Para la
entrada que hace la número doscientos de mi blog, vuelvo a un tema recurrente.
Comic y cine, cine y comic. Con el paso de los años ambos medios se han
entrelazado y unido, bebiendo uno de las fuentes formales del otro y
multiplicando ingresos en el apoyo mutuo. Quizá una de las sagas que mejor ha
sabido aprovechar la gran pantalla ha sido la última trilogía del Hombre
Murciélago. Sobre ella hablaré en tres sucesivas entregas, pero siempre desde
un punto de vista de amante del comic más que desde lo puramente
cinematográfico.
Las
adaptaciones al cine de productos previos como libros o videojuegos, suelen
llevar a polémicas debido a la libre interpretación de personajes o tramas por
parte de guionistas o directores. Aun así, me parece más sencillo hacerse cargo
de una trama cerrada que de un concepto abierto y cambiante como es el comic.
Pongamos un par de ejemplos.
Mortal Kombat, fiel ejemplo de como hacer una película con pijamas |
El “Frankenstein” de Mary Shelley es único e inmutable. Fue creado y concebido de manera
concisa y cualquier cambio con respecto al material original puede ser
criticado por parte de los amantes de la obra de la escritora inglesa. En
resumen, “Frankenstein” es lo que es
y al ser adaptado al cine hay unos patrones y parámetros que son a los que hay
que ceñirse si lo que se busca es adaptar la obra original.
Herman Munster se sale un poco de esos parámetros |
En el lado
opuesto tenemos a James Bond, personaje salido de la pluma de Ian Fleming. Pese a ser originado por el
escritor londinense, otras manos adaptaron al personaje que pronto saltó del
negro sobre blanco del papel al negro sobre blanco del esmoquin
sobreimpresionado en la pantalla de cine. Pero Bond ha sido reinterpretado una
y otra vez. El espía ha debido adaptarse a los tiempos que han pasado desde la
guerra fría hasta la era actual. La visión de este icono inglés ha pasado por
múltiples reinvenciones y ha sido adaptado a medios como el comic o el
videojuego pero conservando siempre una estampa reconocible y entendible. Hay
cosas que no deben tocarse ni cambiarse. En el imaginario colectivo no puede existir
un Bond que no esté rodeado de bellezas, balas y acción y de mostrarse una
película sin estos ingredientes, posiblemente las críticas serían inflexibles.
Toda copia ha de respetar al original |
Un poco de
esto ocurre con el personaje central sobre el que pivotará el blog en futuras
entradas. Bruce Wayne y su alter ego enmascarado nacen en mayo de 1939. Mucho
ha llovido desde que el millonario filántropo perdiera a sus padres y decidiera
embarcarse en una búsqueda de la justicia que le ha llevado a ninguna parte
puesto que tras más de setenta años las cosas están como estaban y su vida
sigue estando rodeada por villanos y desgracias.
Ahora tiene incluso un hijo adolescente insufrible |
Evidentemente
un personaje como Batman no se sustenta únicamente de su propia fuerza. El
entorno, la ciudad y los enemigos son el eje de tramas y aventuras. Gotham ha
pasado por múltiples transformaciones. La ciudad con aspecto del Chicago
mafioso dio paso a tejados con rocambolescas estatuas y figuras para
posteriormenteoscurecerseen el mismo instante queTim Burton y Frank Miller
dieron por vías independientes con un hombre murciélago alejado de toda luz y sumido en traumas propios de una vida de vengador. En tiempos
recientes, la ciudad cuyo nombre surgió de una joyería de Nueva York, parece
haber vuelto a sus orígenes de nido de criminales vestido de brillante cristal.
La brillante y oscura Gotham |
Por su parte,
la siempre magistral galería de villanos ha dado vueltas sobre sí misma y ha
reformulado orígenes y personalidades con mayor o menor fortuna. El Príncipe
del crimen de pelo verde ha pasado de robar joyas a envenenar ciudades y de ser
un simple bromista a un monstruo capaz de las mayores atrocidades. Dos Caras
dejó de robar el segundo banco nacional de Gotham cada dos de Febrero a las dos
de la tarde para mostrarnos al honrado fiscal que harto de luchar contra un
enemigo invencible se tornó en parte del problema. El Espantapájaros y su gas
del miedo dejaron los bailes y los cuervos para mostrarnos al psiquiatra
tornado en psicópata. Catwoman dejó su traje de cola y sus modos de bailarina
de cabaret para pasarse a la prostitución y mostrarse como una más de la alta
sociedad ejerciendo de ladrona de noche.
Hay donde elegir |
Todo cambia
según el cristal con el que se mire y Batman no podía ser una excepción. Tim Burton aportó su visión oscura y
retorcida a Gotham y Bruce Wayne dando dos películas entretenidas pero,
personalmente, alejadas de lo que Batman debería ser. Pese a todo el
Oswald Cobblepot de “Batman Vuelve”
fue memorable. Pasito a pasito y obviando los despropósitos que siguieron a las
entregas de Burton, llegamos al
renacimiento del Caballero Oscuro de las manos de Cristopher Nolan, una saga que ha dado dividendos y críticas
elogiosas por parte de público y especialistas. Un giro de tuerca tratando de
acercar un Universo de fantasía a la realidad.
Y si aparece Sir Michael Caine, pues mejor |
Muchas han
sido las visiones que se han dado de la trilogía del Caballero Oscuro de Nolan. Cinematográficamente se ha
aplaudido sobretodo la segunda entrega y la caracterización de los villanos. Se
ha criticado algún aspecto técnico como las nefastas escenas de acción rodadas
cuando Batman se pegaba codazos o tiraba de lo que en los videojuegos clásicos
se denomina “patada baja”, pero
sobretodo se ha puntualizado, desde lo negativo, que Nolan ha aportado un punto de vista hiperrealista alejándose del
comic. En este último apartado no estoy del todo de acuerdo.
Nolan no sabe dirigir una escena de lucha. Las cosas como son. |
Es por ello
que poco a poco iremos analizando las tres películas y como beben de diferentes
fuentes sin alejarse mucho de lo que Batman ha sido siempre. En la próxima
entrega, “Batman Begins”.
Con Jonathan Crane, el tercer psiquiatra de la familia junto a Frasier y Niles |
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