Esta va a ser una entrada corta sobre uno de
los nuevos cortos animados de la factoría Pixar
dentro de su sección “Pixar SparkShorts”.
Kitbull cuenta una historia simple. Un
pequeño gato callejero negro que vive en una caja en la parte trasera de un
caserón destartalado, recibe como vecino a un pitbull monstruoso. Con el paso
del tiempo surge la amistad de ambos lados de una concertina que separa a
ambos, felino y cánido, en lo que parece más un símil con algunos problemas humanos
de nuestro tiempo que una simple coincidencia.
Los dos animales a ambos lados de la
alambrada descubren tener mucho más en común de lo que en principio pensaban y
nace una amistad basada en el juego y la confianza. El relato incluye un tema
que ha subido en relevancia recientemente como es el maltrato animal, más
específicamente con los mal llamados perros de presa. Existe un creciente
movimiento para demostrar como el pitbull y otras especies estigmatizadas son
animales nobles como cualquier otro perro. Es más que evidente que el perro
violento suele ser una simple extensión de los más bajos instintos de algún
humano indeseable. De tal manera, libres del negativo elemento humano, los perros
de presa no dejan de ser perros y eso significa que, por lo general, son mejor
compañía que muchas personas.
Al final, perro y gato encuentran un final
feliz y descubres que has pasado 9 minutos con una pequeña sonrisa en la boca y media lágrima en cada ojo. Una
de esas historias sencillas que ganan mucho cuando son bien contadas. A mí me
llega por tratar un tema que me gusta y al que me he ido acercando recientemente (me refiero a tener una gata loca en casa).
Sin embargo, no necesitas sentir un cierto amor por los animales o por este
tipo de historias de redención en particular. El gran trabajo de animación y la
excelente caracterización de los dos personajes principales hacen que uno se
meta en la historia por simple inercia.
Merece la pena.
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