En este blog estamos orgullosos (y hablo en plural mayestático sin venir a
cuento) de ser unos copiones y abusar de las ocurrencias de otros para, tras
reescritura de contenidos, hacer pasar las ideas ajenas como propias. Es lo que
hay.
Así que hace tiempo se me marcó a fuego una entrada escrita por el tío Argail en su excelente blog. En ella narraba sus experiencias del pleistoceno
con diversos juguetes que, a día de hoy, a muchos niños les sonarán a chino y les
permitirá exclamar aquello de "¡Pero
qué mierda es ésta¡" Pues una mierda de nivel. Tanto que los juguetes
que el tío Argail comenta (Chincheando,
Juego de Juegos, Picapez o sobretodo el AutoCross) hicieron las delicias de miles
de niños en esas eras pretéritas en las que un bug que hace levitar a los
enemigos del Assasin's Creed en una Playstation 4 era el menor de los
problemas.
Así que a su lista respondo con la mía. No sé si del jurásico o del
cretácico, pero intentare ir evolucionando entre eras para que se vea como los
juguetes y el jugador iban cambiando con el tiempo.
Empezamos con el "Stand de tiro
Rima". "Rima, y juega
feliz", decía su eslogan. Un eslogan cojonudo, si se me permite el
adjetivo soez. El Stand de tiro Rima
era la caña en diseño. Por delante una pistola que encajaba en un armarito de
plástico. Por detrás una rueda que giraba mostrando formas de animales (o también
aviones, monstruos...) a los que disparar con tus balines y acumular puntos.
Meterle pilas a aquel armatoste y disfrutar de la felicidad era todo uno.
Más adelante llegamos al "Super
Basket de Chicos". Un juego de baloncesto del copón. Mira que no me
gusta el baloncesto, pero esto era lo máximo. Y podía jugar uno solo. Sin
hermanos con los que compartir, este hijo único que aquí escribe y que pronto
empezará a hablar de sí mismo en tercera persona como Monago, fue feliz en el momento que descubrió que, de los equipos
de aquel juego, uno era rojo y el otro azul. En aquel momento los
enfrentamientos "Lagisa Gijón vs.
Tradehi Oviedo" estaban servidos. Así lo hice saber anotando el nombre
de cada club en la zona de control de cada equipo. Sorprendentemente, era raro
que el Oviedo ganase un partido. Mire usted. Solo cuando jugaba mi padre, un
oviedista que abusaba de su experiencia, claro está
Pero el deporte rey me perdía y quiso la providencia (mejor dicho la Emma, que es mi madre) poner en mi
habitación una alfombra cuyos dibujos permitían tener, desde un campo de fútbol
a una pista de coches (era una alfombra marrón estilo persa bastante feucha,
pero con imaginación todo se consigue). Así que solo necesitaba jugadores y
vehículos, una vez que el terreno estaba abonado para el juego.
Los coches siempre habían sido
mi pasión. Soñaba con ser el nuevo Pininfarina.
Ahora que no sé dibujar ni una rueda, me llama la atención como de niño era
capaz de diseñar todo tipo de automóviles y presentarlos de igual manera que en
Motor 16, la revista que leía de
niño (la otra era Autopista, creo).
Total, que en mi casa, donde siempre me han consentido todo, me nutrieron de
coches de todas las marcas y modelos. Desde un Mercedes 190 E de la casa Majorette de color verde brillante,
hasta un Renault 12 de Guisval color
lenteja, a la furgoneta del Equipo A
(vaya flipe, si es que alguien dice flipar hoy en día) y algún pequeño Matchbox, todos competían en mis
circuitos. Dado que en aquella época mi padre conducía un Citroën BX 14E, en
mis carreras siempre ganaba un Citroën BX 4TC blanco. Tendencioso. Así soy.
He de decir que al tener aquella alfombra no hizo falta un Scalextric. Por si acaso la alfombra
llegaba a gastarse, los reyes magos me trajeron la espectacular pista Criss Cross Crash. La viva definición
de la caña de España. Los coches chocaban en un loop infinito y podían
abollarse en el morro y la puerta. Girabas la parte dañada y vuelta a empezar a
girar la madeja con un sistema de rodillos arcaico pero imperecedero.
Para los partidos de fútbol en
alfombra persa salió mi lado más friki. La combinación de todas mis
aberraciones se unió en un destino común. Figuritas
de plástico de Hulk, Silvestre, los Snicks, Pardo y Pardito y muchas más,
se combinaban para crear equipos de fútbol. Tenía tantas que pude hacer 4
equipos de once jugadores, liga regular y mercado de fichajes. Toda una ida de
olla que se transcribió y podría haber quedado para el recuerdo gracias a una
vieja máquina de escribir en la cual redactaba mis columnas de MARCA (de cuando MARCA era un diario digno). Resúmenes, notas y polémicas. Y dirán "¿polémicas? Macho, si jugabas
solo". Pues sí, porque soy un tío legal. Si la mano que sujetaba el
portero impactaba con el balón, estábamos ante un penalti. Si el penalti
golpeaba de nuevo la mano, entonces penalti sin portero. Soy un tío justo. Tan
justo que las ligas las ganaba todas el Sporting, qué duda cabe.
