martes, 25 de septiembre de 2012

25 DE SEPTIEMBRE


Protesta el 25 de Septiembre. Seis mil manifestantes en Madrid según estimaciones gubernamentales. Si son seis mil, están bastante fornidos, ya que en las imágenes parecen más. Las formas, los modos, la imagen que demuestra esta rebelión social cuando se miran las crudas fotos desde la lejanía y a través de los periódicos nos trasladan a un país roto y sin síntomas de recuperación. Roto, no entre la clase política y el pueblo llano, ya que a fin de cuentas, esta gente que no sobrevive con cinco mil euros al mes y que juega con el dinero ajeno como si fuera el del Monopoly no se puede considerar pueblo llano. Es al pie de la calle donde se observa una ruptura entre dos grupos.  

En un lado los que manifiestan su odio y la frustración con aquellos dirigentes que, otrora convencidos de que se saldría nadando de la crisis, ahora se ahogan con la piedra de la mentira al cuello. Este grupo es bien mirado por otros que mantienen la distancia frente a alguno de los métodos de dudosa honestidad utilizados por individuos que no sabiendo hacia donde apuntar su cerebro, apuntan sus piedras.

En el otro lado del espejo se muestra a un grupo social que alimenta sus esperanzas con la posibilidad de que el gobierno esté actuando de manera consecuente y que los pasos a dar permitan solucionar estos problemas. Desde este lado del cristal, las acciones de los perroflautas, vagos, parados y maleantes parecen dignas de los arrabales de algún país en vías de desarrollo. 

Más allá de los métodos cuestionables o no, es lícito, desde mi punto de vista, entender la acción social que genera este desencanto, este run run de que todo va a peor. Y más aun cuando las medidas parecen destinadas a paliar los recursos de unos pocos sin afectar al nivel de vida de otros.

Observo en los foros de periódicos tan ideológicamente alejados como EL PAIS o EL MUNDO que determinadas personas acusan a los manifestantes de criminales, de querer cambiar el gobierno por la fuerza, de realizar manifestaciones absurdas. Sin embargo es tan libre manifestarse por esto como oponerse a la aplicación del matrimonio homosexual. Algunos no ven en la libertad de los otros la suya propia, y eso es un grave problema.

Muchos no se dan cuenta que España, ahora mismo, es un país sumido en la pobreza mas absoluta. No en una pobreza económica. También social, cultural e individual. Los ricos son más ricos, los pobres mas pobres y por extraño giro a épocas pasadas, destinados a trabajos dignos, pero sin la posibilidad de ascender en la escala económica. El acceso a la Universidad se limita, pero solo a los que no puedan pagarla. Los que si pueden opinan que hay becas y por tanto oportunidades. Migajas para el pobre. Así no podrá quejarse. Es un recurso que no es nuevo.

Mientras tanto la rueda sigue. Desde que Rajoy llegase al gobierno el desencanto ha sido la nota constante. Mentiras, medias verdades o simples omisiones han llenado los telediarios. Se lanza el señuelo de la independencia catalana, recurso mil veces utilizado (no es la primera vez que es portada de periódicos), pero las noticias ya no fluyen únicamente de la caja tonta y ahora, el que antes no tenia voz, tiene banda ancha suficiente como para ver con los ojos de ver (como diría Gomaespuma) que nos están mintiendo ante nuestras narices y que la situación no va a mejor.

Salvo para algunos.

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