Vamos a reabrir este chigre, que cerrara allá por 2015 tras una corta vida,
y vamos a hacer una breve crónica de lo que se vio ayer en Montilivi, a la
sazón campo del Girona, equipo que
pudo disfrutar un par de años de la primera división del fútbol español.
Empezamos con un pequeño viaje en la máquina del tiempo. Tras el descenso
de la vergüenza de 1998, en la vuelta a segunda división el Sporting se planteó una política de fichajes llamada a devolver al
club a la categoría de oro del fútbol profesional. De esa manera, a la ribera
del Piles llegaron varios futbolistas internacionales. Por ejemplo, a Gijón
llegó Hadda, un marroquí que había
anotado dos goles en tres partidos del mundial de Francia. También Cristaldo, lateral de la selección
boliviana que al mando de Azkargorta
disputó el mundial de Estados Unidos del 94. Para el medio campo llegaron Takis, internacional con Grecia, y más
adelante, en el mercado de invierno Perovic,
internacional serbio e icono del Vitesse.
Una inversión que se completaba con gente experimentada en segunda como Óscar Arias, Vicente o Mesas.
A priori todo bien. Pero entonces llegaron los malos resultados. Una de las
razones evidentes era que en el banquillo se sentó alguien cuya máxima
experiencia era haber sido el segundo del antes mencionado Azkargorta. Bajo los mandos de Antonio
López, la nave rojiblanca naufragó con estrépito. Antes de dar con un nuevo
entrenador, Redondo ocupó el
banquillo del Molinón un par de semanas y luego empezó el show de Aad de Mos y Pedro Braojos. Así que, durante algo más de una temporada, tuvimos
que aguantar a una serie de entrenadores dignos de película de terror. Traigo
esto a colación porque desde el último descenso la historia ha sido similar si
se mira al banquillo sportinguista. Herrera,
Baraja y José Alberto han traído algunos de los peores episodios
futbolísticos que he visto en Gijón. El año pasado regado de figuras
extranjeras de más renombre que cuajo, fue un dolor en lo futbolístico.
Vaya tridente mágico |
Así que este año nos plantamos en el primer partido de la temporada con una
táctica diferente en cuanto a fichajes. Gente curtida como Unai o Aitor comparten cartel con antiguas figuras de la cantera de Mareo
como Fuego o Borja. Llega una pequeña incógnita como Damián y se hace una apuesta por Manu García. Es una apuesta a cara o cruz con el ex del City. Que la
moneda salga hacia el lado de Jadon
Sancho o de Gai Assulin es algo
que dirá el tiempo. Con estas cuestiones en el aire, la pregunta principal era
¿vamos a jugar al fútbol o al melonazo? Y parece que, al menos de primera, ganó
el fútbol.
La alineación no llamaba a la esperanza. Con Pablo y Carmona por
bandas el trabajo está asegurado pero el desborde va a morir en la orilla y, de
propina, ya sabes quién va a ejecutar cada puñetero balón parado. Todo pintaba
a que el Sporting iba a ser un
equipo plano. Sin embargo, con el paso de los minutos los jugadores se liberan
y se empieza a tocar la pelota y a mover el balón. Nacho, intermitente, parece acostumbrarse a jugar más cerca del
área. Manu aparece poco, pero da
sentido al juego y Fuego demuestra
que lo de Cofie el año pasado era una
broma de mal gusto. La defensa es segura y el Sporting llega a situaciones de peligro, pero ahí se acaba la
magia.
El Sporting llegando al área. Descripción gráfica |
Todo puede cambiar con el paso del tiempo y los partidos. Sin embargo, me
queda claro que el Sporting necesita
ganar en contundencia. En jugadas de claro peligro los jugadores rojiblancos se
enredaron más de la cuenta, más centrados en sus limitaciones que en sus
virtudes. Nacho se volvió loco
tratando de llevar la pelota a su perfil zurdo. Djuka demostró que la amputación de su pierna izquierda podría no
traer consecuencias a su carrera futbolística y Pablo, mi buen Pablo, se
embolicó lo indecible en una jugada que tenía que haber acabado él y sólo él.
Nos faltó definición hasta que la metralleta Aitor hizo eso que tanto le critico y en lo que tanta razón tiene.
Tirar. Acabar jugada. Jugársela. No hay que hacerlo siempre, pero al menos el
pequeño extremo lo intentó y con ello llevó un balón al palo y otro al jaulón.
Luego llegó el empate a 1 con el que moriría el partido porque la alegría no dura mucho cuando eres del Sporting. Sin embargo la imagen es positiva
y, de completarse la plantilla con un extremo zurdo y un delantero con cierta
capacidad rematadora (es complicado y lo sé), el equipo parece dar garantías de
aspirar a algo. Por lo menos dejó la sensación de saber a qué se juega.
Por cierto que llegó el VAR. Y llegó cantando. Es una herramienta útil. Sin
embargo hay que ver en manos de quién está. Si un cohete espacial se lo das a
un conductor de tractores, el desastre está garantizado. La falta de Damián Pérez es una jugada brusca en la
que dos futbolistas van duro al balón porque, básicamente, al balón se entra
duro. El argentino toca balón y se lleva, tras largas deliberaciones, la roja
por juego brusco grave. El trencilla, tras revisar y revisar en la pequeña pantalla
le sacó roja a Pablo Pérez, el cual
le debe sacar unos 30 centímetros (en el plano vertical) a Damián. Luego rectificó. Creo que ni él tenía claro qué había
pasado. Antes se equivocaba un tío que tomaba la decisión en milésimas. Ahora
no tiene disculpa. Ya no entro en el tema de lo mucho que se tarda en señalar
los fueras de juego. Eso me lo guardo para futuras jornadas.
Todo se andará. En cuanto a sensaciones bien. Faltan cosas y hay posiciones
cojas, pero hay mimbres. Si se soluciona la ansiedad en área contraria habremos
ganado mucho. La semana que viene toca el Rayo,
equipo ofensivo pero que concede. Esta vez tengo ganas de que llegue el
partido, algo que llevaba tiempo sin pasar.
Todavía me deprimo cuando Carmona va a sacar el balón parado |
Hola, Adolfo. ¿quieres compartir este artículo en nuestra página que ya conoces?
ResponderEliminarSi quieres lo publicamos allí para que comenté la gente. Un saludo.
Me parece bien. De hecho he puesto un enlace a vuestra página en la mía para no perderme nada.
EliminarPerfecto.
EliminarMuy buen análisis.
ResponderEliminarMuchas gracias, y gracias por pasar y comentar.
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