Cuando los aficionados al comic book estadounidense oímos acerca de una
película sobre el Joker comenzamos a salivar. Es un personaje icónico.
Posiblemente el villano más famoso del noveno arte. En manos del director de Resacón en las Vegas y con un actor
como Joaquin Phoenix, la dirección
final del producto era confusa. Al final, Todd
Phillips nos ha llevado al cine engañados para ver la película que debemos
ver pero que no esperábamos. Porque Joker
no habla del payaso príncipe del crimen que sale en las páginas de Batman o Detective Comics. Joker
es una gran película acerca del aislamiento social y las enfermedades mentales
a la que sus creadores han pintado de arlequín y liberado para amasar millones.
Sin ese título tan explícito, Joker
sería una obra maestra vista por unos pocos. La jugada ha salido redonda y
muchos hemos acudido a las salas para ver una gran película.
Hay tres formas de interpretar esta obra. Desde el punto de vista
cinematográfico, Joker es una muy
buena película. Buen guion, buena dirección, excelente música y un reparto tremendo
liderado por un Phoenix que, salvo
sorpresa mayúscula, ganará el Óscar por esa interpretación tan pasada de
vueltas, esa risa terriblemente triste y ese cambio físico casi enfermizo. En pantalla vemos como el
personaje de Arthur Fleck desciende a los infiernos. Sin embargo, lo que para
otros sería un gran salto, para Arthur es un pequeño paso. Arthur vive con un
trastorno de la personalidad que limita su capacidad de integrarse en la
sociedad, aunque, por otra parte, la sociedad tampoco está muy por la labor de aceptarle.
El eje de la trama es la constante búsqueda de aceptación por parte del
personaje de Phoenix. Arthur trata de
acercarse a su supuesto padre (Thomas Wayne), a su icono personal (Murray
Franklin) o a su vecina de piso. Su madre mentalmente comprometida vive en una
ficción constante. Su asistente social apenas le escucha metida en un trabajo
sin presente ni futuro y Arthur necesita un contacto humano que no sean patadas
en la cabeza o insultos en el vagón del metro. Pero no lo encuentra. No lo
encuentra nunca. Perdido en su propia enfermedad mental, en su diario hay una frase
que me llega y que reza “La peor parte de
tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no
la tuvieras”. Es duro, porque Arthur no puede escapar de su condición por
más que lo intente. El resultado es que, siendo él mismo, la sociedad lo rechaza
y aparta a un lado. Es entonces cuando Arthur comete un acto violento ante
nuestros ojos. Un acto que, como espectadores, posiblemente apoyemos. Sin
embargo, los que esperamos que Arthur comience una deriva criminal caminamos
hacía el desengaño. Tras un asesinato múltiple, es cuando Arthur intenta más
denodadamente agarrarse a sus sueños, a su familia y a su fantasía de una vida
normal. Mientras, fuera de su vida, los desamparados ven el estallido de
violencia como algo más. Como el inicio de un cambio. Son los únicos. Es
interesante percatarse que, mientras que para el resto de la baja sociedad de
Gotham, los actos del Joker son una revelación, al propio Joker no le sirven de
nada hasta que es demasiado tarde para él.
¿Es el Joker de los tebeos? No creo. Pese a las múltiples interpretaciones
del personaje, hay algo que le falta a este Joker. Pura maldad. Quizá asome en
algún momento, pero el Joker de la gran pantalla parece más reactivo y
vengativo que causativo. La fuerza del mal puro que es el Joker desaparece. Es
cierto que es muy difícil humanizar a un personaje así. También creo que es un
error hacerlo. Aunque La broma asesina
de Moore sea un gran cómic, tratar de
humanizar a un personaje que bordea la maldad absoluta suele ser un proyecto
inabordable. Es entendible, de alguna manera que Batman sea una fuerza del bien
tras su tragedia. Aunque sea a mamporros, el hombre murciélago se alinea con
los buenos para evitar más tragedias como la suya. Es importante que personajes
como Harvey Dent tengan un pasado claro. Un hombre que, harto de fracasar
haciendo el bien, decide pasarse al otro lado en lucha continua con su bondad
natural. Pero el Joker es horrendo. Es una depravación. Es un mal tan puro que
no puede salir de un accidente, de un mal día, de una mala infancia o de un
error genético. Tiene que haber más. O a lo mejor no hay nada. A lo mejor es
simple locura o a lo peor es pura maldad, pero nunca lo sabremos. Ni siquiera
Batman lo entiende. Por eso el Joker ha llegado a ser un icono. Por eso creo
que este Joker de Joaquin Phoenix no es mi Joker, aunque
sea un gran Joker.
Desde el punto de vista social, el cual es el último desde el que
aproximarse a esta película, todos sabemos que su estreno ha venido acompañado
de cierta polémica. De hecho se usaron detectores de metales para verificar que nadie introducía objetos peligrosos en el cine al que acudí. En cierta medida es una polémica que acompaña bien a la
historia. Dar a los tarados peligrosos alguien con quién identificarse no es
buena idea. Claro que nadie puede esperar que un tarado peligroso se comporte
como alguien normal independientemente de que vea Bambi o Asesinos natos. Muchos
idiotas buscan el origen de la violencia que asola a Estados Unidos en las
películas, los videojuegos, o las lecturas de libros comprometidos. Sin embargo,
y creo que la película acierta de pleno en su mensaje, el problema no es el celuloide,
los pixels o la obra escrita. Los problemas sociales nacen en el día a día y
tienen su abono en sociedades tan individualistas y deshumanizadas como la
estadounidense. La culpa de que algún loco entre en un lugar público armado,
pintado de blanco y con una sonrisa nunca será de John Wick, John McClane o
John Wayne. El arte o el entretenimiento no vuelve peligrosas a las personas.
Cualquier individuo que encuentre sus motivaciones en una película como Joker es que viene de casa con un
problema grave.
Con lo cual y resumiendo. Es una muy buena película. Quizá con un exceso de
danza moderna si me apuran. Va a dar que hablar y ha sido una gran campaña de marketing
el colocarla como parte del nacimiento del caballero oscuro. Sin embargo, sus
creadores han logrado algo. Que vayamos a ver una película de supervillanos y
nos vayamos a casa rumiando sobre temas importantes. Creo que es un buen logro.
Hombre, Adolfo! Que has vuelto al blogerío y yo sin enterarme...ahora me pongo al día. Pasada "Joker", un poco demasiada danza, eso sí, pero hay unos planos que me parece que se van a convertir en tan icónicos como algunos de "Blade runner".En concreto ese en el que justo antes de salir al plató del programa aparece fumando y con esa mirada escalofriante...buf, ¡La gallina de piel! Qué pena que recortaran ese paseo por el pasillo tras el "nacimiento" del Joker, en el traíler era más largo.
ResponderEliminarLo dicho, un alegrón enterarme de que sigues por aquí.
PD: me compré el blu-ray de "Jungla de cristal" y me vi la peli con los comentarios de McT, a la espera de hacer lo mismo con la tercera de la saga. Parece que prepara una de ostiacas espaciales con Uma Thurman, a ver si no se le cae este enésimo nuevo proyecto:
https://www.imdb.com/title/tt9202810/?ref_=nm_flmg_dr_1
Joker me gustó mucho. Retrata temas que me interesan. Como amante del cómic no veo nada del Joker del tebeo en la pantalla pero disfruté la película.
EliminarRespecto a McTiernan, me pasa como con el Sporting, que esperas que levante y vuelva a ser un grande pero al final no ocurre nada.
Seguiremos por aquí, a trancas y barrancas, pero algo postearé de mes en cuando.