Un martes que se presentía lluvioso decidí ir
con mi señora esposa a ver Baby Driver,
a la sazón última película de Edgar
Wright, director de la trilogía del cornetto que siempre me aporta un rato
entretenido. A los quince minutos me quería ir de la sala.
Desde aquí decir que Jon Hamm habría sido mucho mejor Punisher que el llorica de Jon Bernthal |
Y no porque la película sea mala. Quizá no
sea de fácil digestión por su escaso diálogo y mezcla de música e imagen. Quizá no sea para
todos porque se vende como un filme de acción cuando es más un drama romántico
con muchos volantazos. Me parece una más que correcta película, pero el
problema de ir al cine es que es algo que haces arriesgándote a pasar dos horas
en una sala en compañía de otros seres humanos con los que es más grande lo que te separa que lo que tienes en común. La
platea es como un muestreo, una placa de Petri de la sociedad. Y claro, ya
decía Garci que “qué grande es el cine”. Pero con lo grande que es el cine, y para
cuatro gatos que éramos en la sala, me fui a juntar con lo más granado de la
sociedad bufaleña.
No va por ti, Chuck. A ti te respeto por la cuenta que me trae |
No me gusta generalizar, pero para aquel que
no esté ducho en lo que viene siendo la sociedad estadounidense y, más
concretamente, el individuo "middle-class" bufaleño, me gustaría decir que el ciudadano
local medio viene a ser así como tirando a bruto. Más que bruto yo diría que dejado. Ser
egoísta y así tirando a cortito es una mala combinación. Y más en un recinto
cerrado.
¡Tranquilo Chuck, que era bromita! |
A punto de empezar la película, una señora
con aspecto de no saber muy bien dónde está comienza a pasearse por delante
nuestro. He de decir que estas salas tienen unos asientos reclinables muy
cómodos y mucho espacio entre una hilera de butacas y la siguiente. La mujer
decide sentarse al lado de mi señora esposa. Durante la persecución inicial de Baby Driver entra una familia y
desplazan a la señora de su butaca. Ésta comienza a molestar a mi mujer
indicando que está ocupando su sitio (cuando en toda la sala hay unas 50
butacas libres). Mi mujer discute con ella sabiendo que no hay lugar a error,
pero lo buena señora incluye entre sus cualidades el ser bastante testaruda.
Llegado el momento, la recién desplazada nos muestra su entrada. Asiento B7. Cuatro
filas por debajo. La segunda fila para los que conocen el abecedario. Una vez asumido su error, en lugar de irse al B7 se sienta a
mi lado. En conclusión, entre dimes, diretes y zoquetes nos hemos perdido la
escena inicial.
Un poquito más tarde entra una familia al
cine. Ya tarde. Llevamos un buen rato de película. La familia se trae un bebé
que, obviamente, llora como un bebé al meterlo en una sala oscura y ruidosa. Y
me jode. Hay que ser imbécil para ir al cine con un niño de menos de un año.
Hay que ser miserable para que, cuando tu hijo llora, a ti te importe tres
cominos la molestia causada en derredor. Pero ya hay que ser mierda y basura
humana para tener a tu hijo llorando casi dos horas y no hacer nada por
remediarlo. Cuando pasan estas cosas sale el Dr. Doom que llevo dentro y
pienso, sinceramente, que hay gente que no debería tener derecho a procrear.
Hala, ya lo he dicho. Fascista, dictador, lo que queráis, pero, ¿qué futuro le
espera a ese muchacho con unos padres así? Al final Idiocracia tenía razón. Y cuando Dwayne Johnson llegue a la casa blanca se habrán cumplido gran
parte de los pronósticos de la película. Cualquier día veremos cómo el
representante de Carolina del Sur es callado a ritmo de ametralladora.
Si al menos Trump supiera bailar como Terry Crews |
Sigue la película y me doy cuenta que mi
nueva compañera de fila desprende un olor extraño. Como si un alce hubiese
caído en un pantano y luego hubiese pasado dos días al sol. Ese tipo de peste de
persona que va al gimnasio, se ducha y, aun mojado se pone la misma ropa con la
que hizo ejercicio. Y he visto a gente que lo hace, no tengo tanta imaginación.
Así que la señora Alce almizclero, después de
jodernos la primera (y espectacular) escena, se dedica a maltratar mi maltrecha
pituitaria. No contenta con eso, la dama que quería su puñetera butaca por
pelotas, se dedica a enviar mensajes de texto con el puñetero teléfono. Eso cuando está despierta. Cuando no,
simplemente ronca. Y los ronquidos son en Dolby Surround porque el padre de
familia que desplazó a mi querida y olorosa compañera de asiento también ha
caído presa de Morfeo y ronca a pata suelta. Entiendo que habían venido a ver Fast and the Furious y no una historia
de amor entre un chico autista y una camarera de bar de carretera.
Porque de eso va la película |
Para cerrar el círculo, desde banda derecha
me llega un olor, así como herbáceo, e inmediatamente pienso que me está dando
un ictus y ya veo, oigo y huelo cosas. Niños dando voces, pantallas luminiscentes por
doquier, ronquidos, cérvidos artiodáctilos pestilentes y ahora… ¿alguien se está fumando un peta
en el cine? ¿Estamos todas locatis? Veo una luz naranja que procede de los
asientos laterales y ya me rindo a la evidencia que demuestra que sobra mucha
gente en el cine. Y puede que, en el global del globo terráqueo sobre mucha gente si asumimos que, de entre las
15 personas que poblaban la sala, uno era un bebé inocente; dos unos padres
sinvergüenzas; dos se estaban fumando un petardete; otra era incapaz de
distinguir entre fila A o E y entre agua caliente y no agua en general; de la
otra familia de 3 uno estaba KO; y por último mi mujer y yo fuimos tan idiotas
como para aguantar dos horas allí sin cagarnos en Crom o irnos a la mierda. O
ambas.
