jueves, 28 de agosto de 2014

EN BUSCA DE CRÉDITO



 

Vamos a intentar que este decrépito blog tenga algún tipo de funcionalidad. De alguna manera, mis andares allende los océanos deberían de revertir en algún beneficio al próximo navegante que se adentre en la aventura y el descubrimiento (según la secretaria general de Emigración e Inmigración del Ministerio de Empleo) o al que simplemente no le queden más campanas que huir de España (que suele ser lo habitual, algo que la secretaria general de Emigración e Inmigración del Ministerio de Empleo debería saber).
 
Y lo dice con sus huevos colganderos
Hoy, en la sección “Inmigración como un campeón”, y tras informar acerca de cómo no dialogar con las administraciones públicas, llega el momento de que el inmigrante en los Estados Unidos pueda aprender a… redoble de timbales…

“Como conseguir un dinerín para cambiar de coche sin recurrir al robo, al hurto o al secuestro como primera opción”

Evidentemente los consejos volcados en esta entrada no serán aplicables a aquellos que llegan a los Estados Unidos para jugar en la NBA o trabajar en Hollywood, los cuales calificarán el posterior relato como una entelequia alejada de la realidad.
 
Con ese anillón me compraba yo un Cadillac
Tampoco es recomendable fiarse de lo que escriba a continuación si entras en los USA en patera, nadando, cruzando el río, saltando la valla o entre los ejes de un camión, formatos de entrada comúnmente asociados con escasa prosperidad o ingresos. Ellos, pese a su esfuerzo, lo tendrán mucho más difícil que yo y para nada les valdrá leer la sarta de sandeces que viene a continuación.
Lo que reportaré se refiere a las vivencias propias de alguien que entra a trabajar, vivir y progresar partiendo desde un puesto que, supuestamente, debería facilitar de alguna manera lo que viene siendo eso de trabajar, vivir y progresar.
 
"No pides tú nada cuñao"
La historia comienza con mi bendito Ford Taurus (conocido como Negritín) pasando la inspección anual y mostrando en sus bajos un grado de corrosión digna de elogio y que debo agradecer a la mierda de la nieve y la sal que cubre los suelos de Buffalo durante seis meses de cada año. Habiendo prosperado como honrados empleados de la Universidad del Estado de Nueva York, mi esposa y el que esto escribre, decidimos hacernos con un coche que no esté en avanzado estado de descomposición y comenzamos a mover los engranajes del capitalismo con sumo cuidado.
Hala, a mover engranajes
Tras seleccionar un vehículo adecuado, no ostentoso y con alguna milla menos que el baúl de la Piqué, procedimos a la forma de pago. Pardillos como somos, resulta que es Estados Unidos un país que apoya al “pufista” en lugar de relegarlo a un segundo plano. Acostumbrados a pagar a tocateja todo, resulta que no hemos creado un historial de crédito tan brillante como el de un compañero de trabajo que debe ciento cincuenta mil lolos (llevo un tiempo que a los dólares les llamo lolos, habrán de perdonarme) solo por sus estudios. Él puede adquirir un coche. Yo no. La razón, más allá de ese inexistente historial de crédito personal es la procedencia. Yo no soy americano. Mi esposa tampoco. El concesionario y los bancos entienden que ese es un factor de riesgo y por tanto se niegan a concedernos el préstamo solicitado pese a que en nuestras cuentas está claro que podríamos adquirir el coche íntegro ahora mismo, pero dado que el historial de crédito no es cosa baladí, queremos hacer las cosas mal y más caras de forma que en el futuro puedan mirar atrás en nuestra cartera y decir que en su momento formamos parte del “American way of pay”. Luego el vendedor, que tiene los santos cojones de la talla de los de un hipopótamo con gigantismo genital, va y me dice que han de comprobar que no incumplo el “Acta patriota” y que quieren asegurarse de no estar financiando a un tipo que podría estar implicado en actos criminales o anti americanos. También me dicen que como extranjero sin historial han de comprobar que no les vaya a estafar. Cuando un vendedor de coches te habla de su temor a ser estafado solo puedes deshuevarte.
 
