domingo, 15 de septiembre de 2013

SPORTING 2 DEPORTIVO 0



 Está de enhorabuena el sportinguismo. Si el año pasado hacer un par de buenos partidos mientras se naufragaba por mitad de la tabla ya ilusionó a la afición, la imagen y resultados de este año permiten soñar con volver a la división de oro del fútbol español.

La temporada es larga y dura y los palos en forma de derrotas llegarán porque nadie es perfecto, sin embargo, la imagen y la inercia hacen presagiar un cambio. El conjunto de individualidades blando, descabezado y repleto de nombres del año pasado ha dejado paso al grupo compacto, al equipo y a los hombres.

De esta manera Cuéllar apenas tuvo trabajo parapetado tras una línea defensiva más que correcta, con un Lora que juega donde lo pongan y que partido a partido tapa con profesionalidad la boca de aquellos que le acusaron de antisportinguista por reclamar lo que legalmente era suyo. Luis Hernández hizo un partido muy digno y mostró que la dinámica positiva ayuda incluso a los menos aptos. Sin embargo el punto fuerte está en el centro de la zaga donde Bernardo y Mandi se han convertido en pareja de hecho y de derecho, compenetrándose a la perfección y mostrando que la reconversión del que fuera un mediocampista peleón y aceptable en defensa se ha culminado con éxito, pese a las licencias que el canario se tomó en la recta final del partido.

En el medio, Bustos estuvo peleón pero impreciso y Garai es el típico jugador que parece no estar, no hacer y no intervenir, pero que se necesita. Es un centrocampista oscuro pero cuyo trabajo se me antoja necesario pese a no ser visualmente muy agradable. Sin embargo entre los dos no son capaces de crear un juego espectacular. Eso se deja a los artistas. Isma López, Fraile, Barrera, Carmona y Scepovic muestran un entendimiento más que aceptable. Están en sintonía y eso se nota. Cuando combinaron y conectaron las cosas cambiaron y los goles llegaron, en gran medida porque entre Scepovic y Barrera parece haber algo especial. El gijonés llega y define ocupando un puesto del agrado de Sandoval, el de medio llegador, que el año pasado no ocupaba nadie.

El partido fue prácticamente un monólogo rojiblanco solo amenazado por Bastón y el árbitro, el cual, curiosamente, concedió un penalti que no fue al Sporting, culminando así una tarde en la que pareció equivocarse en todo cuanto señaló.

Cinco partidos con tres victorias como locales pero sobretodo una sensación de equipo cocinado a fuego lento que debe crecer pero que cada jornada parece un poco más hecho. Llegarán las derrotas y los momentos difíciles porque nadie es infalible, pero de seguir en esta línea todo parece posible.

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