Las salas de cine
se están convirtiendo en el lugar menos adecuado para ver una película. El
problema básico es que, durante tres horas, se te obliga a compartir espacio
con determinadas personas con las que no te apetece estar y soportar
determinados aspectos de la sociedad que no son de tu gusto. En esta ocasión,
pudimos comprobar como en una fila de ocho butacas codificadas con el complejo
código de un número y una letra, seis de los asistentes fueron incapaces de
encontrar su sitio correctamente. Asusta pensar que, a la hora de elegir
representantes, nuestros votos tendrán el mismo valor. Visto como está el nivel
en esta sociedad nuestra, a nadie sorprende que durante las masacres
perpetradas en John Wick 4, me pasase más tiempo preocupado por el perro
de uno de los protagonistas que por las múltiples víctimas humanas de los
tiroteos. Dicho esto, la última entrega de las aventuras de Keanu Reeves
y sus chaquetas antibalas es una delicia para los amantes del cine de acción.
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Todo empezó con un perrito |