Solo quiero un coche simple como éste
Total, que entrados en la rueda decidimos seguir girando. Pidamos una tarjeta de crédito. Vamos a nuestro banco. Una señora muy maja me responde que no me van a conceder una tarjeta de crédito por ser extranjero. Necesito ser ciudadano americano, uno más en el hogar de los valientes. Eso explica que a lo mejor el señor que ha muerto por poner una UZI en manos de una niña de nueve años está más capacitado que yo para manejar una tarjeta de crédito. La señora maja (no es irónico, ya que fue muy agradable) trabaja para el banco donde cada día meto y saco mi dinero. Ha observado el crecer de los dividendos familiares  y el pagar de gastos varios que incluyen hamburguesas, pizza y chucherías. Si hay algo más americano que eso que baje Crom y  lo vea. Total que dice que lo llevo dado. No pasa nada. Sigamos girando.
 
Cuando pongo "Extranjero sin dinero" en google me sale Pujol ¿No es divertido?
Dada la dificultad de conseguir financiación por la vía canónica, decido utilizar un recurso que la Universidad pone a mi disposición. La Unión de Crédito de la Universidad aporta créditos a bajo interés para el tipo de menesteres en los que me encuentro. Solicito el crédito de ocho mil lolos  y me dicen que todo chachi, todo chupi y todo piruli, pero que necesito un ciudadano americano que ponga su nombre y de la cara por mí, ya que al ser extranjero no quieren incumplir el Acta patriota (¿qué mierda será el acta patriota? ¿Lo cumplirá David Villa?) ni darle el dinero al primer mangante con pinta de mejicano que llegue por ahí. Que digo yo que igual parezco el líder de Hydra o el primo del Doctor Muerte, pero cojones, se va uno a casa pensando en que es un criminal por el mero hecho de haber nacido en la cuenca minera (que igual sí, vaya usted a saber). En la siguiente entrada que escribiré a continuación, volveremos sobre el tema de poner la venda antes de tener la herida.
 
Vaya tela
Pues eso. Ni coche, ni tarjeta, ni patriota ni na. Entiendo que es difícil entrar en la rueda y que aún con todo lo que pataleo soy un privilegiado cuyo máximo problema es “¿Qué coche comprarme?”. Entiendo que el que tiene un uñero no se puede quejar al que le falta una pierna. Pero aunque no pueda quejarse sigue teniendo un uñero. No sé si me explico.

Conclusión: No leo otro tebeo del Capitán América. A la mierda ya.
Steve Rogers luchando por mis derechos

7 comentarios:

  1. Me he descojonado de lo lindo, pero lo que cuentas es más bien para llorar. La tierra de las oportunidades, sí, pero también el de la paranoia ,el sinsentido y las contradicciones. Y lo de la niña que dejó al instructor de tiro como un queso gruyer supongo que por esos lares lo verán como un desafortunado accidente, pero¿qué cojones hace una niña de nueve años con una ametralladora?

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    1. No solo una niña ¿Qué hace un civil con una metralleta?
      El problema no es grave, simplemente hay que dar vueltas. Peor es llegar cruzando el río Grande o entrar saltando vallas en Melilla.

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  2. Me parto. Es lo que tu dices si el banco ha visto como aumenta tu capital, no tienes pinta de ser del ISIS y demostrando (no sé por decir) que llevas trabajando ahí dignamente deberían darte lo del crédito antes que el de la UZI. Aquí en Barcelona tenemos hasta bancos árabes que no te extrañe que en Buffalo haya una Caixa o un Santander para que te lo pusieran más fácil XD. Fuera bromas, es una putada, espero que se solucione tu caso sino tendréis que ahorrar más y comprar el coche en un concesionario como el que tenía Bill Paxton en Mentiras arriesgadas. Un abrazo!

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    1. Coño, si me lo vende Bill Paxton lo pago a tocateja. Aquí el Banco Santander patrocina la NBA, osea que algo debe haber.

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    2. Si vas al concesionario del difunto Bernie Mac lo mismo te llevas un Transformer para casa.

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  3. Me descojono y no me descojono. Es triste. En UK me pasaba algo parecido hasta que llego Isa. A nosotros nos pagaban trimestralmente y un dia, por un atraso, coincidieron 6 meses de sueldo juntos en la cuenta de repente. Me llamaron del banco ipso facto para ofrecerme una tarjeta de credito especial y poner los dineros en las Islas del Canal. Seriously.

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    1. Vaya grandes. A mí no me llaman ni para darme una cacerola. Recuerdo cuando en España, con el Tito, me pagaban cada cuatro meses y me tiré 8 sin ver un leuro. Ahora, cuando llegó la pastuquis, buff, que gozada.

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