Mi futuro como diseñador de coches parecía difuso. Me seguían gustando y
prueba de ello es mi colección, todavía residente en casa de mis padres, de
coches Bburago. Maravillosos Ferrari,
Lamborghini y un Bugatti adornan una estantería en el salón familiar. Pero en
aquellos tiempos mi interés se centraba en los animales. Y dirán "¿qué niño no ha soñado ser
veterinario?" Pues yo. Yo no quería ser veterinario. Quería ser Dios.
O en su defecto un bioquímico muy chungo, porque lo que yo hacía era diseñar
especies animales nuevas (insértese aquí una risa malévola de "Mad
Doctor"). Aún así, como amante de la naturaleza y estudioso del tema
apoyado por decenas de libros sobre animales, mi colección de figuritas de
osos, elefantes, lobos, leones y demás fauna, era gigantesca y posiblemente su
salida al mercado actual podría suponer unos buenos dividendos a la familia.
Eso sí. Si algo me molestaba es cuando los fabricantes se basaban en medidas
arbitrarias que conducían a que un león fuese más grande que un rinoceronte y
una cebra más corpulenta que un oso polar.
Entonces pegué un estirón hacia la Ciencia Ficción y la Acción. Ahí entraron los Transformers y los GiJoe. Los héroes americanos por definición. Mis primeros tres Transformers eran los Protectobots. Blades, un helicóptero. Streetwise, un coche de policía y First Aid, una ambulancía. La colección creció con Vórtex, Octane y muchos otros cuyo nombre aún recuerdo. En el bando de GiJoe y sus enemigos los Cobra comencé con un avión. El hermoso Night Raven de los Cobra. Los reyes magos hicieron su trabajo y poco después la compañía de cereales Kellog's me regaló otro avión en un sorteo amañado pues no creo que ningún niño en el mundo haya enviado más cartas a la empresa para participar en TODO lo que ofertaban. Luego llegaron Puerko, Iron Grenadier, Rompeolas, Avalancha, Sombra, Ojos de Serpiente, Toxo Viper y demás. Era feliz, pero cuando no se podía ser más feliz llegó el Rolling Thunder (no me privaban de nada mis padres y aún así salí un tío estupendo. A mis hijos les voy a comprar de todo algún día), un tanque de un metro de largo. Las batallas eran cruentas y podían durar horas. Una pasada.
Pero si quiero referenciar al máximo mis juguetes favoritos. El número uno
durante décadas fue una pequeña pelota
amarilla de gomaespuma. Con ella jugué infinidad de ligas en el pasillo de
mi casa. Seguro que mi madre recuerda como imitaba al público (quizá era yo un
poco autista, ahora que me fijo), cantaba los goles y correteaba dando por el
saco pasillo arriba y abajo. Aquello me permitió entrenar un tiro demoledor (la
pelota debía rebotar en la pared y superarme a mí mismo, convertido en portero
rival de mi propio tiro) y a la vez adquirir un nefasto vicio como portero. Al
quedar el espacio más amplio de mi casa hacia mi lado izquierdo, ese era el
único sitio hacia donde podía tirarme. De esta manera, y con el paso de los
años, como portero soy infranqueable hacia el lado izquierdo, pero como la
pelota me venga por la derecha no sé qué hacer.
Esa es mi historia. Múltiples juguetes. Mucha felicidad. Ahora me compro un
videojuego de 50 lolos y a la semana me aburre. Cómo hemos cambiado.
Gracias Argail por la idea.
Jajaja... no debías haberme mencionado, tenemos que disimular la conexión existente XD. Lo que haré es enlazar esta entrada en Facebook y Twitter, y como me mencionas ganaremos los dos. Ya verás como en dos días te saturarán el blog los 200 "hoygan" que tengo como seguidores XD. En serio, gracias por la mención y en sí, todos somos una especie de secta alucinógena que coge ideas de unos a otros. Yo para hacer los "posts" sobre pelis me llaman el Bárcenas de la blogosfera por el choriceo de información que perpetro por toda la web. Como diría Wallace, aquí todo es "freedom".
ResponderEliminarBueno, al lío, el Stand de Tiro es toda una primicia en mi saber, podrían recuperar ese formato para la casa real. Y yo tuve otra versión del de Basket. Los botones que permitían la salida del aire estaban ubicados en los laterales del tablero y en el caso del de los coches de Hotwhells, para propinar la propulsión de los coches, le arreabas un castañazo a una especie pulsador. Eso sí, para enganchar la "hostia" justo en el centro; la coordinación con el otro jugador debía ser máxima y con la sobredosis de azúcar del momento, era una ardua tarea. También tuve cochecitos de esos y gracias a un comentario que me dejaste en aquella entrada supe de las marcas Guisval y Majorette. Todo son aportes XD.
En serio no me puedo creer que hicieras partidillos con los muñecos de la época porque yo también sucumbí. Encima me cogió en la época aquella que hacían Campeones y cogí los Gijoes y un par de Caballeros del zodiaco que eran los más articulables; y me hacía unos "matches" de lujo. Recuerdo que la función del humano en aquellos partidos sólo era la de periodista deportivo: "coge el balón Storm Shadow pero la para Skeletor". Una jugada clásica.
