Todo héroe necesita
un reverso tenebroso, la otra cara de la moneda a sus habilidades, poderes y
capacidades. Como grandes héroes del noveno arte español, es difícil encontrar
supervillanos con las habilidades y capacidades de los dos merluzos más famosos
de la viñeta nacional. Mortadelo y Filemón se pintan solos para causar el caos
y la destrucción, así que, ¿Qué villano puede competir con dos solípedos como
nuestros agentes de la TIA favoritos?

Empecemos con Bruno
“El Megavatio”. En 1980, descubrimos que el Superintendente Vicente no es sólo un
burócrata de medio pelo con el culo apoltronado en la oficina. Tiempo atrás,
Vicente detuvo a Bruno, un estafador que se dedicaba a vender cajas rellenas de
grillos a las que hacía pasar por radios japonesas. Es de relevancia recordar
que en los locos 80, un transistor japonés marca Sanyo podía marcar la
diferencia entre estar bien informado o enterarse de la invasión de Polonia por
los periódicos del trapero. Así que Bruno “El Megavatio” se pasa una temporada
a la sombra, pero, fruto de su tenacidad, logra excavar 300 metros de túnel con
los dientes, una proeza que deja a la de Andy Dufresne a la altura del betún.
Una vez en la calle, Bruno jura venganza.

Así que “El
Megavatio” inventa unos cachivaches electrónicos capaces de domar la psique de
quién los lleve encima. Como bien explica el Profesor Bacterio en términos sólo
comprensibles para aquellos que entendemos muy mucho de ciencia, gente como el
primo de Rajoy o un servidor, los emisores de “El Megavatio” funcionan
con kilociclos trifásicos, los cuales anulan la voluntad del portador. Es
notable que, una vez chafados estos circuitos transmisores de los malhadados
kilociclos asesinos, los emisores únicamente son capaces de transmitir radio
Andorra, conocida por dedicar seriales completos a lo mejor de la tonada en
castellano con canciones como Corazón de Melón o lo mejor de Julito Catedrales.

“El Megavatio” irá
infectando a lo mejor de la TIA con sus malditos inventos buscando que
Mortadelo, Ofelia o Bacterio acogoten al Súper y poder así cumplir su venganza.
Llama la atención que, en ningún momento Bruno utilice a Filemón como elemento
para acometer su venganza, lo cual convierte a nuestro espía bipelo en el
objetivo de la mayor parte de las desgracias. Nota aparte merece que, en
ausencia de kilociclos asesinos y fruto de la paranoia reinante, Mortadelo y su
jefe son capaces de tirar al Súper por las escaleras, acogotarlo o servirlo
como cena a un león sin que el maldito caiga, lo cual deja a las claras que
Vicente va a necesitar más que una ración de kilociclos para salir de la
ecuación y que el malvado Bruno complete su venganza.

Los Kilociclos
Asesinos es otro gran cómic de una espectacular época
del maestro del humor español. Con un ritmo imparable y una sucesión de gags desternillantes,
la trama va saltando de las posesiones kilocíclicas de personajes ya conocidos
a las confusiones más típicas de nuestros agentes favoritos. Todo el personal
de la TIA se muestra tan abiertamente incompetente como cabe esperar y merece
la pena resaltar que Bruno “El Megavatio” es atrapado sin que Mortadelo o
Filemón intervengan. Quiere la providencia que Ofelia salga volando del edificio
de la TIA en dos ocasiones y en las dos le caiga encima al “Megavatio”. A la
segunda, el muchacho es detenido y pasa a engrosar la lista de criminales
derrotados por la casualidad. Los hay con mala suerte.
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