos ciclistas colombianos hacían buena la herencia de Lucho Herrera y Fabio Parra. Vi como Primož Roglič sacaba de rueda a su compatriota y máximo rival. Y disfruté. Como hacía tiempo.
Así que ayer me senté a ver lo que, según algunos expertos, iba a ser la confirmación del susodicho Roglič como ganador del Tour. Para sorpresa de muchos, un muchacho barbilampiño que responde al nombre de Tadej Pogačar, que cumplió 21 años hace cuatro días, dinamitó el crono como hacía Induráin cada vez que se subía a una bicicleta. Para alguien que abandonó el ciclismo en el momento en que un delincuente estadounidense se hizo un nombre, tal exhibición en una contrarreloj era cosa del pasado. Una cosa hermosa, qué duda cabe. Quizá vuelva al redil. Y ahora vivo a tiro de tren del norte de Francia, quién dice que, como hiciera hace casi treinta años cuando vi a Rominger coronar el alto del Naranco, no pueda acudir a ver una etapa un año de estos.
Jode, ¿te extrañó enterarte de que estos se dopaban? Es imposible aguantar esas distancias a esas velocidades, subir puertos como elq ue va en moto...en eld eporte de élite me da que se droga todo dios. Y al camello le llaman "El doctor", como cantan The kagas:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=c0_LOPEiCZw
No me sorprendió que se dopase alguno, aunque la extensión y el nivel del dopaje me pareció más allá de lo esperable. Claro que hay que darse cuenta que yo, la época grande de Induráin empieza cuando tengo 12 años. De aquella estás todavía que no sabes por donde te sopla el viento. Luego el caso Festina ya me pilla más alejado de la bici. Lo que no sé es si volverá a salir otro escándalo masivo como el de aquella época.
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