Es difícil
encontrar una película que represente mejor todo lo que fue y no fue el cine de
acción de los 80, ya pretérito, pero nunca olvidado. Depredador es el Ciudadano
Kane del cine garrulo, de las películas de mostrencos esteroideos e
hipertrofiados. Héroes de acción de sonrisa torcida y frase cortante, capaces
de acabar con hordas de enemigos sin sentir ningún remordimiento. Sin embargo,
y a la par, Depredador es una demostración de que la veneración del
macho alfa estaba por concluir. Con esta película parida en 1987, John
McTiernan nos mostró que los chicos sí lloran y no quieren pelear. Un año
más tarde, el mismo director nos acurrucó en los brazos de John McClane. Utilizando
esa máxima que dice que todos queremos ser Superman, pero siempre seremos Peter
Parker, el cine de acción se escapó de los músculos del Arnold que nunca
seremos para caer en el cuerpo y alma del policía irlandés y paleto que todos
llevamos dentro. Depredador fue el pistoletazo de salida y el culmen de
como hacer cine de acción.
![]() |
Ya no hay héroes como los de antes |