Me estoy volviendo un sociópata. Y gilipollas
crónico. El otro día saqué entradas para el planeta de los monetes y resulta que
las saqué para una fecha incorrecta con lo que me gasté 25 lolos para nada. No
pienso ir a verla. Lo tengo clarinete ¿50 dólares en una película? Para eso
tendrían que regalarme un Maurice en tamaño real y me da que no va a ser.
Fan absoluto |
A la mierda el cine. Películas pirata. En
casa. En mi sofá. Con esos precios y ese ambiente no merece la pena. Y si no
cómics. Lean Y, el último hombre de Brian K. Vaughan y Pia Guerra. Si no lloran en el último número es que no tienen
corazón. Eso sí, si hacen película, conmigo que no cuenten.
Vaya. Menuda gentuza que os tocó en suerte en el cine; por desgracia, a veces toca aguantar a subhumanos. Deberían pasar un examen breve de inteligencia en la entrada para evitar micos como esos. Ahora estás encabronao, y con razón, pero recapacita cuando estén los nervios más templados, porque la de los monetos es para ver en cine. Y no te miento, hay varios primeros planos de la entrañable cara de Maurice aconsejando y apoyando a su amigo César. Eso lo tienes que ver en pantalla grande. Por cierto, lo que han avanzado los efectos visuales desde la primera de esta trilogía, el CGI apenas canta en lo referente a los monetes.
ResponderEliminarAhora mismo es difícil convencerme. Soy muy particular cuando hago cagadas de este estilo. Y es que el cine está muy caro hombre.
EliminarEs una vergüenza, sí. Un atraco que te cobren nueve euracos por una peli. No sé cuánto serán 25 dólares, pero por ahí le andará, no?
EliminarAl cambio, dos personas son unos ventialgo euros. Mucho dinero. Te compras unas palomitas o algo de beber y ya hiciste el día.
EliminarAhora le estoy dando a las novelas de Jo Nesbo y ya hay fecha para el estreno de una de ellas que te comenté por aquí: "El muñeco de nieve", que es muy "Seven"(la obra maestra de Fincher, todavía influyente, es increíble). Será en octubre. A ver si hay tráiler en breve. Ya han salido un par de pósters:
ResponderEliminarhttp://www.imdb.com/title/tt1758810/mediaindex?ref_=tt_pv_mi_sm
El reparto es de campanillas, qué duda cabe. La temática me gusta y Alfredson dio una lección de como rodar en aquella escena de la piscina de "Déjame entrar".
EliminarMira, dicho y hecho:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=BF2Ksrxu_QY
Pintaza
EliminarJaja, gran historia para no dormir, bueno, menos para la señora y el padre de familia de tu sesión de cine. Esta historia no cambia mucho por aquí, suele suceder lo mismo, sobre todo, en los días del espectador, fines de semana o en aquello llamado "día del cine" donde se humilla al espectador medio dejando entrar a la fauna de nuestra sociedad en una sala donde sólo hay una puerta abierta.
ResponderEliminarIntento ir al cine los lunes, martes y jueves por la tarde y a ser posible cuando la película ya lleva unas semanas en cartelera y así la gentuza ya tiene otros planes. A parte, en según qué pelis, se añade a que me emociono mucho y debo ir al wc; y claro, no puedo parar la película sino agredo al señor del proyector. Por eso, últimamente la tele me da más alegrías.
Un abrazo.
Amigo Wallace.
ResponderEliminarA mí me pasa que antes de entrar a la película tengo que hacer pis, sí o sí. Manías que tiene uno.
Yo, hoy por hoy, prefiero ver películas en pantalla pequeña. Esta semana iremos a ver Atomic Blonde y, en algún momento, iré a ver el planeta de los simios porque sé que debo verla en pantalla grande, pero reconozco que este tipo de situaciones me quitan la ilusión por la gran pantalla.
Un abrazo guerrero.
Con un mes de retraso he leído el tremendo relato. Lo más triste es que como bien apuntan por aquí (en mi caso en Gijón) pasa más o menos lo mismo. Precios por las nubes, media hora entre trailers y anuncios y aun así hay gente (por llamarlos de alguna manera) que llegan tarde o van al cine a dormir, mirar el móvil o hablar con el de la butaca de al lado. Y lo peor de todo es que encima son mayoría, aquí y en Búfalo. Añade el tema de la V.O. y yo cada día disfruto más del cine en el sofá de mi casa. Por último decir que estoy leyendo "Y el último hombre" (voy por la mitad creo) y me ha picado la curiosidad el comentario sobre el último número (acabó en el #60 no?) Saludos!!!
ResponderEliminarObservo, amigo Min, que el problema es global. A la sociedad ya no le preocupa el individuo de al lado por encima de su iPhone, y así nos va.
EliminarCreo que Y acaba en el 60, sí. Los dos últimos números son duros. Para mí lo fueron porque le cojo cariño a según que personajes. No hago spoilers. Me pareció un gran tebeo que sabía desde dónde hasta dónde quería ir. Muy recomendable. Y salen monetes.
Un saludo.