Tu historia con la pelota amarilla, es realmente conmovedora. A veces la cosa más inerte es la que más vida da. Últimamente estoy muy Pío Baroja con las frases, debe ser la navidad XD. Gracias Adolfo por tus vivencias.
PD: No para de salir Buffalo por la TV, de que no podéis salir de casa por la nieve. ¿Es cierto esa información emitida por A3media y media Set? XD. Un abrazo!!
Hay que robar. Ideas, dinero o lo que sea. Así se llega alto, al menos en España. De verdad que desde que leí tu entrada le estaba dando vueltas a hacer lo mismo porque la nostalgia tira mucho a los que estamos entre los 30 y los 40. Estaba pensando que el Criss Cross Crash que tuve no permitía el abollar los coches. Era la pista que tu dices, que le dabas a un pulsador y salían los coches disparados. También pasó por mis manos. En cuanto a tus partidos. Primero me alegra saber que no soy el único con la diarrea mental para hacer eso. Segundo. Dada la arqueada postura de piernas de Skeletor y sus primos de Eternia, me veo a Snake Eyes tirándole unos caños (túneles, bragas, sotanas dependiendo de donde estés) de excepción. Lo de la pelota amarilla ha marcado mi futuro. Podría haber sido el nuevo Angoy. En cuanto a la nieve. Han habido zonas con dos metros de nieve, pero más al sur de donde vivo. En mi zona bien, con treinta centímetros. La gente se muere porque salen en plena helada a quitar cientos de kilos de nieve y el corazón no aguanta. Para mañana quince grados. Luego dice el primo de Rajoy que no pasa nada. Vaya plan. Un abrazo.
ResponderEliminarCoincidimos en dos joyitas: el pedazo avión negro de Cobra,¿por dónde andará? ¡cómo me gustaría tenerlo por aquí adornando alguna estantería! Ya me encargaría de hacerle hueco tirando la enciclopedia que no he consultado en veinte años.
ResponderEliminarLa segunda es el balón de espuma. Usábamos los radiadores de la calefacción del salón como porterías. Tenía un tiro estupendo con la pierna derecha, colocaba el balón a la esquina derecha (desde mi posición) del radiador siempre que quería. Intentaba lo mismo en el patio del colegio y el balón se me iba no menos de metro y medio del poste."Pero si en casa la cuelo siempre", pensaba para mis adentros cuando alguno de mis compañeros de equipo me lanzaba una mirada que decía claramente "Menudo tiro de mierda".
El avión era una joya. Una cosa es lo que se hace en casa y otra la vida real. Yo tenía un poster de Rafael, el de Supercampeones, en la habitación, y podía darle con la pelota desde cada esquina. Luego en la vida real no le daba ni a la puerta de un garaje.
EliminarGran entrada, si señor. Puedes apuntar a otro que comparte unos cuantos juguetes de los ya mencionados: los coches de colección (el Citroen BX de la foto lo tenía), los Burago, las figuras de plástico y el avión de los GiJoe. Yo también era, por herencia familiar, del Scalextric (a día de hoy colecciono). Otros recuerdos, a medida que iba creciendo, son: el CinExin, la granja y el fuerte de PlayMobil, los muñecos de pressing-catch y de los caballeros del zodiaco. Sobre lo que comenta Edu Wallace, yo también jugaba con mis amigos partidos de fútbol con los GiJoe y otros similares. Lo máximo fue cuando nos compraron el Subbutteo y después de romper casi todos los muñecos propios del juego (muy débiles para lo burros que éramos) empezamos a jugar con los GiJoe en el tapete verde con porterías que traía. Recuerdo que tenía un Madelman que venía con imanes en las botas y que con ese soltabas unos cañonazos imparables. En definitiva, recuerdos casi siempre vinculados a algunos de los momentos más felices de la niñez.
ResponderEliminarGracias Min. Los Scalextric son una joya desconocida para mí. Yo conocí a un chico en Gijón que tenía la pista montada de tal manera que la podía levantar e integrar en la pared. La sacaba y ocupaba toda la habitación. También tenía una colección de He-Man digna de mención. Yo tuve muñecos de Pressing Catch falsos. Me hice un ring con una tabla, cuatro puntas y unas gomas que guardaba mi madre para arreglar pantalones de chandal. Pedazo de Royal Rumbles que me echaba. Saludos. Me alegro, por lo que veo, de traer buenos recuerdos.
EliminarAh, los maravillosos Playmobil...Yo tenía el barco pirata, una granja y creo recordar que una especie de posada. Luego los muñecos acababan perdiéndose porque los dejábamos en cualquier lado.
EliminarYo de Playmobil anduve escaso. No me llamaban la atención. Mi mujer si era más aficionada.
EliminarEntonces ni te fijabas, pero ahora te das cuenta de lo currados que estaban los escenarios de Playmobil. Por ejemplo, ahora los accesorios de gi joe no me dirían nada, pero no me importaría volver a montar el barco pirata, la graja o el mesón de Playmobil.
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